Como manifiesta aquel tango de los años 30 del gran Carlos Gardel basado en el poema de su incondicional Alfredo Le Pera, parece que toca volver, pero a menudo es harto difícil volver cuando ni siquiera nos hemos ido, o el lugar donde regresamos está cargado de más incertidumbre, si cabe, de la que ya existía.
Pero, ¿no debería ese regreso de conllevar implícito también ese componente de ilusión a unas nuevas formas de vida? Mi respuesta es un rotundo «sí». A pesar de todo, de lo que supone combatir una pandemia mundial, colosal e inesperada, donde el desastre salvaje, las tristezas y las roturas emocionales son inmensurables y los futuros de muchos negocios y puestos de trabajo más que inciertos… es necesario volver y hacerlo con todo y a por todo, ahora más que nunca, sintiendo que si la vida nos ha dado un espacio más no podemos ser tan ruines de desperdiciarlo.
Y, en esas, nos enfrentamos a los proyectos, a la escasez de los mismos, al estrés, a las desidias ante lo incierto y a ese enmarañado rompecabezas de seguir construyendo nuestra profesión y formas de vida.
No es tiempo de lamentos, quejas o lloros: es tiempo de gestos y acciones, de buscar aliados, encontrar las ganas y trazar todas aquellas estrategias y herramientas que sean útiles para continuar o romper con todo… Y volver, pero esta vez en serio.
En estos mismos instantes el mundo se está enfrentando a diferentes crisis. No se trata tan solo de una crisis económica más, sino que esta, como ya ha acontecido en la historia en más de una ocasión, va unida a múltiples crisis, y la que quizás está más ligada a nuestra cotidianidad es la de identidad; puede que en algunos casos personal, pero también profesional.
Y tras esa «frente» del titular –marchita o no– podemos encontrar la materia prima que nos aportará las soluciones. La primera acción que habrá que llevar a cabo tendrá que ver con el cerebro: es necesario activar y resetear el cerebro para engendrar. Y, aunque sea carne de autoayuda, avivar el optimismo y la positividad. Es necesario crear escenarios para que las cosas sucedan y en ningún caso esperar que sucedan por sí solas… Y es necesario cambiar; lograr la mejor versión de sí mismo y de lo que se hace; apostar por vivir y dejar de lado la supervivencia ya que, como demuestra una y otra vez esta secuencia en la que estamos inmersos… puede finalizar en cualquier momento.
Quizá cuentes con todo eso y te estés planteando de qué te sirve si los clientes no existen, los proyectos no llegan o las respuestas a esa búsqueda de trabajo es el silencio. Si es así, por eso mismo es necesario cambiar y resetear. Están ahí. Las oportunidades, los clientes, las nuevas maneras de ser, la vida… solo tienes que buscarlos.