En 2019 se celebrará el quinto centenario de la Primera Vuelta al Mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Es un proyecto a nivel histórico en todo el mundo, pero que tuvo la suerte de llevarse a cabo en España. En noviembre de 2017, se aprobó la marca de la conmemoración. Entrevistamos a Alain Villastrigo —uno de los integrantes de Husmee Studio, estudio de diseño que diseñó la marca y desarrolló la identidad del acto conmemorativo— para que nos cuente cómo se ha llevado a cabo el proyecto y cómo ha sido la relación con su cliente, en este caso, con la institución pública.
Teniendo en cuenta que se trata de un gran proyecto global, que no termina con el diseño de la marca, ¿en qué punto se encuentra?
La quinta conmemoración de la primera vuelta al mundo es un proyecto a nivel social y transcurre durante los próximos tres años. Es un proyecto muy grande y relevante, ya que se trata de una identidad que va a tener el índole estatal. El proyecto se trabajó en el mes de octubre y noviembre de 2017. Nos convocaron a nosotros y a otros estudios desde el Ministerio de Cultura para analizar las propuestas y elegir la ganadora.
Por ahora, finalizado solo está el diseño de marca, pero es un proyecto que ya está en marcha y va a ser grande; va a estar presente en diferentes ámbitos. La imagen de marca une aspectos importantes de la conmemoración. En primer lugar, es una marca que debe rendir homenaje a los 500 años de la primera vuelta al mundo en barco y a todos aquellos marineros que se embarcaron en esta increíble aventura. Por esta razón, símbolo y logotipo se unen en su estructura, para homenajear a la Nao Victoria –la única en regresar a España– y al mismo tiempo los 500 años que se conmemoran en este próximo 2019.
Una vez ganáis el concurso, ¿con quién os ponéis en contacto? ¿Había alguna agencia de comunicación implicada?
Como el encargo viene del Ministerio de Educación, Deporte y Cultura, nuestro contacto ha sido con la subdirección del Ministerio y con la secretaria técnica. Durante todo momento –tanto para el desarrollo de la propuesta como para la posterior aplicación de la marca– hemos tenido contacto con ellos de forma directa por teléfono, vía email, reuniones… Lo cual se agradece, porque al final toda la fase de correcciones ha sido una fase interesante precisamente por eso. Este proyecto se lleva desde el mismo Ministerio.
¿Os habías enfrentado ya a un proyecto similar antes?
No nos habíamos enfrentado nunca a un proyecto de esta magnitud en cuanto a relevancia. Una relevancia que no es solo a nivel estatal; se trata de un hito histórico mundial. Posiblemente sea el trabajo de identidad más importante que hayamos construido debido a su nivel de proyección. Con ‘importante’ me refiero a ‘grande’, porque al final todos los trabajos son importantes.
En cuanto a la filosofía del trabajo en el estudio y el proceso de creación, no dista de cualquier otro proyecto que hayamos llevado a cabo. Al final los procesos son bastante parecidos sea cual sea la índole del proyecto; no importa si es pequeño o es grande. Al final el tratamiento es el mismo, las etapas de los procesos y del trabajo interno es común, no solo para los proyectos con los que trabajamos, sino común a cualquier estudio de diseño: fase de lectura de briefing, fase de investigación, reuniones, tormenta de ideas…
Partíais de un briefing muy marcado, ¿eso fue positivo porque estaba todo muy acotado o no tan positivo por no dejaros un margen más libre de actuación?
