Julio Martínez: «Hay mucho que hacer como diseñador en San Francisco»

El méxicano Julio Martínez empezó su carrera en Pentagram San Francisco, cuando en 2001 tenían oficina por allí. En 2007 abrió su propio estudio con otro socio ex-Pentagram, Studio1500. Compagina su labor profesional con la docencia en la ciudad del Golden Gate. Aunque últimamente se interesa por la experimentación gráfica con un proyecto personal como es The lines o Tinta libre. Su visión del negocio de la creatividad en San Francisco es muy interesante si lo comparamos con la realidad en otras ciudades y economías.
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Julio Martínez, foto retrato

¿Cómo resulta trabajar en San Francisco? ¿Es una profesión bien remunerada y reconocida socialmente? En general, muy bien. El diseño es muy respetado y se siente mucha energía. Es una comunidad fuerte, aunque relativamente pequeña (la población general de San Francisco está alrededor de 1 millón). Es decir, que aunque no tengamos los números de una área más grande como Nueva York, a nuestra escala, hay mucho que ver y hacer como diseñador.
También debo admitir que no estamos en la época más efervescente. Cuando yo salí de la escuela, había más estudios grandes—Cahan & Associates, Meta, Tolleson, Jennifer Sterling, Lucille Tenazas– que estaban entonces en su apogeo. Muchos de estos existen todavía, pero ya no son tan influyentes. Y en los 80 era aún más importante este área, con nombres como Michael Manwaring, Michael Vanderbyl, Michael Mabry y Michael Cronan con grandes proyectos. Pero regresando al tiempo presente, definitivamente es un orgullo ser diseñador aquí, con buena presencia social. Queda siempre el problema clásico que nuestros padres no entienden qué hacemos, pero eso no importa. Si tienes suerte y talento, puedes ganarte la vida muy bien. Aunque el derrumbe económico del 2008-09 arrasó todo, pero eso fue muy universal.

Parece que la recesión en Estados Unidos ya ha pasado, ¿San Francisco es una ciudad donde hay demanda? ¿Qué sectores y profesionales son los más solicitados y habituales? La parte de más demanda está en la tecnología —web y, sobre todo, el diseño UX/UI—. Esa ha sido la gran transición últimamente. Pinterest y Twitter, entre otras, son compañías fundadas y que funcionan dentro de la ciudad. Facebook, Google y Apple están cerca también de Silicon Valley, todas a menos de una hora de viaje. Ese crecimiento ha hecho que la mayoría del talento joven empiece por temas relacionados con la tecnología, ya que esas compañías pagan bien, y la cultura de esas empresas es muy excitante para los diseñadores, ya que tu trabajo tiene un impacto mundial. Los estudios de diseño gráfico multidisciplinares tradicionales que quedan son más pequeños, aunque también hay una cantidad enorme de diseñadores independientes y agencias virtuales.

Nos dices que no es el mejor momento de los estudios creativos multidisciplinares, que hubo momentos de mayor abundancia y crecimiento. ¿Crees que ahora la creatividad gráfica en San Francisco está más centrada en el mundo digital y de redes sociales: móviles, internet, tabletas…? Definitivamente así parece. Claro, siempre quedan ejemplos de estudios que todavía se interesan por hacer cosas más físicas, tangibles, pero la fascinación —y el dinero— ahorita se inclina por cosas digitales.

En Gràffica estamos interesados en mostrar el funcionamiento legal del ilustrador o diseñador en cada país o ciudad. ¿Qué tipo de impuestos paga un profesional en San Francisco? ¿Hay una cantidad de ingresos por las que no se pagan impuestos como en otros países? Hay varias maneras, te puedes hacer Corporación, LLC, etc. Studio1500 funciona como partnership, que termina funcionando más como dos independientes que como una empresa. Declaramos impuestos como individuales por separado, pero no como empresa, por ejemplo. Hay un impuesto específico para ser independiente (self employment tax) si no estás incorporado. En total, el porcentaje que pagas en impuestos varia entre 15% y 35%, depende de lo que ganes.
Con cualquier trabajo de menos de 600 dólares, no es obligatorio declararlo, pero esa cantidad termina siendo tan baja que casi no influye mucho. Solo ayuda cuando tienes casos de un cliente que solo te llama una vez para una ilustración de menos de 500 $.

En cuanto a papeleo y burocracia, ¿es fácil establecerse legalmente como profesional en San Francisco? Más o menos. Lleva su tiempo, y hay un poco de papeleo, pero en general es más tener las ganas de hacerlo y ya. Solo se complica en función lo complicada sea tu empresa. La nuestra es muy simple, por tanto no fue difícil hacerlo, pero si tienes más de un socio, empleados, inversionistas, etc., puede dar más dolores de cabeza.

