Iván Caíña: «La letra tiene un gran poder comunicativo y detrás de un manuscrito jamás estará una máquina sino un artesano de la letra.»

Iván Caíña es uno de los más destacados exponentes del arte de la caligrafía y el lettering actualmente en España. Tras décadas de experiencia, Iván se muestra generoso y locuaz, siempre dispuesto a enseñar lo mucho que sabe sobre la letra manuscrita, como ha quedado patente en los dos volúmenes publicados hasta la fecha, «El arte de la caligrafía» (2019) y «40 recetas de caligrafía y lettering» (2022), ambos editados por Zenith. Hemos conversado con él a sabiendas de que una entrevista suya es una clase maestra, no solo sobre caligrafía, sino sobre creatividad, trabajo, esfuerzo, vocación… La vida misma. ¿Quién es Iván Caíña y cómo comienza en esto de la caligrafía? De mi madre aprendí algo que jamás olvidaré y, además, estoy seguro de que Flora ni siquiera se ha dado cuenta de que me lo ha enseñado. En la carrera de un artista considero que hay algo muy importante y para mí tremendamente decisivo: encontrar tu propia identidad. Aquello que hará que un trabajo tuyo sea reconocible tras un primer vistazo, sin necesidad de leer la firma. Para conseguir esto, tú sabes que no existen atajos. He crecido en un ambiente muy inspirador y mucho antes de ser creativo yo ya había aprendido cuáles eran las bases para conseguir dedicarme a esto. Aprendí que sin formación jamás podría ser bueno, que sin disciplina es imposible crecer y que sin explorar diferentes técnicas es muy difícil que tu trabajo alcance la excelencia. Todo esto lo aprendí de ella, así que creo que es la mejor formación que he recibido. Supongo que recuerdas cuándo «descubriste» las letras. Mi primer contacto con las letras viene a través del graffiti, siendo muy joven, como con 15 años. Y posteriormente, formándome en diseño gráfico, donde acabé seducido por el gran poder de comunicación que tiene la letra. Así que por aquel entonces ya sabía que en mi trabajo, hiciera lo que hiciese, iba a tener que ver con letras. ¿Y cuándo decidiste que lo tuyo era la caligrafía? He trabajado mucho en publicidad y diseño, para agencias, marcas internacionales y para clientes muy pequeños, pero siempre diseñando. Hasta que un día decidí que tenía que aprender a hacer letras con mis propias manos y empecé a formarme en caligrafía y lettering. Asistía a cursos cada vez que algún letrista al que admiraba visitaba Madrid o viajaba cada vez que podía para recibir formación fuera. También he leído libros antiguos. Creo que aprender de los maestros es lo más interesante que he hecho. A medida que iba adquiriendo formación en caligrafía y lettering decidí establecer una rutina. Primero por gusto, por alejarme de las pantallas después de una larga jornada de trabajo y así poder relajarme durante unas horas. Y más adelante para perfeccionar cada vez más mi trazo y poder incorporarlo a mi trabajo. Comencé subiendo a redes sociales algo de caligrafía y lettering de vez en cuando, y los clientes empezaron a pedirme alguna pieza similar para aplicarla en proyectos de diseño y publicidad. Esto ocurría cada vez con más frecuencia, hasta que se convirtió en el 100% de mis encargos. Es por eso que la caligrafía y el lettering están presentes en todo lo que hago. Podemos decir entonces que tu profesión es la de calígrafo. ¿Qué queda de aquel diseñador gráfico de tus comienzos? «Yo ya no soy diseñador, porque el diseño me aburre». Este podría ser el comienzo de la respuesta a esta pregunta. Pero a pesar de que, a grandes rasgos, esto sea cierto, quizá resulte una afirmación un poco sobreactuada, además de generar una gran contradicción, porque la mitad de mis encargos están dentro de proyectos de diseño y publicidad. Me sigue gustando verlo porque consumo mucho diseño en cualquiera de sus formas, pero ya no me motiva nada ser el diseñador que era. Es por eso que he querido empezar así para explicarte en qué punto estoy ahora. Sigo siendo diseñador, pero hace tiempo que me bajé de la ola de la tendencia constante, en la que tienes que cabalgar para ser bueno y estar de moda, para dedicarme a explorar un estilo más expresivo y personal y que mi trabajo tuviera más que ver