«Por un agitprop del futuro» por Óscar Guayabero

El autor afirma que los diseñadores tenemos la obligación de ayudar a generar nuevos imaginarios de futuro que no sean apocalípticos, y la propaganda de agitación es una herramienta.

Durante estos meses estoy inmerso en una investigación, que dará como fruto un libro por encargo de la WCD Valencia 2020. Sin importarme hacer spoilers, os diré que la conclusión a la que hemos llegado, después de nuestra búsqueda de referentes, actuales y pasados, alrededor del concepto utopía y su reverso tenebroso, la distopía, es que necesitamos comunicar el futuro, o mejor dicho, los futuros posibles que tenemos por delante. 

Agitprop (propaganda de agitación o agitación y propaganda) es una estrategia política, difundida a través del arte, de la literatura y de otros medios, usando como métodos la agitación y la propaganda para influir sobre la opinión pública y de este modo obtener créditos políticos.

El término tiene como origen la revolución bolchevique y en ese momento, los conceptos, tanto de agitación como propaganda, no tenían connotaciones negativas sino más bien lo contrario. Utilizar todos los medios a su alcance para conseguir un objetivo mayor, para ellos, era legítimo. En gran parte el salto de Rodchenko del arte a la comunicación y el diseño viene de esa estrategia.

En este camino hay que hacer referencia a Várvara Stepanova, artista básica para entender el nacimiento del constructivismo. Stepanova escribió: «Una pintura, transformada en experimento y datos científicos, da la fórmula para la producción de una nueva forma de vida».

Las composiciones geométricas abstractas de los constructivistas no se crearon para explorar el espacio y la materia en una galería, sino que se convirtieron en modelos para nuevos diseños industriales. Los artistas usaron sus habilidades e imaginación para la arquitectura, el espacio urbano, la ropa, los gráficos y el activismo social.

Rodchenko como Stepanova proponían un arte que plasmara la realidad social y fuera accesible a las masas, sin rebajar el nivel de experimentación con nuevos lenguajes. «El futuro es nuestro único objetivo», proclamaron. La propia autora Várvara anunció en 1921 su paso de la pintura de caballete a la «creatividad utilitaria».

Rodchenko y Stepanova participaron en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, que tuvo lugar en París en 1925. El Pabellón Soviético presentaba carteles y diseños teatrales de Rodchenko. Los visitantes quedaron particularmente impresionados con las obras de agitprop en papel de Rodchenko: carteles publicitarios brillantes e ingeniosos.

Una de las principales exhibiciones en el pabellón fue el interior de Rodchenko para un Club de Trabajadores. Se planteó como un espacio multifuncional en el que la sencillez de las formas reflejaba los nuevos ideales estéticos. El trabajo de Varvara Stepanova se incluyó en dos secciones del pabellón: teatro y textiles. En la sección de teatro mostró escenografías y vestuario para la obra La muerte de Tarelkin.

En 1928, Stepanova diseñó un uniforme deportivo unisex con un llamativo diseño geométrico que acentuaba el movimiento del atleta. Con líneas audaces que intentaban hacer más estéticos los saltos, carreras, flexiones y movimientos de su usuario. En el momento en que Stepanova creó estos uniformes, los problemas de sostenibilidad ambiental eran solo una sombra en el horizonte.

Lo que estaba en juego para los constructivistas era la sostenibilidad humana: el cuidado de los trabajadores, el respeto por las personas a través la abolición de las divisiones de clase, las oportunidades para las mujeres, una sociedad que pudiera proporcionar lo mismo para todos. Stepanova escribió un artículo para la revista LEF llamado «El traje de hoy es ropa de trabajo». Sus uniformes son lineales y andróginos, buscando en apariencia anticipar un futuro socialista de igualitarismo sexual y de clase. Se abrió un campo de actividad infinito para los constructivistas: vestuario para maquinistas, bomberos, pilotos y para el deporte. En 1923, Varvara Stepanova y Lyubov Popova comenzaron a trabajar como diseñadoras textiles en la Primera Fábrica Calico.

Rodchenko y Stepanova estuvieron muy implicados en la escuela Vjutemás (acrónimo de Talleres de Enseñanza Superior del Arte y de la Técnica), él dirigiendo el departamento de Metal y Madera y ella haciendo lo propio en el de Textiles. Como vemos, a pesar del carácter revolucionario de la llamada Bauhaus rusa, se repetían las divisiones de género en los talleres como en la escuela de Weimar y Dessau. Aun así hay que reconocer el valor de la escuela, poco conocida por aquí.

Vjutemás fue fundada en 1920 por el propio Lenin, un año después que Gropius hiciera su famoso manifiesto fundacional de la Bauhaus donde se hablaba de la construcción de un nuevo hombre para un nuevo mundo. Su objetivo también era utilizar el arte y la arquitectura para crear el «hombre nuevo», produciendo así una renovación revolucionaria de la relación entre el arte y la sociedad. 

Cierto es que, en una Rusia mayoritariamente agrícola, su otro objetivo, el de «preparar maestros artistas de las más altas cualificaciones para la industria, constructores y administradores de la educación técnico-profesional», quedó más en una voluntad que una realidad. Pero al mismo tiempo la escuela, con profesores como Vasily Kandinsky, El Lissitzky, Liubov Popova, Vladimir Tatlin y los ya nombrados Rodchenko y Stepanova fue la cuna de las vanguardias artísticas, el constructivismo, el racionalismo y el suprematismo, y su influencia va mucho más allá del ámbito académico y local.

En todo caso, lo que me interesa de la escuela Vjutemás es la idea de formar a sus alumnos para el agitprop. Si bien podemos poner en duda que el objetivo justifique los medios, es muy potente la idea de educar a sus alumnos para la «construcción del futuro». Esa es la idea que quiero recuperar.

Hemos de trabajar para crear una nueva generación de agitprop respecto al futuro. Tenemos la obligación de ayudar a generar nuevos imaginarios de futuro que no sean apocalípticos. Y lo debemos hacer no pensando en el futuro sino en el presente. La única forma que tener una sociedad que trabaja para mejorar el presente es que sepan que ellos son quienes construyen el futuro que no se lo han robado y que no está escrito.

Ese será uno de los campos de trabajo en el que el diseño va a tener que operar en los próximos años, la recuperación del futuro como un lugar al que poder mirar sin engañarse pero también sin miedo. De eso irá el libro que tengo la suerte de coordinar y que cuenta con textos de otros profesionales y colectivos como: Makea tu vida, Ramón Faura, el Institute for Postnatural Studies, Paloma G. Diaz, Elisabet Roselló (Postfuturear), Jelena Prokopljević o Danielle Porretta. En ese libro, exploramos las posibilidades de dibujar futuros pero lo hacemos con la idea de cambiar, no ya el futuro sino el presente. Urge crear aun agitprop de futuros para que las palabras agitación y propaganda vuelvan a estar al servicio de un objetivo que valga la pena. 

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