Hace unos días, el Ayuntamiento de Valencia lanzaba una llamada a proyecto para llevar a cabo la imagen de las Fallas de 2019 cuyo pliego de condiciones está repleto de irregularidades en lo referente al presupuesto presentado, a los requisitos, al jurado, etc. Dado que las asociaciones profesionales ADCV, APIV y ComunitAD respaldan esta convocatoria, hemos decidido contactar con sus respectivos representantes para conocer su opinión respecto a esta convocatoria.
Lamentablemente, no todas las asociaciones nos han querido conceder una entrevista. Tras hablar con los diferentes representantes de las tres asociaciones, ante todo, se detecta poca profesionalidad. En el caso de APIV y ComunitAD por no verse capaces de aceptar una entrevista. En el caso de ADCV, por el tipo de respuestas dadas y de las que se infiere que no se responsabilizan de velar por el diseñador al 100 %.
Si el colectivo de diseñadores está esperando algo por parte de las asociaciones, por lo que se vislumbra a través de las conversaciones entre Gràffica y estas asociaciones, hoy por hoy, es mejor esperar sentado. Quizá, en el futuro –y si la gente lo pide–, podrá verse algún avance real en pro del diseñador, ya que, tal y como afirma el presidente de ADCV Rafael Armero, «la opinión pública nos interesa muchísimo. Nosotros somos una asociación que hace lo que puede y que toma el pulso de la sociedad. Si hay inquietud, lo primero que hacemos es investigar esas inquietudes».
Todo tipo de respuestas que ha recibido Gràffica por parte de las asociaciones (tanto en la entrevista al presidente de ADCV, en el comunicado de APIV, como en el silencio de ComunitAD ante la petición de entrevista), nos llevan a la misma conclusión: en la actualidad, las asociaciones de profesionales no son las entidades más apropiadas para defender al diseñador.
Las asociaciones responden que su función es la de ser ‘acompañantes’ de las administraciones, dejando vacante el rol de entidad que vigila que los intereses de los diseñadores se vean defendidos: «Hace más de tres años que venimos acompañando a las diferentes administraciones públicas en la consolidación del proceso de llamada a proyecto junto a los compañeros de ADCV y ComunitAD […]», anuncia APIV en su comunicado.
Una respuesta similar obtenemos tras preguntarle a ADCV sobre qué opinaba sobre las irregularidades en la última llamada a proyecto de Fallas de las que hablamos en este otro artículo (Convocatoria de la llamada a proyecto para la imagen de las Fallas 2019). Nos indica: «Estamos en desacuerdo totalmente en todo lo que sean irregularidades en términos de contratación […] Una llamada a proyecto no es ningún contrato, por lo menos en la fase en la que participamos. Los profesionales que participan en la llamada a proyecto no firman ningún contrato. Se trata de un acompañamiento en una primera fase en la que se hace una selección, como en cualquier proyecto o en cualquier trabajo. Es más tarde cuando el profesional es el que cierra el trato y termina de negociar con el cliente, formalizando esa parte burocrática. Nosotros no entramos ahí, por lo que, desde nuestro punto de vista, entendemos que en esa parte inicial no contractual no hay irregularidades».
Con ello, la inevitable conclusión que emerge es que la Asociación, con su participación, aunque en un principio podría parecer que hace las funciones de un agente, en realidad no se preocupa de si las condiciones que presenta la Administración serían lo más justas posibles para el profesional que acabará llevando a cabo el proyecto. Es más, una vez que la Asociación ha seleccionado al profesional, deja de velar por él en el proceso burocrático, donde según explica Armero, «no tenemos ningún tipo de potestad en la parte administrativa ni sabemos, incluso, muchas veces cómo es esa parte burocrática en algunos casos en concreto».
Quizá, una de las funciones que debería tener la asociación es, precisamente, la de asegurarse de que todos los términos del contratos son justos para el diseñador y, si no es así, negarse desde un principio –y antes de que la convocatoria sea lanzada– de no ser partícipe, no alentando así a los diseñadores a que se presenten a una convocatoria que más adelante puede acarrearle algún tipo de problema.
Ni siquiera siguen acompañando al profesional en cuestiones como los términos de derechos de autor. «En la asociación somos pro-derechos de autor y lo defendemos, pero es cada profesional el que llega a una negociación de sus derechos como autores. Cada profesional –esto es algo que tienen que tener súper claro– tienen que llegar a unos acuerdos en gestión de imagen, etc. en sus contratos, y esto varía en función de diversos factores. Nosotros no estamos lanzando un contrato; eso ya está más relacionado con la negociación o diálogo entre el profesional y el cliente. Nosotros no podemos pactar nada previamente porque no creo que fuese legal […] Cada diseñador es un mundo. Cada profesional tiene que llegar a un acuerdo. Son contratos personales que firma el profesional. Creo que como Asociación no tendríamos que imponer nada en ese sentido. El profesional tiene que formarse más para todo este tipo de cosas, para que no se le escape ni una. El profesional tiene que ser más consciente de ello».
¿Se está velando al 100 % por el profesional con las llamadas a proyecto? Concretamente, Armero contaba: «La llamada a proyecto es un modelo concreto para un tipo de proyecto. Puede funcionar en algunos casos y para otros, quizá, funcionen mejor modelos distintos. Con lo que, al 100 % no sé si tengo la potestad de asegurarlo porque siempre es relativo y también depende para quién».
¿Por qué se sigue empleando un modelo de contratación pública con la que no se sabe si se vela al 100 % por el profesional? Tal y como dice Armero, las llamadas a proyecto se crearon para evitar los contratos especulativos que se venían haciendo. Pero, superada ya esta fase, ¿por qué no han cambiado todavía ciertas prácticas que venimos arrastrando desde hace unos años?
De esto pueden encontrase ejemplos en la llamada a proyecto para la imagen de Fallas: ¿por qué no se propone desde un principio el presupuesto total que será necesario para desarrollar la imagen de Fallas?; ¿por qué en el pliego de condiciones no se especifican las condiciones en cuanto a los derechos de autor?; ¿por qué no se sabe quién va a juzgar quién se encargará finalmente del proyecto?
Desgraciadamente, este tipo de cuestiones todavía siguen en el aire a la expectativa de ser resueltas algún día. Mientras tanto, el sector sigue esperando desarmado.
Artículos relacionados:
- Convocatoria de la llamada a proyecto para la imagen de las Fallas 2019
- Escrito de la Asociación de Ilustradores de Valencia (APIV)
- Entrevista al presidente de la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV), Rafael Armero