Repletas de yuxtaposiciones radiantes e inquietantes, las pinturas de Neo Rauch son espirales infinitas hacia mundos de extraordinaria potencia psicológica y colisiones culturales. Sus escenas involucran al espectador en una historia a la vez mítica, íntima y actual. A través de una profunda reflexión sobre la filosofía, la historia del arte, la literatura y su propio paisaje onírico, las pinturas de Rauch describen los precipicios del progreso y las luchas de la comunicación. Electrificados por sus ricas paletas, los paisajes fragmentarios y los personajes atemporales de Rauch danzan entre lo pop y lo barroco, lo social y lo psicológico, lo gráfico y lo pictórico.
Taschen acaba de publicar El arte de Neo Rauch, un repaso esencial de la figura del artista, en una edición limitada. Esta monografía es la colección más completa de la obra de Neo Rauch hasta el momento. Ofrece un generoso espectro de escritos que nos muestran las complejidades personales, simbólicas y formales de su mundo. El relato sincero y sensible de Wolfgang Büscher sobre una caminata por el barrio de Rauch revela la compasión y la modestia del pintor. Harald Kunde rastrea el desarrollo estilístico de Rauch a través de sus principales hilos semánticos e influencias históricas. Gary Tinterow se inspira en su trabajo en la exposición de Rauch en el Metropolitan Museum para brindar al lector una guía de los símbolos que forman la vasta mitología del pintor. Estos ensayos complementan la obra de Rauch con interioridades que la matizan mientras dejan espacio a las imágenes para que hablen por sí mismas. Dentro de este atlas, los lectores descubrirán la rica densidad y la enigmática franqueza de las pinturas de Rauch.
Nacido en Leipzig en 1960, Rauch inició su actividad tras el Telón de Acero. Sus influencias e intereses están estrechamente ligados a sus penurias personales y los cambios tumultuosos de Alemania Oriental a la caída del Muro. A finales de la década de 1980, una vez concluidos sus estudios en la Academia de Artes Visuales de Leipzig con Arno Rink y Bernhard Heisig, exploró diversas aproximaciones a la pintura en un diálogo con las obras que encontró de Francis Bacon, los pintores neosalvajes y los maestros prerrenacentistas que vio en sus viajes por Italia. Hacia 1993 había llegado al estilo único que, entrelazando figuración y abstracción, caracteriza su obra y le ha brindado atención y respeto a escala internacional.
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