La autopromoción es una de las habilidades más difíciles y engorrosas para un diseñador. Dar con la clave exacta de cómo hacerlo requiere una importante labor de planificación. Lo que sí es cierto es que en el momento en el que aprendes a hacerlo, ya no lo olvidas nunca.
El tema de la autopromo es más peliagudo de lo que uno piensa. Sabemos que en el sector creativo, una de las cosas que mejor funcionan es el boca a boca y la recomendación de otros colegas de profesión. De ahí que estar presente en el panorama de actualidad, allí donde se cuecen las cosas, se hace vital. Sin embargo, a veces es desesperante comprobar a través de las redes sociales que hay nombres de diseñadores que están onmipresentes en todas partes. Y uno se pregunta para sí mismo: «¿Cómo demonios lo hacen para que todos los trabajos más molones les lluevan siempre a ellos?».
Y es entonces cuando sentimos que nos encontramos tan solos como si estuviéramos perdidos en un desierto infinito. ¿Por qué no funciona cuando intentamos autopromocionar nuestros trabajos? Aquí 5 reglas esenciales que debes conocer para conseguirlo.
1. Mira más allá del trabajo propio de estudio
El trabajo de estudio puro y duro se desarrolla entre cuatro paredes. En este contexto es difícil darse a conocer, especialmente cuando eres diseñador freelance. De tanto en tanto, hay que moverse, salir de la pantalla del ordenador. Una posibilidad es acudir a jornadas, festivales, exposiciones y otro tipo de eventos. Y aún puede resultar mejor si eres tú mismo quien genera esas acciones que invitan al debate, aunque solo sea una pequeña charla con algunos diseñadores y marcas seleccionadas. El networking funciona; prácticalo.
Otra idea que funciona bastante bien es generar un corpus de trabajo que te permita romper este trabajo en soledad. Pongamos un ejemplo. Si te apasiona la fotografía o la ilustración, puedes crear un proyecto editorial que resuma lo mejor a lo largo del año, no solo de tus trabajos, sino que incluya aquello que has visto y que te ha parecido interesante, curiosidades, anécdotas… lo que te apetezca. De esta manera, tendrás un documento en el que mostrar tus habilidades como diseñador y que posteriormente podrás compartir con colegas de profesión, en las redes sociales, y enviar a algún medio especializado tipo Gràffica. Ello sin olvidar ponerte en contacto con los protagonistas que intervienen en las páginas del proyecto. Seguro que a ellos les encantará saber que su trabajo ha sido seleccionado y el resultado vale la pena, no les importará compartirlo con sus seguidores en Facebook o Instagram.
2. Incentiva los encuentros cara a cara
La tecnología, internet y las redes sociales han hecho que nos hagamos más cómodos (por no decir vagos). Coger el teléfono nos da una pereza infinita, más aún si somos tímidos. Cuando tenemos que cerrar una reunión con un cliente en la que hay que desplazarse unos pocos kilómetros de nuestra ciudad siempre surge en nuestra mente: «mejor otro día lo hago».
Sin embargo, es importante que tengas una premisa muy presente. El objetivo de toda acción de autopromoción debe ser tener reuniones cara a cara. Si podemos presentar nuestro portfolio en persona a quien realmente nos interesa que sea el foco de nuestra atención, siempre será mejor que enviarle un mensaje por Facebook o Twitter. Ese cara a cara te dará la posibilidad de intercambiar impresiones y los resultados de ese feedback serán muy superiores a la comunicación impersonal. Dicho de otro modo, no pidas trabajo, pide una reunión.
3. Muévete a contracorriente. Diferénciate
Puede sonar a broma, pero la capacidad de ser un salmón que nada a contracorriente se puede convertir en una virtud en el mundo del diseño, siempre que el contenido de lo que lleves a tu destino sea realmente interesante y atractivo. No copies lo que hacen los demás. Si has conseguido cerrar una reunión, no pierdas tu oportunidad de sorprender. Si la persona sobre la que quieres captar la atención es un profesional consolidado con años de experiencia, seguro que está harto de ver más de lo mismo. Hazle sentir que lo que está viendo es realmente novedoso y no es una pérdida de tiempo. De verdad que te lo agradecerá.
4. No vendas humo, ofrece resultados
A veces no somos conscientes de que un proyecto con una estética muy fina y minimalista del que estamos súper orgullosos, no servirá de nada si este no comunica. Cuando nos reunimos con un cliente debemos ser conscientes de ello. Lo que él quiere son resultados. Por ello, cuando le enseñemos tal o cual proyecto que hemos hecho en el pasado, no debemos hablar solo de tipografías, gama cromática, proporciones y demás cuestiones que realmente a quienes les interesa es a tus colegas diseñadores. Lo que realmente le interesa a tu cliente es la dimensión y el alcance de lo que has conseguido con ese proyecto; una vez pasado ese punto, luego ya entrarás en los detalles del diseño.
5. Hazte con una buen a reputación
Ya lo hemos dicho en alguna ocasión, no basta con ser bueno, además hay que parecerlo. Cultivarse una buena reputación es uno de los aspectos más importantes de la autopromoción. Esa reputación, si está bien labrada, es la que un buen día va a hacer que un director de arte o un cliente coja el teléfono y te llame para ese proyecto con el que siempre has soñado. A menos que tu trabajo no esté visible en los lugares correctos, no vas a recibir esa llamada de «me gustaría que vinieras a mi oficina para mostrarme tu portfolio y ver cómo abordar un proyecto que llevo entre manos». Así que crear una reputación es vital. Esto significa hablar con periodistas; hablar en conferencias; hacer que tu trabajo esté presente en prensa especializada y en blogs; y utilizar todos los canales posibles y de los que dispones en abierto.
Actualizado 09/06/2022