«Santboiana», un sistema tipográfico diseñado por Iván Castro para su Sant Boi natal

Aprovechando la creación de la tipografía para su ciudad, hablamos con el diseñador Iván Castro sobre el proceso creativo y el sentido de las tipografías en la marca territorio.

Iván Castro es un diseñador de múltiples registros. Conocido sobre todo por su faceta de especialista en lettering y caligrafía, cuando se presenta la oportunidad lleva a cabo incursiones altamente fructíferas en el mundo del diseño tipográfico. Como en el caso de «Santboiana«, un sistema tipográfico encargado por el Ayuntamiento de Sant Boi para la marca territorio de la localidad catalana, ciudad natal del propio Castro.

Hemos charlado con el diseñador para que, entre otros pormenores del proyecto, nos hable de las implicaciones emocionales de diseñar la tipografía de tu propia ciudad y del hecho de que el Ayuntamiento recurra al talento local para este tipo de trabajos creativos. «Santboiana» es un proyecto desarrollado por Castro en colaboración con E2S, agencia de branding con gran experiencia en marcas territorio.

«Santboiana» tiene tres estilos, pero también podríamos hablar de seis, si tenemos en cuenta como tales los alfabetos alternativos. Considerando que se trata de un proyecto de diseño de considerable envergadura, ¿cómo ha sido el proceso de trabajo? ¿Empezaste por la versión «pincel»? ¿Cuál vino primero?

Bueno, yo creo que aunque tengamos versiones alternativas de todas las letras y, por tanto, seis alfabetos, siguen siendo tres estilos, ya que las versiones estándar y alternativas están pensadas para trabajar de manera complementaria. 

Y sí, es verdad que una cosa es tener esta idea y otra ejecutarla, fue bastante complejo. Lo cierto es que la primera versión, tanto en el proceso de conceptualización y primeras pruebas para el cliente como a la hora de ejecutar las tipografías finales, la primera fue la versión «sans serif».

«La idea era, aun partiendo de una estructura con reminiscencias modernistas, hacer una familia lo más contemporánea y sintética posible, evitando un aspecto histórico»

Iván Castro

En ese sentido, la «sans» me ayudó bastante a simplificar formas. Después, pasar estas formas a la «serif» fue bastante reto, especialmente en las versiones alternativas y las ligaduras, que son formas más «especialitas», porque no todo lo que funciona en la sans es aplicable a las características de las «serifs» contrastadas. La de pincel, de hecho, es la última, pero esto fue fácil porque fue calcar la estructura y el peso de la «sans serif». 

El sistema tipográfico viene con instrucciones. Me parece realmente interesante el modo en que lo habéis resuelto usando el teclado para el paso del alfabeto estándar al alternativo. ¿Nos puedes hablar sobre cómo has vivido el proceso de producción junto a Jordi Embodas?

Sí, el sistema viene con una guía de aplicación porque es para el Ayuntamiento, donde va a ser utilizada por personas que no necesariamente son profesionales del diseño ni están acostumbradas a trabajar la tipografía de manera compleja. Durante las reuniones y presentaciones del proyecto, veía bastantes cejas levantadas y resoplidos por parte de algunas personas de diferentes departamentos al ver la complejidad de lo que se les venía encima, así que intentamos usar las mínimas características OpenType y buscar soluciones más simples.

Así que para la versión alternativa, optamos por colocarla en la caja baja, ya que al no tener minúsculas, teníamos el hueco disponible. Esto es un viejo truco de la época preOpenType. Y con Jordi, pues muy fácil. Somos amigos desde hace unos doscientos años y ya hemos hecho bastantes proyectos comerciales juntos.

¿Ha sido muy complejo el paso del papel a la pantalla?

Nada complejo, ya que de hecho apenas hay papel más allá de algunos primeros bocetos de concepto. Como empecé por la sans y quería unos grosores muy homogéneos y controlados, dibujé casi todo directamente en vector. Excepto la de pincel, que sí está hecho todo con pincel de verdad, escaneado y vectorizado automáticamente con Illustrator, y de ahí directamente a Glyphs.

Eres un diseñador con múltiples registros, lo que evidencia un conocimiento profundo de las formas de las letras. ¿Qué ha supuesto para ti a nivel de aprendizaje llevar a cabo un proyecto como «Santboiana»?

