20 años de Belleza Infinita, la editorial inclasificable

El 7 de julio de 2002 nace Belleza Infinita, una editorial inclasificable que rompe las fronteras entre el cómic, el libro artístico, la poesía o el fotolibro. Entrevistamos a su factótum. Miju Lee. En Belleza Infinita cada libro es una experiencia única gracias a la meticulosa labor de su editor Garikoitz Fraga. Con él repasamos, con veinte preguntas, sus primeros veinte años de experiencia. Vayamos año a año. Fundaste la editorial en 2002 con un nombre singular. Cuando fui al Registro de Asociaciones Culturales, la fórmula fiscal con la que empecé, comprobaron que no hubiera otra con ese nombre, y me comentaron que no habían visto ninguna con la palabra «belleza». Sí que da un poco de vergüenza decir la marca en algunos sitios, pero es divertido cuando los transportistas tocan el timbre para entregarte un paquete y dicen «¿Belleza?», «¿Belleza Íntima?», «¿Belleza Infantil?». Un comercial que apareció todo repeinado y nervioso porque pensaba que venía a una agencia de modelos, y, de vez en cuando, me llaman por teléfono preguntando a ver si hago las ingles. Garikoitz Fraga supervisando la impresión. En 2003, sale de imprenta el primer libro, Todo preocupa a la vez, de la artista Abigail Lazkoz, un libro de dibujos sin textos. La primera intención era que los dibujos de una amiga de Bellas Artes se pudieran ver también en una tienda de cómics o en una librería general, sin hacer un catálogo de una exposición, con sus textos de comisarios y las imágenes con títulos y medidas. Tampoco quería un carísimo libro de artista de tirada limitada y factura artesanal que sólo se vendiera en selectos lugares y ocasiones, sino una tirada amplia y a precio de mercado del libro, no del arte, extendiendo la distribución al máximo posible. El libro llegó a todo tipo de públicos: amantes del dibujo, del tema chicas, de la obra de Abigail, hubo quien lo compró para que su hijo lo coloreara, y una me dijo que lo usaba para contar historias a sus sobrinas porque los libros infantiles suelen ser muy moñas. Detalle del Cuaderno 4, de Jaime Narváez, donde el texto son los renglones y no hay dos páginas iguales. En 2004, un fotolibro, un libro de dibujos, otro de poesía, y todos con ediciones muy cuidadas. ¿Cuál es el criterio en la selección? ¿Cómo trabajas la edición? Me suelen llamar más la atención las propuestas más esencialistas, realizadas con elementos sencillos, con un lápiz o un rotulador. El humor, la paradoja y la iconoclastia. Romper los lugares comunes y los tópicos. Los autores que crean un universo en su obra. Y me interesa la obra, antes de si el autor es un artista reconocido o un estudiante de Física. Y tampoco busco. Los libros aparecen, me los encuentro, y decido, en un estado medio enloquecido, si me meto en ello. «Los libros aparecen, me los encuentro, y decido, en un estado medio enloquecido, si me meto en ello.»Garikoitz Fraga Antes, me solía enfrentar a una caja llena de dibujos para seleccionar, escanear y ordenar, o una idea que hay que realizar (Gracias por la Música, Blablabla). Prefiero los libros que ya se han pensado como libros (Mi vida sin ti, Genesis), porque ya hay una estructura. En casi todos los libros he tenido que sufrir buscando el concepto general para organizar el material, y he sido feliz después de encontrarla, montando todo y viendo cómo se levantaba, o cambiando un detalle que resulta determinante para el conjunto el día anterior a ir a la imprenta. la labor del editor También he agonizado con propuestas de autores que tenían algún material que prometía. pero había algo que no terminaba de cuajarlo. He tenido que interrogarlos, acosarlos y buscar por cajones de sus casas y por carpetas de sus ordenadores hasta que ha aparecido el hueso o la carne que le faltaba al asunto para encender el libro. Esas experiencias son también la parte bonita del oficio. Conocer otras personas, que te dejen entrar en su mundo estético y personal, ir muy hasta el fondo si se