Las Fallas son un caos. Un caos en casi todo y en temas de derechos de autor no iba a ser menos.
Para los que nos leen desde cualquier rincón del mundo, las Fallas son una de las 3 o 4 fiestas populares más importantes en España. Se celebra en Valencia la llegada de la primavera y para ello los diferentes distritos construyen una escultura de cierto tamaño -algunas gigantescas- con alegorías de todo tipo para después quemarla el 19 de marzo. Somos así.
Por si no fuera poco paralizar una ciudad durante aproximadamente 20 días, se tiran cohetes sin parar -no se puede estar ni un solo segundo sin oír uno-, castillos de fuegos artificiales y mascletàs, se hacen concursos de paellas en plena calle, hay verbenas en cada esquina, las bandas de música sonorizan el día y todo huele a buñuelos y churros. Un caos, una locura muy nuestra que marca el carácter valenciano.
Como decía, en ese caos el tema de los derechos de autor parece que están en la misma línea. Un caos.
Los artistas falleros, los que construyen las Fallas, utilizan todo tipo de ‘inspiración’ para desarrollar sus proyectos.
No es difícil encontrarse todo tipo de referencias a obras originales de otros autores. Si este año está de moda la nueva peli de Disney sobre emociones, no es nada raro encontrar a ‘Alegría’ o ‘Tristeza’ en alguna falla.
Si es necesario reproducir cierto concepto y eso lo representa la obra de otro, pues se copia y listo. En el mejor de los casos se hace una ligera reinterpretación pero en la mayoría suele ser un plagio en toda regla. Un uso ilícito sin lugar a dudas.
Es lo que les ha pasado este año por ejemplo al ilustrador Pedro Pérez que denuncia en su perfil de facebook el plagio de uno de sus personajes, aunque hay quien le recuerda que él a su vez se inspira en la Vampirella de Forrest J. Ackerman.
Un caso similar es el de Fran Moreno que también denunciaba en su blog la utilización de una de sus caricaturas. Fran caricaturizó al líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el artista fallero seguramente en una búsqueda en internet encontró el dibujo e hizo lo más fácil. Imprimirla y ponerla en la falla.
Y esta actitud no es una novedad, ya lleva años sucediendo tanto en fallas (ver) como en las hogueras de San Juan en Alicante (ver).
Podríamos poner cientos de ejemplos. Ejemplos de casi cualquier disciplina creativa. Fotos, textos, marcas comerciales, ilustraciones, tipografía, productos… Este año hasta la propia Falla de la plaza del ayuntamiento tiene una hermosa Torre Eiffel, un Concorde… incluso montaron la pieza principal con un espectáculo que utilizaba la mítica canción de Encuentros en la tercera fase de John Williams… Todo muy original.
Una práctica curiosa teniendo en cuenta que hace unos años los propios artistas falleros querían cobrar royalties de las fotos de sus ‘obras’ a través de una sociedad de gestión de derechos que levantó tal polvareda que finalmente desistieron de ello.
Resulta que ellos sí creen que tienen algún derecho sobre el uso que se hace de sus monumentos pero no parece ser lo mismo cuando ellos hacen uso de los trabajos de los demás.
Qué se puede hacer
Que un artista fallero decida coger un trabajo de otro y ponerlo en la falla tiene varios recorridos y casi ninguno de ellos supone una buena solución.
Por un lado, está el clásico de enviar a la comisión fallera y al artista fallero un documento amenazante exigiendo el pago de una cantidad por el uso de la obra. Y si es posible airearlo bien por los medios.
Si no funciona, se puede contar con las sociedades de gestión visual como puede ser VEGAP, para que vayan falla por falla pidiendo un impuesto revolucionario por el uso de imágenes con derechos. Algo similar hizo la SGAE no hace mucho con la música y se montó una buena. Pero esta versión es compleja ya que las sociedades de gestión de derechos suelen estar más en otras guerras mucho más apetecibles económicamente y meterse a perseguir unos eurillos falleros no parece que les vaya a preocupar mucho.
La última vía es la demanda directa, pero aquí hay problemas serios. Por un lado hay que justificar delante del juez varias cosas. ¿Cuánto cobra usted por una ilustración, logo, o monigote como este? En la mayoría de ocasiones la cantidad no es muy elevada. ¿Cuánto ha ganado la falla con el uso de nuestro trabajo? Esto es también de difícil cuantificación. Aunque algunas fallas cobran por ver el monumento, la mayoría no. Y el resto de ingresos que genera la falla no es producido necesariamente por la obra. Al final, si no se puede pelear por una cifra de varios miles de euros, litigar sale más caro que lo que realmente, si es que nos dan la razón, se puede llegar a conseguir.
La ley del más fuerte
Los falleros llegado el mes de marzo tienen bula papal. Asaltan cualquier espacio público, aturden las neuronas del resto de la sociedad y a su vez se olvidan de cualquier obligación legal. No pagan por el uso de la música, no pagan por el uso del espacio público, no pagan por los derechos de autor de otros creativos…
Es la ley del más fuerte o el de la calle es mía.
Una fiesta que pretende ser Patrimonio de la Humanidad de la Unesco debería ser más exigente en este tipo de cosas y abogar por proyectos exclusivos y en caso de utilizar la obra de otro que se paguen los derechos que correspondan. Ahora que el ayuntamiento ha cambiado y tiene otra sensibilidad sería bueno que fueran ellos los que alimentaran e impulsaran un nuevo modelo.
El todo vale tiene que acabarse.