Tradicionalmente el mundo de la ilustración ha estado ocupado mayoritariamente por hombres, mientras que las mujeres han quedado relegadas a un segundo plano en el que los salarios y las condiciones han sido peores. Pero, ¿cómo viven las ilustradoras esta situación desde dentro? ¿Se han producido avances en cuanto al papel de la mujer en este ámbito? Nadie mejor que las propias creativas para dar respuesta a estas preguntas. Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Cinta Arribas, Rocío Cañero, Ana Jarén y Núria Farré reflexionan sobre el valor y el reconocimiento de la mujer en la ilustración. Aquí, las reflexiones de Ana Jarén:
Es licenciada en Publicidad y RRPP y en 2009 inició su carrera profesional en el sector de la comunicación de moda en Madrid. Durante ese tiempo colaboró con diseñadores de primer nivel, contexto que avivó su faceta más creativa. Así, realizó sus primeros trabajos como ilustradora de moda en 2010 y actualmente, trabaja como ilustradora freelance. Durante su carrera ha tenido la oportunidad de trabajar con numerosas revistas españolas como Marie Claire, Grazia, Vogue, Glamour, Yo Dona y El País Semanal, entre otras. Además, colabora con compañías como Mahou, Hyundai, La Cartuja o Skunkfunk.
Entre 2014 y 2017 Ana Jarén se trasladó a Amberes (Bélgica) y se enamoró de la ciudad, en la que moda y diseño están muy presentes. En este periodo dio a conocer su trabajo al público belga a través de diversas exposiciones en Amberes y Bruselas, y colaboró con numerosas publicaciones y entidades como This is Antwerp, KoffieTCacao, IciParis XL, JBC o la banda de música Arsenal. En 2017 volvió a Madrid, la ciudad donde todo empezó.
«Creo que el papel de la mujer en la ilustración actualmente está empezando a tener la valoración que se merece».
Incluso algún cliente me ha llegado a decir que las mujeres ilustradoras están de moda. A pesar de que esto es aparentemente positivo, muestra que hay aún mucho por hacer… Pienso que debería ser más que una moda, algo más cotidiano y aceptado por todos con naturalidad.
El producto y el trabajo deberían hablar por sí solos independientemente del sexo de quien lo firme. En este sentido, el consumidor debería enfrentarse a la obra con una mirada libre de condicionantes y estereotipos. Así, más allá de medidas de discriminación positiva, centraría la atención en la calidad de la obra.
En mi caso, nunca he sufrido ningún tipo de discriminación por el hecho de ser mujer, al menos de la que yo haya sido consciente. Aunque este es un tema que ya he escuchado alguna vez y tampoco sé a ciencia cierta qué oportunidades me habrían surgido si hubiera sido hombre.
En cuanto al estilo o la temática, quizás se asocia más el estilo de una ilustradora con estereotipos femeninos, como elementos florales, amor, cosas pastelosas, etc. En definitiva, un estilo más blandito, pulcro y menos impactante. Todo esto obviamente pienso que no es cierto, porque hay ilustradoras estupendas que son capaces de abarcar todo tipo de registros. En mi caso, no siento esa presión y realmente trabajo en los temas que me gustan y con el estilo con el que me siento más cómoda.