Este packaging huele ¡a tinta de vino!

Ensayo error. El estudio Ladyssenyadora no ha parado de experimentar hasta dar con la fórmula que les permitiera imprimir 125 etiquetas elaboradas con tinta de vino. Un experimento loco que le da a la profesión otro sentido y cuyo resultado no deja de sorprender.
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¿Qué diseñador en su sano juicio se atrevería a imprimir un proyecto con tinta de alimentos? Vayamos un paso más adelante e imaginemos que insistimos en esa idea-locura y con la mejor de nuestras caras le decimos al impresor: «estas 125 etiquetas de vino me las imprimes en tinta de vino». A buen seguro que la cara se le queda en un color sepia pálido.

Afortunadamente, la locura existe en este extraño y complejo mundo que es el del diseño y la creatividad. Y esa misma locura es la que ha llevado al estudio catalán Ladyssenyadora a desarrollar un proyecto de packaging inusual. Tinta de Vi consiste en una serie limitada de 125 botellas de vino cuyas etiquetas se han impreso con una tinta creada artesanalmente a partir del propio vino.

«La idea de imprimir con alimentos planeaba sobre nuestras cabezas desde hace tiempo», nos explica Jordi Roca, del estudio Ladyssenyadora, quien nos confiesa que ya se habían planteado imprimir con «tinta de calamar», incluso «por qué no, con tinta de sardina» en otros proyectos. Quien escribe estas líneas confiesa que el apéndice nasal le delata y tiene un umbral olfativo muy fino. Por tanto, ante esta afirmación la siguiente pregunta era inevitable. ¿Y el olor? Es decir, pensar en una etiqueta con olor sardinas no es muy agradable, menos aún cuando nos imaginamos n un almacén cajas y cajas apiladas del producto.

Nuestra extrañeza le lleva a Jordi a aclarar que lo que aparentemente puede parecer un disparate no lo es tal: «antiguamente se imprimía a base de pigmentos elaborados con alimentos». Por otro lado, nos explica que «encima de una pantalla de serigrafía puedes poner todo lo que quieras; otra cosa es imprimir». Y aunque ni la tinta de calamar ni la de sardina salieron adelante y por tanto desconocemos su olor sobre las etiquetas del producto, sí que sabemos que las etiquetas de tinta de vino huelen «a vino y a bodega», pero con un aroma atenuado.

El cromatismo es la otra cualidad que hace que las etiquetas de tinta de vino sean únicas. «El vino se oxida según la humedad, la temperatura, la luz…», aclara Jordi, «el sol va a su ritmo y eso deja su huella», lo que inevitablemente provoca que cada una de las etiquetas tenga su propio matiz burdeos. Un resultado es «increíble», «bello» y que además «vimos que funciona y que incluso tiene su relación Pantone», destaca Jordi.

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EL PROCESO
Aventurarse en algo así requiere su tiempo. El proceso hasta dar con la tinta de vino adecuada para imprimir ha sido costoso [podéis comprobarlo en el vídeo del making of, abajo]. «Dos meses de trabajo, aproximadamente, pero dado que había otros proyectos que atender en el estudio, no hemos dedicado todo ese tiempo por entero», aclara Jordi. Hasta dar con la fórmula precisa «ha habido más errores que aciertos». En una primera fase, Ladissenyadora estuvo presente en el proceso de creación del vino, ese primer intento no funcionó.

Después experimentaron con los cartuchos de tinta de su impresora doméstica de chorro de tinta; los rellenaron con la tinta creada y ¡sorpresa!, vieron que funcionaba aunque el color era un «rosa atenuado». Finalmente, la solución llegó dejando que el vino secara al sol, dando como resultado la textura como mermelada que finalmente se llevó al impresor quien atónito les dejó una hora para hacer la tirada.

TINTA DE VI from Ladyssenyadora on Vimeo.

Si quieres intentar realizar un proyecto con una ‘etiqueta imposible’ elaborada con tinta de vino, sólo necesitas tener un cliente que te pague en especias. En el caso de Ladyssenyadora fueron 150 botellas de vino, pero ¿y si probamos con otros productos: chocolate, mermelada, azafrán, aceitunas, cerveza, jamones…? Quién sabe, todo es ponerse a ello y probar.
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