Seis diseñadores profesionales comentan para El País la suma de despropósitos que supone el logo ganador de la candidatura de Madrid para las Olimpiadas de 2020. Entre ellos están Oscar Mariné (Premio Nacional de Diseño 2010), Álvaro Sobrino (presidente de la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos del FAD), Josep María Mir (director creativo de Summa Branding), Roberto Turégano (Premio Asociación Española de Profesionales del Diseño Trayectoria Nacional en 2007), Luis Úrculo (diseñador y arquitecto, creador de proyectos gráficos para Philippe Starck), Jordi Labanda (diseñador e ilustrador).
MADRID 2020, ¿EL LOGO DE LOS GAYS?
Por si fuera poco, nada más conocerse la imagen del logo ganador, la empresa Macaisa, especializada en la fabricación de mascotas gays y que distribuye portodo el mundo, denunciaba que la imagen de la candidatura de Madrid 2020 ha copiado el logo y el dibujo de sus muñecos. Casualidad o no, lo cierto es que la semana pasada la empresa hacía la presentación propia en la fiesta de Fitur, la feria de Turismo.
«Nos han llamado de varios sitios del mundo hoy, como de Londres o Brasil, para decirnos que el logo olímpico era igual que el nuestro», subraya el portavoz de Macaisa tal y como queda recogido en su web. Desde la empresa recalcan que no quieren «tener una actitud de guerra», aunque en su opinión está claro que la imagen de la candidatura olímpica madrileña es una copia.
Los calificativos que por su boca han salido son muchos: chapuza, irresponsabilidad, insensatez, indefendible, pobre… Las carencias del logo pasan por falta de síntesis y de capacidad expresiva; éste no tiene potencia comunicactiva ni claridad, la Puerta de Alcalá… ¿dónde está?; las correcciones de la agencia lejos de mejorar el resultado lo han empeorado; no han pensado en la posterior estampación; el logo no representa ni a Madrid, ni al deporte, ni al futuro, ni a la juventud.
Y ya, para rematarlo todo, colocan una tilde a la «i» [que ya puestos, por qué no dernos de tonterías y decir «Madríz» que suena más castizo].
¿Las conclusiones más llamativas a las que han llegado los expertos? Primero, que los concursos de diseño son un error. Eso sí, hay que tener en cuenta que el estudiante es quien menos culpa tiene, sólo que le falta experiencia para resolver el trabajo. Segunda reflexión, que estamos haciendo el ridículo. Es incomprensible que el logo, algo que genera la imagen que vamos a transmitir por todo el mundo, pueda estar tan mal gestionado.
Nos quedamos con el ejemplo ilustrativo que pone Mariné: ¿qué sucedería si el seleccionador nacional fuese a buscar a los jugadores a los colegios? Estamos convencidos que los españoles se echarían a la calle por ser algo ¡¡in-con-ce-bi-ble!!!
Puedes leer las seis reflexiones al completo en El País.
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