con el arte que con el diseño. Eso sí, siempre con la letra en el papel protagonista. Processed with VSCO with m3 preset ¿Qué destacarías de tu método de trabajo a día de hoy? Quienes me conocen bien, saben que soy muy perfeccionista. En mi vida en general, así que obviamente lo aplico a diario a mi trabajo. He llegado a romper una pieza en la que he estado trabajando horas, y que tenía casi terminada, para volver a hacerla desde el principio porque había encontrado un error. ¡Un maldito error! Y teniendo en cuenta de que mi trabajo es manuscrito, pues lo normal es que esté lleno de errores. Con el tiempo esto ha dejado de obsesionarme porque tengo mucha más seguridad en mi trazo y porque he aprendido a tratar ese supuesto error como una de las virtudes propias de un trabajo hecho a mano, a diferencia de uno digital, que la mayoría de las veces roza la perfección. Así que creo que darme cuenta de esto ha sido clave para crecer mucho más rápido y que mis letras cada vez tengan un carácter más gestual. ¿Qué factor destacarías como central en tu proceso creativo? La experimentación es el eje de mi proceso creativo porque probar técnicas nuevas es lo que me mantiene vivo y, a su vez, me genera una gran cantidad de recursos para poder afrontar cualquier proyecto con más seguridad. Hago caligrafía y lettering desde hace casi diez años, pero hacer siempre lo mismo me aburre y me impide crecer como artista. He hecho de todo y sigo haciéndolo. Lo bonito de mi trabajo es que ningún encargo se parece a otro. Podría resolverlos todos con lo que sé hacer hasta hoy. Sé que esto es lo que la mayoría de mis clientes esperan de mí porque seguramente hayan visto en uno de mis trabajos un estilo que encajaría a la perfección en el proyecto en el que están trabajando. Pero en muchos de ellos, si el briefing me lo permite, me gusta afrontarlos con nuevas técnicas e ideas. Muchas de ellas las tengo bien desarrolladas y tan solo estaba esperando a que apareciera el proyecto donde pudiera aplicarlas, y en otras me tiro en plancha a por algo nuevo. Sin garantía de éxito, eso sí, pero con ganas de disfrutar del proceso, salga bien o mal. Porque trabajar de esta manera es lo que me motiva para poder seguir dedicándome a esto. Está claro que, como artista, no hay una meta para ti, sino que lo que te interesa es el camino recorrido y, sobre todo, el que hay por delante. ¿Pero podrías hacer una especie de balance o una reflexión sobre el momento en el que te encuentras ahora mismo? Siempre me ha fascinado la idea de que llegase el punto en el que mi trabajo tuviese alma, de que mis piezas emocionasen sin necesidad de comprender lo que hay escrito. Por eso, cada vez mis trabajos se leen peor, porque bajo mi punto de vista, en caligrafía la legibilidad es lo opuesto a la expresividad. Sin gestualidad en el trazo perdemos frescura y estilo, y estaríamos creando todos lo mismo. Mientras trabajo, me gusta dedicar parte de mi tiempo a investigar en conceptos nuevos. En estos momentos estoy explorando la contraforma. Me resulta muy interesante este espacio en blanco que se genera tanto dentro como fuera de la letra, ya que generalmente, cuando escribimos, estamos más pendientes del contraste que generan nuestras letras y obviamos por completo aquellas formas que se están formando en ese espacio negativo. Porque en el caso de tenerlas en cuenta, a la hora de equilibrar la pieza, casi siempre tratamos forma y contraforma de manera global a la hora de componer con ellas. En caligrafía, cuando trabajas de manera expresiva, el equilibrio de esos espacios no es tan estricto como cuando estás escribiendo de una manera más académica, lo que te permite jugar más con ellos y tratarlos de forma independiente e incorporarlos de manera más activa a la composición. Así que ahora mismo estoy jugando con esto, veremos que sale de aquí. ¿Y qué hay de tu faceta docente? La docencia siempre la tengo presente y, de vez en cuando, sigo dando algún taller o masterclass. Pero con mucha menos frecuencia que antes, y no por falta de motivación, sino por dedicarle más tiempo a mi propio desarrollo. Creo que lo más bonito de una profesión es enseñarla y a mí me apasiona hacerlo. Dentro de un