El próximo 15 y 16 de noviembre en la capital de Bizkaia, Bilbao, tendrá lugar Selected 2019, un festival que reúne a los más destacados e innovadores profesionales dentro del mundo del diseño en sus muchas disciplinas. Y, entre los ponentes estará el diseñador y periodista de Errea Comunicación, Javier Errea.
Javier Errea es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y con estudios de posgrado en la University of South Florida y en The Poynter Institute for Media Studies, ha sido redactor en Diario de Navarra, redactor jefe en Diario de Noticias y subdirector en Heraldo de Aragón. Actualmente, es profesor asociado de Edición y Proyectos en la Universidad de Navarra, presidente del Capítulo Español de la Society for News Design, director de la SND para Europa Mediterránea y coordinador de los Premios Malofiej de Infografía. Hoy, charlamos con él sobre el papel del diseñador gráfico, las conferencias de diseño y sobre esta nueva edición de Selected.
¿Qué supone para el sector un evento como Selected?
Como todos los eventos que hay —que creo que son bastantes, la verdad—, creo que es un momento de encuentro de compartir preocupaciones, ilusiones, experiencias… y, sobre todo, de reconocer el trabajo bien hecho.
Hemos visto que el título de tu ponencia en Selected 2019 es Diseño vacío y otras obsesiones, ¿Qué significa para ti exactamente ‘diseño vacío’?
Está de moda la idea de la España vacía y me parecía divertido jugar con esta expresión, que además es bastante abierta y puede dar pie a muchas interpretaciones. En realidad, quería referirme a dos cosas: si unimos diseño vacío con la España vacía, hablaríamos del diseño que se hace en los centros de población que no son tan grandes como Madrid o Barcelona.
Con ello, quiero reivindicar que un buen diseño es posible en cualquier parte.
También quiero hablar del diseño vacío como una autocrítica a lo que hacemos los que nos dedicamos a esto; el riesgo que corremos y en el que caemos muchas veces de esnobismo, de diseño un poco ensimismado; un diseño muy estetizante, que busca más impresionar o ganar algunos premios que cumplir su verdadera función. En esto soy bastante crítico, quizá porque no soy diseñador de formación y veo las cosas con un poco más de distancia. Esto es uno de los aspectos que quiero tratar y con ello provocar el día de la charla en Selected.
También nos ha llamado la atención una de las preguntas del texto de presentación de tu ponencia, la de ¿Cuál es el verdadero papel de los diseñadores? ¿Crees que es el mismo papel ahora que hace 50 años, por ejemplo? ¿Cómo ha evolucionado?
Yo diría que esencialmente es el mismo. Han cambiado las herramientas y ha cambiado muchísimo la sociedad —tanto que quizá estamos un poco despistados o aturullados con tanto ruido—.
No diría que ha cambiado el papel del diseñador, lo que ocurre es que creo que a los diseñadores se nos ha abierto un campo de actuación muy interesante —que también reivindico— y que me gustaría poder ponerlo en común el día de la charla y es el de ser transformadores.
Los diseñadores como factores de innovación en cualquier organización asumiendo una labor más ‘invisible’, más que agentes que se dedican a poner algo bonito y darlo a conocer.
Al trabajar mucho con el sector de los medios de comunicación, veo que los diseñadores no son ya los tradicionales maquetadores o infografistas o ilustradores —todos los profesionales relacionados con el periodismo visual—, sino que son agentes que trabajan para que las organizaciones puedan afrontar todo lo que viene, a todos los niveles.
Me parece que ese es un cambio muy interesante para los diseñadores. Un tipo de perfil que antes no existía. Antes, los diseñadores éramos como una sección servicios en general en todas partes, tanto en los medios —que es lo que yo más conozco— como en cualquier empresa o institución.
No se nos consideraba estos agentes de transformación sino simplemente como hacedores finales.
En ese aspecto el papel del diseñador sí que ha cambiado un poco, o puede cambiar si los diseñadores lo asumimos y nos formamos para ello.
¿Cómo crees que los diseñadores deberían formarse para ello?
Aunque si bien es cierto que como diseñador no me he formado en una escuela de diseño, por lo que conozco en mi terreno, las escuelas van evolucionando un poco y reaccionando a lo que la sociedad va demandando.
A mi juicio, creo que todas las escuelas de diseño tienen que darle muchísima más importancia al contenido.