dejan, y entregarte a su obra como un esclavo, empezando casi desde cero cada vez. Paso meses moviendo imágenes en la doble página del InDesign, buscando la manera de hacerlo sonar. Hay que mover todo continuamente, mirando qué pasa, y seguir al día siguiente, y mirar otros libros, y abandonar unos días, y seguir. Hasta que un día, una combinación o una colocación fortuita, zas, despierta la manera de resolver. Luego, hay un punto, después de los tanteos, en el que la obra empieza a hablar, a dar órdenes y sugerencias, y ya sólo te queda escuchar y decidir cómo las atiendes. Doy mucha importancia a todos los elementos que conforman el libro. El papel, el tamaño, la encuadernación, son también el contenido, el texto del libro. Terminé el libro Insomnia, de Joseba Eskubi, después de dos años retocando imágenes, maquetándolas, perdiendo la vista delante del ordenador. No quiero volver a hacer un libro así, me dije. El amor al arte no puede ser tan desinteresado porque te quedas con cara de tonto, ciego, jorobado y con el culo aplastado. «El amor al arte no puede ser tan desinteresado porque te quedas con cara de tonto, ciego, jorobado y con el culo aplastado.»Garikoitz Fraga Pero el año siguiente, me puse con Amarillo Indio y, otra vez, me volví loco combinando dos mil dibujos. Y luego vino el rompecabezas de Eduardo Sourrouille, Cáscaras, y el cómic de Juan Carlos Eguillor, otra matada. Son barcos de Fitzcarraldo que te dejan baldado y te hacen sufrir hasta que llegas a la cima. Cuando empieza la cuesta abajo, es un vicio y un placer. Detalle de Cáscaras, de Eduardo Sourrouille. la distribución 2005 fue el año de tu primer éxito, Gracias por la Música, de Xavier Carbonell y Joaquín Gáñez, recopilatorio de portadas caseras de CD y cassettes, que llegó hasta la tienda del MOMA. Hablemos de la distribución. Como no hay en España una distribuidora para este tipo de libros, no me queda más remedio que distribuirlos directamente, con el apoyo de una distribuidora grande para los cómics. Y, para aprovechar la infraestructura, distribuyo también el catálogo de otras microeditoriales y algunas autoediciones de amigos y conocidos si lo merecen. Cuando empecé, mi hermano pequeño trabajaba en Iberia y, esos primeros años, aproveché para volar medio gratis por España a dar la tabarra en un montón de librerías. Cuando salió este libro, me presenté en Amsterdam y visité a la distribuidora internacional Idea Books, que aceptó distribuirme en librerías de muchos países. No hubo gran beneficio económico, por culpa del descuentazo que hay que hacer, pero los autores se alegraban de estar en el Pompidou y sitios así. Se agotó la primera edición y lo reimprimí subiendo un poco el precio para tener más margen, pero mi anfitrión en Idea Books se jubiló y se acabó la fiesta internacional. ¡Cuidado con las reimpresiones! Expositor de Belleza Infinita en la Galería Alegría (Madrid) Belleza Infinita participó en exposiciones dedicadas al libro artístico: Paperback en el CGAC, y la Bienal de la Panera (Lleida). ¿Qué valor se le da al libro en el mundo del arte? Aunque cada vez hay más artistas explorando este formato, no se valora igual un libro artístico que una obra en otro soporte. Ni se aprecia un zine fotocopiado igual que un carísimo y sobreproducido libro firmado por un pintor famoso, a no ser que se haya agotado. Tampoco me obnubila poner un libro en una peana. Prefiero que alguien se los lleve a casa y los lea tirado en la cama, y que luego los guarde en la estantería, o que los regale, o que los recorte y pinte encima, o que los tire al reciclaje o la chimenea. Hasta el telediario de Ana Blanco se hizo eco de los 'PornoTapados' de Paloma Blanco En 2007, llega el super ventas de la editorial, los PornoTapados, de Paloma Blanco. La pornografía y las armas mueven mucho la economía, así que será por eso que se vende y comenta hasta en Japón. Reúne casi todos los ingredientes que me gustan: humor, comunión de formato y contenido, libro sobre libro, abierto a