A nivel de funcionamiento con los clientes, ¿mantenéis una relación fluida y de confianza?  Definitivamente, nuestras relaciones son de confianza, muy personales. Hemos tenido suerte de poder trabajar con muchos clientes durante varios años y los conocemos bien. Las relaciones más exitosas han sido las que hemos podido desarrollar con tiempo y varias conversaciones antes de empezar a diseñar…

¿Los presupuestos son adecuados o el regateo y la gestión económica con ellos es algo complejo? Generalmente en los presupuestos no se regatea mucho. Claro, hay varios que nos piden una rebaja, pero nada dramático. Sabemos que no podemos cobrar lo que cobra un despacho más grande, lo que cobrábamos en Pentagram y también conocemos el precio de mercado. Además, abrimos el estudio con el interés de trabajar con clientes con metas más culturales, comunitarias, educativas, etc. y se entiende que esos no son clientes con mucho dinero. Cobramos lo que nos parece justo considerando todo eso y, generalmente, no hay mucho conflicto.

¿En San Francisco las empresas, las instituciones públicas, la sociedad en general, conocen de la importancia de la imagen y la comunicación? En general sí, pero como en todos lados, siempre hay de todo. Siempre hay personas que necesitan que las convenzas de algo en particular —por ejemplo, entienden el concepto del buen diseño, porque conocen a Apple, pero no entienden que para eso se tiene que invertir en fotógrafos o redactores, etc.—. Ahí es donde esta la mayoría de las batallas. Pero eso se espera y ya estamos acostumbrados. Lo importante es aprender donde está el limite, y aprender a huir de los clientes que no vas a poder convencer de todos modos.

En estos momentos estás desarrollando un trabajo persona en Tinta Libre un proyecto personal fuera de Studio 1500 que son dibujos de máscaras de lucha libre mexicana. Así es. Después de unos años trabajando en diseño gráfico, uno empieza a extrañar el hecho de hacer cosas con las manos…

¿Cuál es tu intención con este proyecto? ¿Experimentar técnicas gráficas, desarrollar un lenguaje? Precisamente, la idea es simplemente de explorar, hacer cosas que me interesan pero que no tienen lugar en el despacho, reacciones a una curiosidad que no tengan que pasar por el proceso de ser presentadas a un cliente, fabricadas, revisadas, etc. Aun así, eso de desarrollar el lenguaje es algo que también me interesa explorar, pero con más tiempo. En los proyectos que hacemos, nos importa que el lenguaje visual sea controlado, consistente. Pero se necesita trabajar de varias maneras. Con Tinta libre, la consistencia sigue siendo importante para mí, pero no de la misma forma. Al dibujar hago lo que se me ocurre, sin pensar mucho, sin preocuparme de pasarme de presupuesto. Pero cuando ya empecé a juntar las ilustraciones, me di cuenta que sí tendría que establecer algo de estructura, algo de consistencia visual. Por ejemplo, todas las máscaras que se presentan en el tumblr usan negro, rojo, blanco y colores naturales, nada más. Casi todas son de frente. Eso permite que funcionen mejor juntas, aunque todas exploren diversas maneras de realización.

Nos contabas que la mayoría de máscaras las haces con tinta y procesos manuales. ¿En San Francisco lo manual ha adquirido una relevancia en detrimento de la digital como ocurre en Europa? Sí. Lo manual ha revivido aquí, como decía, en estudios pequeños y gente independiente. Hay mucho interés por el letterpress, la serigrafía y letreros pintados a mano —todo como reacción a lo digital—. Facebook publicó hace poco que tiene un equipo de diseñadores que solo exploran la serigrafía y el letterpress. Lo malo es que todo eso termina siendo poco lucrativo, pero el interés está muy vivito y coleando…

¿Por qué máscaras de lucha libre? Seguro que tiene que ver con tu procedencia mexicana.
Una de las memorias más tempranas que tengo es ir al museo de antropología en México y ver las máscaras. Quizá tenía unos 5 ó 6 años. Siempre se me han quedado grabadas, no solo por las cualidades visuales sino también por las metáforas a las que invitan, ya cuando empiezas a pensar en ellas. Empecé a dibujar todo tipo de máscaras mexicanas con un interés general en la conservación y reinterpretación cultural, el poder tener un contacto con esa historia visual, mantenerla presente y usarla también como un punto de partida.

Las de lucha libre, en particular, empezaron a sobresalir gracias a una colaboración con un compañero de la escuela. Él es pintor, luchaba judo cuando nos conocimos y le interesa en sí todo deporte de lucha. En la lucha libre es donde encontramos un área de interés común. Empezamos a dibujarlas juntos y ya, cuando me di cuenta, tenía una colección de docenas y docenas.

La verdad, no sigo mucho la lucha libre —conozco al Santo pero no mucho más— pero esa cultura tiene una riqueza visual increíble.
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+info: studio1500sf.com

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