A más de noventa años de su nacimiento recordamos a Tomás Gonda, figura clave del diseño argentino. Nacido en Budapest (Hungría) en 1926, Gonda tuvo además una actuación esencial en la Escuela de Ulm. Un visionario del diseño y la identidad corporativa, de quien se recuerda su bonhomía y dedicación por el diseño.
Cuenta la historia que en cierta ocasión, luego de diseñar la marca para computadoras NeXT, el diseñador Paul Rand recibió una carta de puño y letra afectuosa. La carta se expresaba en términos de admiración y respeto acerca de la flamante marca desarrollada por el neoyorquino. Según quienes lo conocieron, la inmensa figura de Tomás Gonda (1926-1988), quien protagonizara el citado intercambio epistolar con Paul Rand, atrae tanto por su humanidad como por su visión del mundo en general y de la profesión del diseño gráfico en particular. En palabras del propio Rand, «fue un hombre al que le preocupaban los otros y el trabajo que hacían».
La obra gráfica de Tomás Gonda, figura plena de matices, sin embargo, no es especialmente difundida como la de muchos de sus contemporáneos. A Gonda se le atribuye un papel destacado en la fundación crítica del diseño en Argentina, así como un aporte intelectual en el desarrollo de la Escuela Superior de Diseño HfG de Ulm en Alemania. Como figura de la Modernidad, Gonda habilitó una vertiente innovadora y vanguardista del diseño gráfico en Sudamérica, tanto en Montevideo como en su larga estadía en Buenos Aires.
La línea histórica
Nacido en Budapest (Hungría), Gonda egresó en 1946 de la Academia de Bellas Artes de Budapest, y en ese mismo año estudia y trabaja en el estudio de Almos Jaschik, además de hacerlo como fotógrafo independiente. En 1948, a la edad de 22 años, se traslada a Montevideo con sus padres, donde aprende el idioma castellano y ejerce como diseñador. Al año siguiente viaja a Buenos Aires, donde trabaja de forma independiente durante los primeros años. También ejerce para la agencia Lintas y la agencia de Ricardo de Luca –donde rediseñó la marca de Aerolíneas Argentinas y participó en el diseño de sus folletos–, para luego afirmarse con Gonda Diseño, su propio estudio. Son años muy importantes para el diseño argentino, en un contexto desarrollista de la industria nacional. Entre otros sucesos, en 1951, Tomás Maldonado, Alfredo Hlito y Carlos Méndez Mosquera fundan Axis, primer estudio de diseño integral argentino. Méndez Mosquera también funda Cícero Publicidad, una agencia con distintas áreas, donde se incorpora el departamento de diseño en lugar del habitual departamento de arte.
En 1958, Tomas Gonda se traslada a Alemania, a instancias de una invitación de Tomás Maldonado, para sumarse al equipo de docentes de la Hochschule für Gestaltung de Ulm, donde Otl Aicher, Hans Gugelot y el propio Maldonado oficiaban como rectores. En ese período, el nuevo enfoque de enseñanza de HfG estimuló la investigación dentro de la escuela, comparando los principios de la gute form con las exigencias reales de diseño, fomentando una enseñanza más científica del diseño y asumiendo las leyes del mercado, la automatización industrial y los progresos de la técnica.
En 1967 Gonda se traslada a Italia, donde se desempeña como Director de Diseño en Rinascente–Upim de Milán y como consejero de Pirelli, donde se destaca su multipremiada producción gráfica para la empresa. Acaso como explica la autora Lorraine Wild «para los diseñadores europeos, la ciudad de New York, y por extensión Estados Unidos parecía un lugar que cultivaba una alta expresión de Modernismo», Gonda viaja a Estados Unidos para asociarse a Plumb Design Group, y establecerse finalmente con Gonda Design en la ciudad de Nueva York.