tiempo quiero volver con algo nuevo e interesante, porque, cuando enseñamos, creo que debemos ser honestos con nuestros alumnos, enseñándoles algo que les sirva en un futuro y no se les quede pequeño cuando aprendan más. Debemos volcar todo nuestro conocimiento en ellos como nos hubiera gustado cuando estábamos en su lugar. ¿Qué opinas del panorama caligráfico actual? ¿Qué te parece más interesante del futuro? Vivimos en la era del producto de proximidad. Aquel que ha pasado por menos manos para llegar a nosotros y valoramos menos el que está producido por una factoría. Esto hace tiempo que también está sucediendo en el sector creativo. Se está viendo, por ejemplo, en cómo todas las marcas están queriendo humanizar su imagen ligándola a la de creativos en forma de colaboraciones. Me cuesta pensar en una que no lo haya hecho o esté a punto de hacerlo. Esto les lleva a conectar mucho más con el cliente porque este siempre se va a ver más reflejado en un artista que en una gran multinacional. Y en esto, la caligrafía y el lettering tienen un peso enorme. La letra tiene un gran poder comunicativo y detrás de un manuscrito jamás estará una máquina sino un artesano de la letra. Esto es insustituible. ¿Y qué opinas de la relación entre los medios sociales y la caligrafía y el lettering? Porque no hay duda de que las redes son el gran medio de difusión cultural hoy en día, pero con unas características muy concretas, que todos sabemos, y que no son siempre positivas. La ingente cantidad de material gráfico que consumimos en redes sociales puede convertir a la caligrafía y el lettering en algo banal. Así que creo que somos muy responsables de que no ocurra. Me interesa saber cómo va a evolucionar esto. Hace tiempo me enteré de que solo tienes tres segundos para captar la atención de alguien en una publicación de TikTok. Es flipante, porque a mí en tres segundos apenas me da tiempo a escribir dos letras y no creo que logre enganchar a nadie con una G y una R. Así que lo que está de moda es acelerar los videos para poder ver lo máximo en el periodo más breve de tiempo. Esto va en contra de una de las virtudes de un trabajo manuscrito y es que el tiempo es necesario para que la caligrafía exista. Has de trabajar de manera pausada y concentrarte al máximo. Esto, que es terapéutico y muy gratificante, deja de tener sentido si tengo que resumir en un video de un minuto un trabajo que me lleva horas hacerlo. Es de locos. Pero, por contra, la gente también siente la necesidad de abstraerse de este ritmo frenético en el que vivimos. Por eso hay muchas ganas de aprender y eso se traduce en la cantidad de material, cursos y libros que hay actualmente en el mercado. Esto es una gran ventaja, pero también un arma de doble filo, porque tan solo una pequeña parte de todo lo que hay es realmente interesante. Así que debemos de ser capaces de filtrar bien y aprovechar tan solo lo que de verdad es de calidad. Creo en la inevitable necesidad del ser humano de crear cosas con sus propias manos, no hay un futuro más real que este. Hemos llegado al final y te agradezco mucho tu amabilidad y el tiempo que nos has dedicado. Pero antes de acabar, te invito a que nos cuentes lo que quieras, a modo de resumen o reflexión de cierre. Como empecé esta entrevista hablando de mi madre creo que lo mejor es acabar hablando de ella otra vez. Este año estaré trabajando en un proyecto colaborativo que será un homenaje a Flora y a su creatividad, porque quiero que veáis las maravillas que hace con sus manos. Sobre todo porque ella se lo merece y porque creo que lo más bonito de un homenaje es poder hacerlo en vida. No voy a negar que estoy loco por empezar a trabajar a su lado, pero aun estoy creando el concepto. Hace tiempo que le dedico mucho tiempo a esta parte de cada proyecto para darle un sentido a la obra. A día de hoy creo que es más importante desarrollar bien la idea de lo que vamos a contar que la propia técnica que utilicemos después para plasmarla. ¡Que vivan las madres, carallo!

Iván Caíña: «La letra tiene un gran poder comunicativo y detrás de un manuscrito jamás estará una máquina sino un artesano de la letra.»

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