Ay, gracias. Me esfuerzo mucho en ello, en no encasillarme en algo específico. No es que busque salir de mi zona de confort, que es un concepto que estoy harto de escuchar, sino que intento hacerla cada vez más grande. Lo cierto es que cualquier proyecto de diseño de tipografía me hace crecer como profesional, ya que no es lo que suelo hacer. Mi trabajo generalmente se enfoca más al lettering y la caligrafía. Y en este caso, con toda su complejidad, supongo que el mayor reto fue adaptarme a la necesidad del proyecto.

«No es que busque salir de mi zona de confort, sino que intento hacerla cada vez más grande.»

Iván Castro

Pensemos que es algo muy implicante, es una tipografía que voy a ver por todas partes a partir de ya y que se debería usar durante muchos años. Así que encontrar el punto justo entre hacer algo serio, institucional y duradero, pero que, al mismo tiempo, sea emotivo, característico y con lo que la ciudadanía se pueda identificar, ha sido lo más difícil. Lo cierto es que ya se ha empezado a aplicar y las reacciones que estoy recibiendo son muy buenas.

El diseño de «Santboiana» te ha dado la oportunidad de sumergirte en la historia de Sant Boi y mencionas el Modernismo de primeros del siglo XX como una época crucial a nivel estético y cultural en la ciudad. ¿Cómo ha sido el proceso de recoger las influencias estéticas de ese momento histórico y trasladarlas a la segunda década del siglo XXI?

Complicado, la verdad. Lo cierto es que, en los primeros bocetos de la tipografía, la inspiración modernista era mucho más evidente, algo que fue rechazado por el Ayuntamiento y que, viéndolo ahora en perspectiva, fue una decisión adecuada. Era un poco rara. La versión final sigue recogiendo esta herencia, pero no tiene aspecto histórico a no ser que tengas muy interiorizadas las formas modernistas y seas capaz de reconocerlas en algunos gestos. Pero, volviendo al proceso de investigación, fue muy interesante. De hecho, el primer nombre de la tipografía fue «Arlovina», un topónimo local que se remonta a la época feudal y que me parece precioso como nombre de tipografía, pero finalmente decidimos aplicar un nombre más reconocible.

«El primer nombre de la tipografía fue «Arlovina», un topónimo local que se remonta a la época feudal y que me parece precioso como nombre de tipografía»

Iván Castro

Hablando de la parte más sentimental del proyecto, ¿qué significa para ti diseñar la tipografía para la ciudad donde naciste y vives?

Pues lo cierto es que, en la primera reunión donde se me planteó la idea, antes de la pandemia, no me creía lo que estaba escuchando. Generalmente, las ciudades pequeñas no prestan demasiada atención a la tipografía de manera específica, y aquí me estaban pidiendo a mí diseñar una tipografía que refleje el espíritu de la ciudad. Menudo subidón. Además, yo soy de Sant Boi, vivo en el barrio antiguo desde hace bastantes años, pero en realidad siempre he estado bastante deslocalizado, siempre trabajando para cualquier otro sitio, y eso es algo que en los últimos años está cambiando. En casa participamos mucho más de la vida local a nivel profesional y cotidiano, y creo que es lo que toca. Y al revés también, ojo, el Ayuntamiento tira cada vez más de talento local para las campañas, lo que es fantástico, porque hay muchas personas haciendo cosas muy interesantes. 

Yo estoy convencida del enorme valor añadido que aporta una tipografía a medida a cualquier proyecto de diseño, ya sea «branding» o marca territorio. ¿Qué opinas al respecto? ¿Cómo animarías a las marcas a que se lanzaran a por su propia tipografía a medida?

Estoy muy de acuerdo. Tengo que decir que en ocasiones veo tipografías a medida que acaban siendo proyectos impecables pero algo faltos de carácter. Es decir, creo que encargar una tipografía corporativa y acabar con algo demasiado neutro es poco valiente y, además, se acaba diluyendo la idea principal de tener una tipografía ad hoc, que es marcar individualidad. ¡Clientes, dejen volar libres a sus diseñadoras de tipos!

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