Quien reconstruye en forma detallada la apasionante vida de Gonda es Philip B. Meggs en su libro Tomás Gonda: Una vida de Diseño (1993), editado por Anderson Gallery, de Virginia Commonwealth University. Meggs, –quien además diseñó el libro–, detalla en texto e imagen el derrotero del húngaro, con testimonios de Massimo Vignelli, Carlos Méndez Mosquera y Tomás Maldonado, entre otros, legando un libro paciente en la investigación y de espíritu crítico. En Argentina, la difusión del libro coincidió con una importante muestra en el Museo de Arte Moderno, donde se exhibió su obra gráfica, sus collages y sus pinturas geométricas con papeles plegados, luz y efectos de color.
Su amigo Vignelli, en el prefacio del libro escribe: «La vida de Tomás Gonda acertaba, callada cuando era necesario, brusca cuando era requerido. Su talento y su elegancia se expresaban en su obra por medio del esmero con el cual escogía la tipografía y su selección de colores por oposición al uso indiscriminado de los matices. Al trabajar con él, uno aprendió la importancia relativa del diseño gráfico en un contexto mundial. Su inteligencia siempre pudo rebajar el egoísmo a niveles razonables. A fin de cuentas, el diseño no es más que la solución de un problema y no es arte. Lo que hace interesante la solución es la inteligencia.»
Ciudadano del mundo
Lo interesante del trabajo de Tomás Gonda es la premisa del modernismo europeo que impuso en Argentina, así como en 1937 sus compatriotas György Kepes y László Moholy-Nagy lo hicieran en Estados Unidos. En su serie de piezas gráfica para Editorial Mandrágora, Grabados Cuyo, Gador y otros trabajos de identidad corporativa de ese período se descubren influencias del cubismo, el dadaísmo y en cierta manera el futurismo, aunque en piezas de diseño comercial como catálogos, folletos y revistas. Sus metáforas visuales, el uso de colores primarios («me gusta usar el color cuando quiero comunicar color») y las formas geométricas –Gonda era un apasionado de la forma cuadrada- le aportaron al diseño gran vitalidad a la gráfica de entonces.
En su aspecto de gentilhombre Tomás Gonda decía acerca de sus gustos cotidianos «sueño en blanco y negro, podré colorear mis sueños después.» Para él «todo era una instancia, un acto de diseño: su entorno, su trabajo, sus lápices, sus anteojos de sol, sus trajes, sus corbatas, sus zapatos, todo su universo propio y amado», según lo describe Carlos Méndez Mosquera. Pero además, su pasión y estudio de la gráfica oriental lo encontró trabajando en distintas piezas de diseño para el Instituto Argentino Japonés de Cultura, entre ellas la revista Bunka. Japón, para Gonda era una fuente de inspiración exaltada. Admiraba la cultura japonesa tradicional por la combinación de diseño y formas en los aspectos de la vida cotidiana. En un texto escrito años después por el propio Gonda, explicaba sobre Japón, al que visita en una serie de ocasiones: «Mi conciencia de la estética japonesa proviene de una época desde hace unos treinta años cuando vivía en Argentina. Los libros, los objetos y los amigos japoneses siempre ganaron acceso en mi vida.»
Sobre las influencias europeas en Argentina, dice Rubén Fontana en el número XLVI-I de revista Print, –en un artículo extenso dedicado al diseño argentine– que «la identidad cultural que une a la Argentina con Europa data de sus comienzos como Nación. A diferencia de otros países latinoamericanos que siguieron desarrollando sus culturas nativas después de la colonización, la Argentina con una fuerte inmigración centro europea, aceptó rápidamente como propios los modos culturales del viejo continente». En perspectiva, la experiencia de Gonda alrededor del mundo con marcas símbolos de una época como Herman Miller, Pirelli, Lufhtansa, Wilkhahn Sitzmöbel y su diseño para HfG de Ulm lo ubica en una posición de privilegio respecto al desarrollo en ciernes de la profesión, un testigo sabio que supo ejercer la disciplina en cada país en el momento indicado.