interpretaciones diversas, barato, entre el gran arte (la pintura) y la cultura de masas, autora encantadora… Conocí a Paloma en la feria Cosas por Dinero (Madrid) porque era mi vecina de mesa. Vendía esas páginas pintadas sueltas y le propuse publicarlas. Luego llegaron algunas exposiciones, tuvimos stand en un salón erótico, Diesel lo plagió… Los collages surrealistas de un interventor de Hacienda, Jorge Ozores, en Popurrit. la salud económica Popurrit, de Jorge Ozores, facsímil de los álbumes de recortes que ese interventor de Hacienda hizo entre 1898 y 1932. Un libro grande, grueso, a color, entelado, estampado. ¿Cómo haces frente a producciones tan costosas? ¿Cómo se financia Belleza Infinita? ¿Subvenciones, autogestión? Empecé adelantando dinero propio para arrancar, y con alguna subvención que me permitió ofrecer precios ajustados en libros caros de hacer. Tengo una infraestructura mínima: trabajo solo en mi propia casa y me encargo de todos los aspectos, dedicando muchísimas horas. Hasta ahora, voy aguantando con las ventas del catálogo propio o el de otras a las que distribuyo. Muchas editoriales de esta clase de libro funcionan parecido, a no ser que estén hipersubvencionadas o mezclen la cuenta personal con la de la empresa. Cada cual, a su manera, y lo mío no es, para nada, un modelo a imitar, pero me molesta cuando te venden historias que no son verdad. Casi nunca encajo en las convocatorias de ayudas, y no suelo pedirlas. En las de literatura, me dicen que vaya a las de arte, y en las de arte, que vaya a cómic, y en las de cómic, que vaya a lalalá… Es muy cansado. Pienso que hay que apoyar a todos los eslabones de la cadena: artista, editorial, distribuidora y librería. A nadie se le ocurre hacer un cómic si no es porque ha leído uno que sus padres le compraron en una librería, a donde lo llevó una distribuidora después de que una editorial lo había publicado. 2009 es un año marcado por una crisis económica mundial. ¿Cómo te afectó? Muchas librerías cerraron, algunas sin avisar y sin devolver los libros en depósito, sin pagar facturas pendientes. Perdí la confianza y cambié algunos procedimientos. Bajé las tiradas. Se notó el cambio de mentalidad en los compradores. El que antes cogía tres libros y se llevaba los tres, ahora también cogía tres pero elegía uno, aunque tuviera dinero. Y así seguimos. En 2010, llegó Hervir un oso, de Miguel Brieva y Jonathan Millán, otro título inclasificable que marcó un antes y un después en el humor gráfico. Pues sí que fue un sobresalto porque, sin hacer promoción y con las redes sociales en pañales, el boca a boca hizo que se vendiera muchísimo. Comprobé que eso de triunfar es un lío: pedidos, envíos, facturas, prensa. Intuí lo que puede ser una gran editorial y, la verdad, prefiero la escala pequeña. Aunque lo de vender es como el amor con sexo, un placer. Violencia y Terror, de Rubén Garzás, un libro para todos los gustos. filosofía editorial En 2011, publicaste obras tan dispares como los Listados de Ignasi Aballí, artista de los de Bienal de Venecia, o Violencia y Terror, los dibujos de Rubén Garzás, quien trabaja como bedel de un colegio. Todo un resumen de tu filosofía editorial. Sí. Rubén es un artistazo y, a causa del libro, le salieron exposiciones. A Ignasi y a mí nos gustó la idea de llevar sus recortes de palabras, que, en los museos, cuelgan de las paredes en grandes cuadros, a librerías de todo tipo, a las secciones literarias, para que alguien lo termine leyendo en casa. He llevado el libro a ferias de poesía, y más de un poeta los ha recitado en festivales. Me interesa mucho traspasar los límites entre distintos ámbitos y géneros. En cualquier caso, el objetivo es que los libros en sí sean la obra de arte. Las traineras de Los pitufos vascos, de Piru. Los Pitufos Vascos, de Piru. Arte bruto de un outsider. ¿Cómo es tu relación con los autores? Intento ser lo más profesional posible, haciéndoles contrato, pagando los derechos en la fecha acordada, etc. Lo mismo con la distribución. Si