Descripción
En una época en la que nos vemos obligados a afrontar grandes y tumultuosos cambios en distintos frentes, desde el medioambiental hasta el tecnológico, Alice Rawsthorn explora cómo las nuevas generaciones de diseñadores se valen de las herramientas digitales para perseguir sus objetivos sociales, políticos o ecológicos. En esta recopilación de textos inéditos, la galardonada crítica de diseño aborda aspectos esenciales del diseño contemporáneo como su rol en la interpretación de las nuevas tecnologías, su papel ante la crisis medioambiental o su función en la expresión de nuestra identidad y actitud.
Atendiendo a los grandes retos y transformaciones en el diseño contemporáneo, ‘El diseño como actitud’ nos ofrece una lúcida visión sobre el impacto que este ejerce sobre nosotros, ahora y en el futuro.
Extracto del libro
prólogo
Aquel año no había empezado bien. Después de haberse pasado seis años bregando con una serie de crisis financieras y conflictos políticos en su esfuerzo por establecer una nueva escuela de diseño en Chicago, a principios de 1945 László Moholy-Nagy se encontraba otra vez peleado con la junta, esa vez al respecto de la escasez de alumnado. También se enfrentaba al reto de encontrar unas nuevas instalaciones para cuando venciese el arrendamiento de la escuela, aquella misma primavera. La primera escuela que Moholy-Nagy abrió en Chicago había terminado cerrando poco después de un año, y a la segunda no se le auguraba mejor suerte. Al final consiguió imponerse a la junta y la escuela sobrevivió, pero la batalla por salvarla le pasó una brutal factura.
Moholy-Nagy había confiado en que, en aquel año de 1945, en el que cumpliría 50 años, podría dedicar más tiempo a escribir el libro sobre teoría visual que había iniciado dos años atrás. Pero los problemas de la escuela resultaron ser tan fastidiosos que se pasaba los días enteros dando clase y realizando labores de administración, y las noches, empantanado en los proyectos de diseño comercial con los que mantenía económicamente a su familia, por lo que solo podía arañarles unas pocas horas a los fines de semana para trabajar en su libro. Para empeorar todavía más las cosas, Moholy-Nagy cayó gravemente enfermo en el otoño de 1945; le diagnosticaron leucemia. Incluso estando ingresado en el hospital, le insistía a su mujer para que en sus visitas le llevase portfolios de fotografías, dibujos y notas para poder seguir trabajando en la maqueta del libro entre transfusiones, inyecciones y radiografías.1
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