El briefing estaba muy bien marcado desde su punto de vista. Ha sido un proceso muy bonito, porque correcciones como tal no las ha habido. El cliente tenía una serie de dudas en base al logotipo –porque hay que tener en cuenta que, por un lado, es un logotipo que tiene que dar a entender un suceso histórico concreto–, y no tenían muy claro si detallar los personajes (Magallanes y Elcano) como habitualmente se hace o prescindir de ellos en la imagen principal. Además, no le querían dar más protagonismo a Magallanes (que es la figura a la que siempre se le da más relevancia) que a Elcano. De ahí a que la imagen se centrara más en ‘la primera vuelta al mundo’, para que ambos personajes –que van a tener notoriedad en toda la comunicación del proyecto– se vieran al mismo nivel. Así, decidimos evitar que estuvieran en el logotipo. En cuanto a correcciones eso fue todo; no hubo retoques en el símbolo, pero hubo un proceso de explicaciones de donde surgió todo.
Lo que se agradece desde nuestro punto de vista es el briefing que estaba muy bien detallado y explicado. Daba libertad en los campos en los que debía, pero en otros estaba marcado con más precisión. Supimos entender lo que necesitaban. A veces, los briefings son tan inexactos con tantas hojas que no llegas a entender lo que quieren, porque a veces es el mismo cliente quién no lo tiene muy claro. Pero, en este caso, se veía que sabían perfectamente los objetivos que tenían.
¿Cuál fue el mayor reto al que visteis que os tendríais que enfrentar?
Quizás, el reto ha sido intentar llegar a muchos puntos de vista. El proyecto tenía que conectar con la gente; la propuesta va dirigida a un amplio sector social y en la fase de investigación nos dimos cuenta de que no todo el mundo conoce este hito histórico ni a sus protagonistas. Además, en el briefing indicaban –de manera acertada– que la marca debía alejarse un poco de la típica imagen institucional, pero sin perder el objetivo de convertirla en una marca fuerte, pregnante y con mucha personalidad. Había que incidir en la marca para poder conectar con la gente, sobre todo con la audiencia más joven. La imagen debía conectar a personas entre sí; debía ser una imagen que ayudara a crear una red de colaboración, tanto personal como institucional o de empresas. Precisamente, esta faceta de conexión, nos impulsó a jugar con los colores, con la fotografía, con todo. Empleamos códigos sencillos y directos; vimos que con ello se iban cumpliendo las necesidades.
¿Cómo buscasteis alejaros de la típica imagen institucional?
En primer lugar, una de las cosas que consideramos más importantes era centrarnos en la estructura y composición de la imagen. La composición tiene cierta libertad y no va impregnada de su seriedad habitual; tampoco va marcada por las pautas que nos podríamos encontrar en la imagen típica institucional. La pauta, en nuestro caso, está marcada y regulada en la maqueta y en la estructura, pero tiene al mismo tiempo una libertad que permite organizar los elementos compositivos de una manera no tan estricta. De esa manera, puedes ir jugando con los elementos, componiéndolos de forma más fresca. En este proyecto era necesaria esta mezcla debido a la diversidad de sus soportes. Por ejemplo, es necesario realizar una marquesina que llame la atención, pero también una material más corporativo como una carpeta para el ejército naval.
Imaginamos que hubo un proceso de investigación enorme, ¿por dónde empezasteis?
Como en todo proyecto, es una de las fases más importantes y atractivas del proceso. En este caso fue muy bonito por el ámbito histórico y por el proceso de reflexión que permite que vayas aprendiendo cosas. Entre otras, tuvimos que aprender conceptos de navegación. Además, no fue suficiente con la investigación mediante Internet; los sistemas de navegación de hace 500 años, la importancia de la luna y su influencia en el mar, y el globo terráqueo, la astronomía, el estudio de las olas y los mares… no están tan disponibles vía online. Además, todo ello tiene su propia iconografía, de ahí a que nos sumergiéramos en una investigación profunda a nivel gráfico. Gracias a ello, surgieron diferentes iconos e ideas que fuimos uniendo.
Todo ello fue muy interesante y el resultado del proceso de investigación y bocetos también lo fue. Sobre todo porque intentamos rescatar cómo eran hace 500 años los instrumentos de navegación y cómo la gente se guiaba en el mar. Había instrumentos que fuimos rescatando y reinterpretándolos a lápiz y papel. Quedaba claro que debíamos trabajar uniendo conceptos y códigos visuales actuales, con los valores románticos e históricos de un acontecimiento como este.