eres serio, es más fácil que lo sean contigo. Para mí, Piru es tan raro o tan normal como el resto de los autores o como yo mismo, que la mayoría estamos que damos miedo. Para hacer los libros, es fundamental sintonizar con el autor. Si propongo algo que no le convence, buscamos otra opción y acaba gustándonos más a ambos. Con cada autor, he aprendido nuevas maneras de entender no sólo los libros, sino también el arte y la vida. Es un privilegio acceder al universo de cada autor y presenciar la obra en todas su posibilidades, la obra total. «La mayoría estamos que damos miedo.»Garikoitz Fraga Blablabla, de Roberto Equisoain, el Génesis traducido sustituyendo cada sílaba por un bla. Bla 2013, blabla bla blablablabla blabla bla blablabla. ¿Blablabla bla blabla blablabla bla? Blablabla Blablablablabla, bla blablablabla bla bla blabla blabla blabla. Bla blabla bla blabla blabla bla blabla. Bla blablabla bla bla blabla blabla blabla bla bla blablabla. Blabla blabla bla blablablabla, bla blabla bla blabla bla blabla bla bla blablabla. Festival de Publicaciones Artísticas organizado por Belleza Infinita en la Sala Rekalde (Bilbao). En 2014, Belleza Infinita organizó, por segunda vez, un festival de publicaciones artísticas en la Sala Rekalde (Bilbao). Y, antes, el festival Blablabla, una sesión de linterna mágica, conferencias, una fiesta… Sí, la idea era salir de los libros y ampliar contenidos, pero, sin apoyos y siendo tan pequeño, comprobé que el estrés es de lo peor para la salud, y dejé estas aventuras para mejor ocasión. Ayudo en lo que puedo a otras iniciativas, como la feria Bala, hago alguna presentación, exposiciones, charlas cuando me invitan y, con eso, bastante. Las historias de Quico Cadaval en el Festival Blablabla (Museo de Reproducciones de Bilbao). En 2015, fuiste a las ferias Tenderete (Valencia), ARCO y Libros Mutantes (Madrid), Gutter Fest (Barcelona), Guillotina (Donostia), Pumpk (Iruña). Y al encuentro ProyectoEd en México, con visita la FIL de Guadalajara. ¿Qué importancia tienen las ferias para la editorial? A las que me entero o me invitan, y si puedo y no cobran mucho por la mesa, para que salga a cuenta, voy. En las ferias y encuentros, conoces a muchas personas afines y te reencuentras con los colegas. Aprendes mucho a través de sensaciones, más que de una frase que te suelte alguien o una charla en la que participes. Te aclara cuál es tu sitio, ves cómo reacciona la gente, cómo miran los libros, qué comentan, ves qué hacen otros editores y analizas el panorama. Si va bien, vuelves a casa con el entusiasmo recuperado, por lo menos, para una semana. Al principio, apenas las había dedicadas a libros que no fueran de literatura, cómic, poesía… Tampoco librerías. En las primeras ferias especializadas, estábamos cinco y, cuando se convirtió en una moda eso de ser editor o de autoeditarse un zine, proliferaron y se llenaban de modernos. Ahora, todo eso ya se ha calmado. Y estos libros raros se reciben mejor. En su día, monté una estantería en Galeria Alegría (Madrid) con los libros que distribuyo, porque había que inventarse los puntos de venta y crear el público. Mesa de Belleza Infinita en la feria Libros Mutantes 2022 (Madrid). En 2016, fuiste a LA Art Book Fair. ¿Cómo funcionan fuera los libros de Belleza Infinita? También he estado en FoEC (Mexico DF), Feira Plana (Sao Paulo), ArtBo (Bogotá) y Raia (Lisboa). Se vende lo mismo que aquí. Al final, los occidentales vemos las mismas series y leemos los mismos tebeos. Los Ángeles fue espectacular. Varios pabellones en el MOCA dedicados al libro de arte, con muchísimo público muy variopinto gritando awesome!! todo el rato. Como en las películas, pero de verdad. Detalle de 'Amarillo Indio 2', de Julio César Pérez En 2017, editaste Amarillo Indio, de Julio César Pérez. El humor es una constante de la editorial. Sin duda. Y otro ingrediente que penaliza en las valoraciones de los prescriptores oficiales, qué dirán, como dijeron con El fin del Gran Arte, «uno de los