No sé muy bien por qué, nos hemos dedicado mucho más a la puesta en escena de las cosas y nos hemos descuidado en general de lo importante. Yo lo percibo así.
Las escuelas tendrían que fomentar y promocionar la formación de profesionales desde el conocimiento de las organizaciones, de saber entenderlas y acompañarlas, casi desde el campo de la psicología. Ahí, hay un camino interesante que experimentar.
Aunque no es nada fácil de resolver. ¿Deberían ser escuelas técnicas o escuelas de pensar? Tampoco se puede invertir tiempo y espacios solo para enseñar a pensar. Creo que hay que cruzar las dos cosas. No lo veo fácil, porque además también depende de cada uno. A mí, por ejemplo, me gusta más la parte de conceptualización, pero a otro puede gustarle la parte más técnica y le interesará conocer las herramientas con las que expresarse. Por lo que no es sencillo resolver esto. Aun así, creo que el acento no debería estar puesto en la parte de herramientas, sino en la parte de la conceptualización. Solo la formación técnica en las escuelas de diseño me parece un error.
¿Sueles acudir a eventos en los que se realizan ponencias?
Sí, al año puede que asista a conferencias tres o cuatro veces al año. Además, organizo como presidente de una asociación profesional de diseño para prensa un par de congresos al año.
¿Qué opinas de las conferencias en general? ¿Crees que son útiles? ¿Qué crees que espera el ponente al realizar su ponencia? ¿Y el asistente?
Antes un congreso era el momento en el que conocías cosas. Era la oportunidad de conocer porque no existía internet, no tenías ese recurso. Ahora, sin embargo, los trabajos de los profesionales ya se conocen previamente al congreso.
Es muy raro que alguien te sorprenda.
Cuando ves el programa de un congreso, te metes en internet, en las redes sociales de los ponentes en sus webs, etc. Por lo que ahora es todo un reto para quienes organizan congresos y para quienes van a dar una charla.
Ahí, la crítica que nos hago, es que muchas veces uno va a dar una charla y a mostrar su trabajo y el que paga la cuota del congreso y asiste, se queda un poquito frío porque no está respondiendo quizá a lo que ahora se busca en un congreso: hacer pensar, provocar —me parece que el tema de la provocación es fundamental para hacer pensar—, más que andar enseñando trabajos como se hacía antes en un congreso. Es un reto y si no se consigue, los congresos que no responden a esta expectativa se van vaciando, volviendo a la metáfora del diseño vacío.
¿Qué hay que tener en cuenta para que unas conferencias sean interesantes?
Los congresos ahora son mucho más complicados de hacer que antes. Y es más difícil que resulten bien, precisamente por la evolución de la que hablamos.
Me parece muy importante conseguir que un congreso te provoque, te haga pensar, te haga relacionar cosas, … Todos los diseñadores estamos metidos en nuestros estudios, resolviendo cosas y el hecho de abrir la cabeza un poco, mirar lo que hacen otros colegas y ver cómo se han desenvuelto en situaciones parecidas, me parece fundamental.
La selección de los perfiles y la dirección de la charlas depende un poco del tipo de congreso. Tenemos uno, por ejemplo, que es sobre infografía y fabricación de datos que es muy específico. Ahí hay que orientar menos al ponente sobre la dirección de la charla. Pero si es un congreso de diseño como el Selected tan amplio, donde cabe todo (yo estuve en el jurado y vimos trabajos de arquitectura, de interiorismo, branding, diseño editorial), quizá se haga más necesaria esta orientación.
Otra de las complicaciones a la hora de seleccionar perfiles es que, en ocasiones, el mejor diseñador no es el mejor orador.
Este es el margen de riesgo que uno tiene cuando hace un congreso. En un programa puedes ver gente muy interesante a priori, pero igual resulta que no son nada interesantes hablando. Esto es difícil de resolver. Nosotros procuramos que haya cierta variedad geográfica, de género; variedad estilística, el tipo de medios con los que trabaja o estudios… Parece que esa variedad asegura más posibilidades de éxito. Pero a partir de ahí, por mucho que orientes, dependerá de cada orador. Y eso es un poco incontrolable. Por lo que si en un congreso hay unas doce charlas y encuentro dos buenas, para mí ya habrá valido la pena el congreso.