Forma
La forma y su contraforma serán importantes en las composiciones de marca. La forma que adquiere el símbolo, es geométrica y sencilla. Se podrá trabajar en la composición de manera horizontal y vertical, en sus diferentes colores corporativos. Estas opciones, darán a la marca una versatilidad especial y ocupará el espacio de diferentes maneras. Con esto, conseguiremos alejarnos de la rigidez formal, ser dinámicos y diversos.Estilo
La sencillez del trazo, unido a un racionalismo formal, configuran una marca viva, refuerzan su solidez y también su belleza formal. Es una imagen que dejará imaginar, que creará experiencias. Tiene varias vistas, varios caminos visuales, pero un solo significado: la conmemoración de los 500 años a la primera vuelta al mundo. Tiene que inspirar y dejar imaginar…Movimiento
Una parte importante de la marca es su movimiento. La marca representa a partir de su sencillez de trazo, la movilidad y el dinamismo de la navegación. Su forma, sus trazos, generan movimiento en sus aplicaciones digitales.
Suponemos que los colores corporativos corresponden a los colores de la bandera española, ¿es así?
Sí, así es. Pero no solo entra en juego el color. En la imagen de marca, además de los colores corporativos, se usarán fotografías. En este caso, retratos de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. El uso de las fotografías ayuda a posicionar históricamente la conmemoración, además, rinde homenaje a estos grandes personajes de la historia.
En cuanto a la tipografía, ¿cuál es y por qué la escogisteis?
La tipografía del logotipo es Noe Display de la fundación Schick-toikka.com. Tiene caracteres rotundos, muy serenos y muy planos. En el proceso de investigación, pensamos que la tipografía tenía que transmitir ese romanticismo histórico, esa reminiscencia que nos ayudase a relatar algo que pasó hace mucho tiempo. Escogimos una tipografía con serif, pero actualizada; que no tuviera problemas en el plano digital. Ya conocíamos esta tipografía y la teníamos en mente para este proyecto.
Noe Display encaja en el formato institucional, es actual y, al mismo tiempo, tiene la reminiscencia que buscábamos. Funciona fenomenal para titulares y en el desarrollo posterior, y se conjuga muy bien con las formas planas y potentes del símbolo.
¿Quiénes han participado en el proyecto? ¿Cuánto tiempo ha sido necesario para toda su realización?
Somos tres personas en el equipo y en el proceso inicial estábamos todos. Al final, una persona desarrolló la propuesta final, pero intervenimos todos con las reuniones internas. Pero esto es algo habitual y lo hacemos en todos los proyectos. Unas tres-cuatro semanas nos ocupó el desarrollo del proyecto y la creación del logotipo. Trabajamos todo octubre y presentamos la propuesta en principio de noviembre.
¿Cómo ha sido trabajar para el Ministerio de Cultura? ¿Habíais desarrollado ya algún proyecto para otros entes públicos?
Tal y como contaba antes, nunca habíamos trabajado para el Ministerio de Cultura de forma directa, aunque sí que había patrocinado otros proyectos en los que hemos participado. En este proyecto que hemos trabajado para el Ministerio de Cultura, la experiencia ha sido muy positiva, porque ha sido una relación muy directa; supieron transmitirnos muy bien lo que querían. En nuestro caso –con otras instituciones en San Sebastián, en Guipúzcoa–, suelen ser procesos bonitos. Hemos tenido la suerte de que solemos trabajar directamente con la persona que dirige el proyecto. En los diez años que llevamos como estudio, las relaciones han ido realmente bien, no tenemos experiencias negativas.
¿Crees que existe una mayor responsabilidad al realizar proyectos en el ámbito institucional?
