El dibujante argentino de tiras cómicas Guillermo Mordillo murió la noche del sábado 29 de julio a los 86 años en la isla de Mallorca, donde tenía una casa y pasaba largas temporadas. El trabajo de Mordillo era especialmente conocido por sus personajes meditabundos, algunos alegres y otros melancólicos, además de sus omnipresentes jirafas.
El humorista gráfico que nació en Buenos Aires en 1932, continuaba trabajando hasta la fecha. Mordillo se inició desde muy joven colaborando en revistas de la editorial Codex, en las que ya demostró su gran pasión –además del fútbol– y sus habilidades en el dibujo.
Con apenas 20 años dejó Argentina en busca de otras oportunidades. Viajó a Perú y de allí a Estados Unidos, donde se inició en la ilustración publicitaria. Su meta entonces era Walt Disney, cuyo trabajo en animación admiraba. No llegó a Disney, pero sí participó en varias producciones de animación en la Paramount.
Finalmente, a principios de los 60 se traslada a Madrid, pero la represión de la dictadura le inquieta y se marcha a París. Una fecha crucial fue julio de 1966, cuando publicó su primer dibujo en el semanario francés Le Pèlerin, sin saber el idioma galo; una paradoja que le llevó a que sus personajes no pronunciaran palabra.
«Mis personajes no hablaban porque yo no sabía francés», declaraba con humildad Mordillo para explicar ese contrasentido. El hecho de desconocer una lengua le llevó a inventar un idioma universal con un lápiz, solo a través los dibujos de sus viñetas.
En París inició sus colaboraciones en Paris-Match, Lui o Marie Claire, y a partir de ahí, en los magazines más importantes del mundo. El amor, el deporte, los animales, la política son los grandes temas de Mordillo; viñetas en las que el dibujante narra de forma brillante una historia en la que expone cómo el ser humano se enfrenta a sus miedos, decepciones y alegrías.
Su estilo gráfico es perfectamente reconocible. En el trabajo de Mordillo dominan las formas redondas junto los colores planos para así resaltar el elemento más importante: la figura humana en blanco. Ello sin olvidar sus simpáticas jirafas y el humor siempre presente. Estos elementos en conjunto, le dan a sus viñetas un punto exclusivo y diferencial; llegando a afirmar «el humor es la ternura del miedo».
A pesar de su extensa carrera, el trabajo de Guillermo Mordillo solo ha estado presente en tres exposiciones: una en París a finales de los sesenta, otra en Barcelona y la última en Palma de Mallorca en noviembre de 1989, cuyos fondos se destinaron al tratamiento de niños autistas en la isla mallorquina.