La publicación fue todo un fenómeno editorial en el siglo XX gracias a su carácter satírico, erótico y anticlerical. Durante sus 54 años de vida fue prohibida en numerosas ocasiones
Humor y poder no se llevan bien y, por ello, la historia está repleta de publicaciones censuradas debido a sus feroces críticas contra el sistema establecido. Este fue el caso de La Traca, una revista nacida en Valencia en 1884 que se convirtió en todo un referente de la época por su carácter satírico, erótico y anticlerical; y que fue prohibida, tras muchos intentos, con el ascenso del régimen franquista en 1938. Ahora, el Centro Cultural La Nau de la Universidad de Valencia, recupera sus ilustraciones y las homenajea en la exposición: ‘La Traca. La transgresión como norma’ comisariada por Antonio Laguna y Francesc A. Martínez que podrá visitarse hasta el 15 de enero de 2017.
Apodada la «Charlie Hebdo valenciana», la publicación, sin duda, se atrevió a ilustrar temas bastante polémicos para el todavía costumbrista y tradicional siglo XX. La política y la figura de la Iglesia, entidad que se representó a través de retratos de curas más parecidos a cerdos que a personas, y monjas en actitud insinuante y descarada; protagonizaron la mayoría de viñetas «pecaminosas» de la revista que, por estos motivos, sufrió diversas multas y persecuciones –especialmente bajo la dictadura de Primo de Rivera en la que se llegó a censurar la publicación-.
A pesar de ello, La Traca gozó de gran prestigio y convirtió al periodista Vicent Miguel Carceller, editor de la revista, en millonario. Algunos de los dibujos más conocidos de la revista, por otro lado, llevaron la firma del dibujante Carlos Goméz Carrera, que caricaturizó a Franco con un llamativo tocado de plátanos. La publicación, además, también contó con la colaboración del reconocido escritor Vicente Blasco Ibáñez.
Con una clara línea editorial enmarcada bajo el republicanismo blasquista, la revista viró ligeramente en los años 30 hacia la Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Tras la proclamación de la II República, la revista ganó adeptos, y comenzó a publicarse también en castellano y en la mayor parte de ciudades de la geografía española. Con el triunfo de la dictadura franquista, no obstante, llegó la última etapa de la publicación que, no por ello, perdió su buen humor. Así, y a pesar de que muchos lectores ocultaron sus ejemplares para protegerse, la revista no dudó en difundir dibujos satíricos; entre ellos, uno de Franco en la cama con un soldado marroquí. En 1940, dos años después de que el régimen lograra detener las publicaciones, Vicent Miguel Carceller y Carlos Gómez Carrera fueron fusilados.
‘La Traca. La transgresión como norma’ nos recuerda, inevitablemente, al ataque perpetrado contra la revista francesa Charlie Hebdo, y supone una necesaria reflexión que sitúa a la sátira como sinónimo de libertad de expresión, y apunta hacia el fascismo, el fundamentalismo y la intransigencia como los grandes enemigos del humor.
→ ‘La traca. La trangresión como norma’