A nivel social, creo que sí. Los proyectos institucionales son muy sociales y hay que tener en cuenta muchas cosas. Considero que en este tipo de proyectos, normalmente, los briefings son muy abiertos y el trabajo tiene que ser muy fino y estudiado. Y cuando hemos estado en contacto con la persona encargada del proyecto, siempre hemos hablado mucho y nos ha dejado claros todos los aspectos.
¿Se preocupan más las instituciones por el diseño que otro tipo de cliente o marcas privadas?
Creo que depende de la cultura de diseño que tenga el cliente, independientemente de si se trata de un cliente institucional o de un cliente privado; es decir, que si está familiarizado con los elementos gráficos y la cultura visual en general, se marcan unos criterios y los proyectos llegan a buen puerto o no. Nosotros nos hemos encontrado, tanto en empresa privada como en institucional, de todo. Además, puede haber buen o mal feeling en ambos casos.
De todos modos, en general, creo que cada vez más existe esa preocupación y esa comprensión del diseño como herramienta comunicativa y valor añadido al producto o al servicio.
Cada vez hay más inquietud por observar más, por cuidar cada detalle… Este último proyecto que hemos realizado para el Ministerio de Cultura podría ser un buen ejemplo de ello: el cuidado por el detalle, la dedicación que han demostrado por ser conocedores del porqué de las cosas, nos ha parecido increíble. Y si la persona que te ha encargado el proyecto, tiene tanto interés y le pone tanta emoción, es de agradecer.
¿Crees que falta más crítica o autocrítica en el diseño público?
Creo que cada vez hay más autocrítica y preocupación e interés por que un diseño salga bien. Pero no solo en el ámbito de las instituciones, sino en general. Aunque sí es cierto que el diseño, en el sector institucional, siempre ha sido moneda de cambio; una herramienta con la que dar oportunidad a todo el mundo y conseguir votos. Con esos objetivos no es extraño que salgan resultados horrendos. De todos modos, hay casos en los que, tras un concurso público realizado a raíz de un problema en el sector institucional, el resultado no ha sido el adecuado y han tenido que retirarlo.
Y respecto a los concursos de diseño, ¿qué opinas?
Cuando tengo un problema en el corazón, no le digo a cualquiera que me opere al menor precio posible, ¿no? En el mundo del diseño corremos con esta desgracia. Está de moda hacer los concursos de diseño de forma popular, donde puede ponerse a dibujar cualquiera.
El sector tiene esta carga y creo que es un reto de todos el intentar que esta fórmula vaya desapareciendo. Nosotros no estamos para nada de acuerdo con los concursos abiertos. De hecho, no nos presentamos precisamente, porque no entendemos esta metodología. No debería hacerse, igual que yo no me pongo a tratar a un animal que tuviera una enfermedad determinada, para eso están los veterinarios y para hacer casas, los arquitectos.
Estamos teniendo un problema similar al que tuvieron los fotógrafos con la llegada de la fotografía digital. Todos somos fotógrafos y parece que también, desde hace mucho tiempo, todos sabemos diseñar; parece que cualquiera que tenga el software de moda, ya sabe diseñar.
No estamos de acuerdo con este tipo de procesos y concursos populares en los que todo el mundo puede intervenir (no es así cuando nos invitan a una llamada a concurso en la que se ha hecho una selección de profesionales previa atendiendo a unos criterios). En otras comunidades puede estar más reglado, pero a nosotros nos toca convivir en una comunidad en la que no lo está. Por eso nosotros no nos solemos presentar a estos concursos donde se presenta cualquier persona, con todo el respeto del mundo, pero no tiene sentido.
La solución pasa por profesionalizar las bases y el jurado. Poco a poco, eliminando los procesos negativos, llegaremos a tener más calidad. Yo creo que hay más conciencia de ello. O al menos, eso es lo que espero. Creo que poco a poco conseguiremos que haya menos casos de este tipo; es por lo que hay que luchar.