Bill Cunningham murió el pasado sábado en Manhattan a los 87 años de edad tras haber sufrido un derrame cerebral. La noticia fue confirmada por The Times y Reuters.
La fascinación por la moda de este fotógrafo, que nace en Boston en el año 1929, comienza desde que este es pequeño: «No podía apartar los ojos de los sombreros de las mujeres», relata Bill Cunningham en el documental que el director de cine Richard Press rodó de su vida hace cinco años (Bill Cunningham New York).
Le fascinaba la arquitectura y el atuendo que lucían los viandantes. Es por ello que dedicó gran parte de su tiempo a retratar lo que encontraba por las calles, montado en su bicicleta. Narró la Historia de Nueva York.
Fue un hombre de vida humilde. Solía decir que el dinero le resultaba algo muy barato. «La libertad y el atrevimiento es lo más caro». El fotógrafo vivía en un pequeño estudio situado sobre la sala de conciertos Carnegie Hall. Allí vivió hasta el año 2010.
Desarrolló gran parte de su trabajo en dos secciones del diario The New York Times: On the street y Evening hours. Trabajó 40 años para este diario estadounidense. La editora de la revista Vogue, Anna Wintour, decía que todas las mujeres se vestían para Bill. Afirmaciones como esta, y el trabajo original, bien hecho y a pie de calle fue lo que convirtió a Bill Cunningham en una autoridad.
Más que un fotógrafo de moda, este retratista de tendencias urbanas fue un antropólogo de la misma. Un visionario perfeccionista, solitario e inconformista. Hoy, ya solo quedan sus fotografías y su filosofía: «En esta época de réplicas y copias, solo me interesa la gente con estilo, me da igual que sean o no celebrities».