mejores cómics de humor del año». O sea, que, si es de humor, hay que reducirlo a esa categoría, que, por supuesto, es inferior a la de los cómics de una joven lánguida que se pasa las páginas mirando al horizonte, todo muy profundo, claro, porque lo serio siempre es «lo mejor del año» a secas, claro, claro. reeditar y mejorar En 2018, no publicaste nada nuevo, sólo reediciones. Todos los años voy a la imprenta. Las reimpresiones son la ocasión para mejorar la primera edición, porque siempre hay errores y detalles mejorables, propios, o de la imprenta o de la encuadernación. De hecho, tenía que haber salido el Persecución, de J.F. Vaquero Mata, pero nos la liaron en la encuadernación y no estuvo para la campaña de Navidad. ¿Es un cómic? ¿Es un ovni? son dos páginas de Persecución, de J.F. Vaquero Mata. En 2019, sí vio la luz Persecución, de J. F. Vaquero Mata, un cómic premonitorio y experimental. La editorial rehuye constantemente lo convencional. Utilizo estructuras del cómic, el catálogo de arte, la revista o el libro ilustrado, códigos que ayudan a colocar la obra y a llegar al lector, pero me gusta desbordar esas categorías. Vaquero tenía dibujos, relatos, fotos, frases, y las enlazamos con una rejilla que te puede recordar a un cómic, pero que no lo es, o sí. Da igual. Te mete en la historia, aunque no la hay, pero la necesitas y el enrejado te sujeta… Parece que hay un hilo, hay capas, y cada lector entra como quiera. El glamuroso trabajo del editor. En 2020, llegó la Covid. ¿Cómo viviste el confinamiento desde la editorial? El año había empezado muy bien. Parecía que llegaba por fin la recuperación, pero se paró el mundo y hasta lo agradecí porque no daba abasto e iba con el pie cambiado. Ni leí el Ulises, ni salí al balcón a tocar la trompeta, ni hice gimnasia. Dormí, comí y poco más. Luego sí que me puse a tope con libros nuevos, el Fake, de Léo Quievreux, y el Diario de un hueso curvo, de Pablo Besse, a quien no llegué a conocer personalmente, pero con quien hablé mucho mientras estábamos confinados, él en Buenos Aires y yo en Bilbao. Otro libro premonitorio, muy intenso y especial. Las imprentas estaban a medio gas y me los entregaron en diciembre, tarde para distribuir. Tampoco hubo manera de venderlos y mostrarlos con todo medio cerrado. Salvé el año con una ayuda pública. Agur, amante, de Juan Carlos Eguillor, primer cómic presentado en el Museo de Bilbao. Publicaste la historieta Agur, amante, de Juan Carlos Eguillor, y conseguiste presentarlo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, algo inédito para un cómic. ¿Se reconoce el cómic como una de las Bellas Artes? En las artes plásticas, no reconoce ni a los artistas, a no ser que sean de la cuadrilla al mando. Y suelen demostrar poco interés en otros ámbitos, desde la fotografía a la poesía, a no ser que la utilicen ellos mismos. En realidad, es porque hay mucha precariedad en ese mundillo, así que suelen ascender los más capullos y los más pelotas. Los del cómic alternativo me parecen más acogedores. Ese mismo año, salió El fin del Gran Arte, de Julio César Pérez, un cómic del que enseguida aparecieron reseñas de especialistas y aficionados que se lo habían comprado sin conocer al autor. Se opina con más libertad y el ambiente es más alegre, aunque haya las mismas pobrezas y mafias que en todas partes, por supuesto. Además, me gusta que tiene una estructura ya establecida de librerías, distribuidoras, ferias y opinadores, con lo que es más fácil llegar a los lectores, algo muy complicado con los fotolibros o los libros de arte. Vuelven las ferias, una guerra, la recesión… ¿Cómo ves el futuro? ¿Proyectos? Con optimismo. Tampoco lo miro mucho, porque siempre tengo líos que resolver para el día siguiente. El primer semestre ha sido de los peores que recuerdo y las ferias han estado como en los mejores tiempos. Todo está raro. Sacaré un fotolibro y un par de cómics, y, luego, ya veremos. Estoy cambiando de ciclo.

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