«A propósito de la igualdad» por Víctor Palau

Si el diseño aspira a ser una actividad profesional debe regirse por los mismos criterios profesionales que se aplican en otros sectores.

El caso de la campaña del Ministerio de Igualdad ha destapado muchos de los grandes retos que tiene la profesión, por no decir las grandes miserias. Es un caso paradigmático con el que podemos analizar cuánta igualdad profesional tenemos con relación a otras profesiones más allá de ver quién tiene la culpa en este episodio concreto (en el que está claro que todo se ha hecho mal).

Qué hubiera pasado si en lugar de ser una ilustradora/diseñadora la profesional prestando el servicio hubiera sido una médica, una arquitecta o un abogada la que hubiera realizado un trabajo sin cumplir con los mínimos de legalidad que exige su profesión. Pues que todas las partes implicadas la perseguirían legalmente.

El Ministerio en este caso se ha felicitado porque la autora se ha disculpado: ha reconocido que la tipografía no la había comprado, y que las imágenes eran robadas. La ha felicitado porque ha reconocido su error y todo resuelto. Incluso algunos disculpan la actitud del Ministerio diciendo «que no saben encargar». Tal vez no sepan encargar, cierto que a cualquiera le pueden engañar, pero eso no exime de que si alguien opera ilegalmente habrá que exigirle responsabilidades. Y en este caso no lo han hecho, ni lo van a hacer.

exigir responsabilidades

Los representantes de los profesionales, léase colegios o asociaciones profesionales, en el caso de médicos, arquitectos o abogados no se quedarían de brazos cruzados, también se personarían para depurar responsabilidades. No le dirían al usuario, «pues a la próxima mira bien con quién trabajas». En este caso silencio sepulcral.

Nuestra profesión es tan mojigata comparada con otras agrupaciones porque nadie quiere meterse en líos y nadie quiere perseguir a nadie. Cuando veo a una asociación de vecinos, de amas de casa, de dueños de perros… que consiguen retirar campañas de publicidad, leyes, normas me despiertan mucha admiración. A nosotros nos denigran de forma evidente y no pasa nada.

Si queremos que la sociedad respete nuestra actividad debemos actuar como otros. Debemos respetarnos nosotros mismos. Ahí es donde hay que buscar la igualdad. Si nos ofenden debemos reaccionar como lo hacen otros pero si nos quedamos en la pataleta y en el calor de las redes no conseguiremos nada. Nunca.

Algunos siempre abogan por lo del buenismo de acordar, dialogar, educar e ir de la mano, pero llevamos más de 30 años con esa actitud y no es que no se consiga nada, siempre se avanza algo afortunadamente, pero nunca se copia la manera de actuar de otros colectivos. Parece que nos da vergüenza.

Me duele pensar que ante una cosa así nadie haga nada. Ni el Ministerio se moverá para articular ningún proceso o mecanismo que impida que se la vuelvan a colar, léase contratar a especialistas en la materia dentro del Ministerio, pero tampoco en perseguir a posteriori a quien haya cometido irregularidades y ponerlo en conocimiento de la justicia.

Pero me duele de la misma manera ver que no hay ningún representante profesional ni de la ilustración, ni del diseño, ni de la publicidad que persiga ningún mal comportamiento. Cuando hay que ir a firmar proposiciones no de ley están todos allí para hacerse la foto, pero cuando hay que acudir a reclamar responsabilidades mejor lo dejamos para otro día que la semana que viene hay que pedir una subvención y mejor no molestar a nadie.

«Nadie nos toma en serio y nadie nos defiende.»

En el fondo lo que pasa es que no pasamos de ser una profesión de servicios, igual que un camarero o un fontanero. Nadie nos toma en serio y nadie nos defiende. Porque esto volverá a suceder y volveremos a salir en todos los medios como trileros que engañan y que hacen un corta y pega con Photoshop. Ese sigue siendo el nivel que trasladamos gracias a que nadie actúa.

«[Me imagino a la ARTISTA ARTIST] dándole al photoshop con arrojo y torería pensando vaa esto cuela.»

¿cómo nos ven?

Y encima otros creativos como el caso de C Tangana se ríe y le dice a todo el mundo que disfrutemos del lado carnavalesco de la situación. Me gustaría saber cómo hubiera reaccionado si hubieran cogido una canción suya y la hubieran «cortapegado» y la hubieran puesto en una campaña del Ministerio de Igualdad. Igual no le parecía tan divertido.

«Si este episodio no os saca ni una sonrisilla esk estais lobotomizaos ya sea por el lado woke o por el lado vox.»

C. Tangana

Ahí está el meollo de la igualdad. A un cantante no le parece tan grave que un creativo haga uso ilegal de imágenes, personas y tipografías pero seguro que no piensa lo mismo si eso pasa con una canción.

Mientras nosotros seguimos en fiestas, conferencias, semanas y eventos de diseño, en otros sectores se preocupan de que nadie opere fuera de la ley, de que los organismos públicos y privados cumplan con la legalidad y de que si alguien se salta la ley se le persiga.

Cada vez me siento más fontanero del diseño y menos arquitecto de la imagen. Si queremos igualdad habrá que dejarse un hueco entre fiesta y fiesta para afrontar los temas serios con la seriedad que merecen.

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