Muere Manolo Molero, fundador de Futurama y referente del cómic en Valencia

El librero abrió en los ochenta la tienda que se convertiría en punto de encuentro esencial para lectores, dibujantes y coleccionistas del cómic en España.

Manolo Molero, fundador de la librería Futurama y figura clave en la historia del cómic valenciano, ha fallecido en Valencia dejando tras de sí más de cuatro décadas dedicadas al fomento de la historieta y la cultura popular. Su nombre queda inevitablemente ligado a Futurama, un espacio que marcó un antes y un después en la difusión del cómic en España.

Molero abrió su primera tienda en 1981, en el barrio de Velluters, bajo el nombre “1984”, inspirada por la revista de ciencia ficción del mismo nombre. Aquel pequeño local fue el germen de Futurama, que en 1983 se trasladaría a la calle Guillem de Castro, donde se consolidó como la librería de referencia para los aficionados al cómic, los fanzines y el coleccionismo.

En una época en la que apenas existían tiendas especializadas, Futurama se convirtió en un faro para los lectores y en un espacio imprescindible para los dibujantes de la llamada “Nueva Escuela Valenciana”, movimiento que en los años ochenta renovó el panorama nacional de la historieta con autores como Micharmut, Daniel Torres o Sento Llobell. Molero, sin ser autor ni editor, desempeñó un papel decisivo: fue el enlace entre creadores, publicaciones y un público cada vez más interesado por el cómic adulto.

Más que una tienda, Futurama fue un punto de encuentro. Allí se cruzaban lectores, coleccionistas, críticos y jóvenes artistas que encontraban consejo y complicidad en su propietario. Molero supo crear una comunidad alrededor de la historieta, trayendo títulos difíciles de conseguir y organizando presentaciones, exposiciones y firmas cuando apenas existían espacios dedicados al medio.

Con el paso de los años, la librería amplió su oferta con merchandising, figuras, revistas y rarezas importadas, manteniendo su esencia de lugar cálido y de descubrimiento. Muchos profesionales del cómic, del diseño y la ilustración valenciana reconocen hoy que su relación con el medio comenzó en las estanterías de Futurama y en las conversaciones con Manolo Molero.

Su fallecimiento supone la pérdida de uno de los nombres más queridos y respetados del cómic español. Desde el Gremi de Llibrers hasta la comunidad de autores y lectores han expresado su pesar por la muerte de quien fue, durante más de cuarenta años, un motor silencioso de la cultura gráfica.

Futurama continúa abierta, gestionada por su equipo y convertida ya en parte del paisaje cultural de Valencia. Pero su historia —y la de tantos aficionados que aprendieron a amar el cómic entre sus estanterías— no se entiende sin el entusiasmo, la cercanía y la tenacidad de Manolo Molero.

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