Stephen Shore, fotografías que trascienden más allá de la belleza neutra e inexpresiva

Stephen Shore es uno de los fotógrafos más influyentes en las últimas tres décadas. Sus aportaciones al lenguaje fotográfico han supuesto una importante renovación de esta disciplina sin dejar de despertar el interés en distintas generaciones de autores, especialmente para los fotógrafos más jóvenes para quienes sigue siendo una referencia indiscutible. La Fundación Mapfre acoge hasta el 23 de noviembre una vasta e imprescindible retrospectiva de su obra.
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La obra Stephen Shore (Nueva York, 1947) es sustancialmente valiosa para comprender la actualidad de la escena contemporánea y profundizar en los fundamentos de algunas de las prácticas fotográficas hegemónicas de los últimos años. Shore ha evitado muy conscientemente acomodarse a fórmulas establecidas. En su obra encontramos una constante interrogación sobre los condicionamientos de esa mediación operada por la cámara fotográfica, así como sobre las modalidades y géneros del lenguaje fotográfico. Incluso ha trascendido aquellas nuevas convenciones que su propio trabajo ha contribuido a generar, dando lugar a proyectos formalmente muy diversos.

De igual modo es importante destacar que su obra encarna las complejas operaciones de intercambio y retroalimentación que se produjeron entre el mundo del arte y el ámbito fotográfico a partir de mediados de la década de los 70, dialéctica que ha marcado la evolución de la práctica fotográfica hasta hoy.

Stephen Shore empezó a edad temprana. Descubrió la obra y el temperamento de Walker Evans, con quien conecto desde muy pronto. Andy Warhol fue casi un mentor y su experiencia en la Factory –que frecuenta asiduamente entre 1965 y 1967– contribuyó a la adquisición de una formación autodidacta atípica.
Entre 1969 y 1971, realiza una serie de piezas de base conceptual. La contención expresiva y el registro sistemático constituyen un distanciamiento con las posturas centradas en «el instante decisivo» o la subjetividad del autor, con las que el fotógrafo de Nueva York no comulga. En estas primeras obras ya se detecta su deseo por investigar las condiciones y los efectos que impone la cámara, en la percepción del mundo.

En los 70, Shore lleva a cabo diversos proyectos que indagan sobre a los usos y modalidades del lenguaje fotográfico y, muy específicamente, sobre la estética de la fotografía amateur y utilitaria: la estética de la instantánea. Greetings from Amarillo. Tall in Texas y American Surfaces son algunos ejemplos. Tras experimentar con una cámara de juguete, realiza un set de diez postales perfectamente impresas según los estándares de la época, que ilustran una serie de monumentos locales de la ciudad de Amarillo. Tan sólo un detalle delata su operación: además del carácter totalmente anónimo de los edificios elegidos, en el dorso de las postales se elude cualquier información sobre su localización, convirtiendo así los lugares fotografiados en misteriosos souvenirs de una ciudad sin nombre.

Su investigación prosigue en American Surfaces en torno a lo que Shore ha definido como snapshotness, cuya mejor expresión se revela precisamente en aquello que podía interpretarse como un error o una dejadez por parte del fotógrafo. El diario visual que realiza en sus viajes por Estados Unidos no muestra en realidad vistas espectaculares, ni lugares memorables o momentos culminantes. Todo viene fotografiado con un estilo presuntamente neutro, sin emoción, aparentemente anónimo –como el propio tema que representaba–, imitando de forma consciente los rasgos de la estética amateur.En 1973 Stephen Shore cambia de registro. Decide trabajar con una cámara de gran formato y matizar la apariencia de sus imágenes como instantáneas. Una línea estética que sigue contradiciendo las convenciones de la época. Además del blanco y negro, prevalece el 35mm. Sigue inspirándose en los mismos temas de American Surfaces aunque irá modificando su práctica en las composiciones, cada vez más complejas, en las que destaca un virtuosismo hasta entonces encubierto. La serie Uncommon Places plantea también problemáticas cada vez más sutiles acerca de la representación del territorio y la visualización de esas fuerzas culturales –económicas y políticas– implícitas en las diversas expresiones en que se manifiestan y toman cuerpo: en las formas decorativas, arquitectónicas y urbanísticas. De ahí pasa a la serie Road Trip Journal, compuesta de todo tipo de documentos que encuentra en su periplo: postales, tickets o facturas que le fascinan, artefactos culturales, etc.

En 1980 deja Nueva York y se instala en el estado de Montana. Allí el paisaje se convierte en un laboratorio visual en el que afronta nuevos retos. La cuestión de la perspectiva, explorada en Uncommon Places, vuelve a formularla atendiendo a nuevos desafíos: ¿Cómo comunicar el sentido del espacio y del lugar sin los dispositivos habituales de un entorno urbano? El tipo de contemplación al que invitan estas imágenes remite a la idea del paisaje como un modelo mental instituido por el arte con el que experimentamos el entorno. Shore trascienden la representación del territorio geográfico para poner de relieve cómo la percepción, mediada por la fotografía, impone un determinado horizonte de expectativas que modela nuestra comprensión y experiencia del lugar.

En los 90 salta al blanco y negro. Un nuevo giro en su carrera sorprendente, tanto por la deliberada planificación a tan largo plazo, como por el hecho de abstenerse del uso del color, justo cuando se había impuesto de forma incuestionable en la fotografía artística, precisamente gracias a su trabajo. La serie New York City culmina esta década en blanco y negro. Shore se propone reevaluar el estilo de la street photography con una cámara de placas.

En 2003, Stephen Shore inicia el proyecto Print on demand. Sirviéndose de un nuevo programa de autoedición de fotolibros que le permite controlar todas las fases de elaboración, a excepción de la impresión, realiza una serie de libros cuyo proceso no le lleve más de 24 horas. Ya en 2012 y 2013 realiza la serie Ucrania donde retrata a algunos de los últimos supervivientes del holocausto. Y ya en Winslow, a pesar de trabajar con una cámara digital, Shore se somete voluntariamente a la misma economía de medios empleada con la cámara de gran formato: una única toma para cada tema, aunque por razones muy distintas.

Stephen Shore – Retrospectiva fotográfica

Fundación Mapfre
Del 19 de septiembre al 23 de noviembre de 2014
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+info: stephenshore.net

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