Esta es mi carta de motivación

Esta es mi carta de motivación. Llevo 22 años dedicándome a esto, 18 de los cuales con estudio propio. A estas alturas me sobran motivos para realizar proyectos de diseño y comunicación. He trabajado y trabajo para clientes locales, nacionales e internacionales con un magnífico equipo multidisciplinar. Si después de todos estos años y toda la experiencia acumulada, tengo que explicar mis motivos a alguien para desarrollar un proyecto es que uno de los dos nos hemos equivocado.

Con un equipo de 11 excelentes profesionales, que son mil veces mejor que yo, a los que les sobran las ganas para comerse el mundo, son un motivo enorme para hacer cualquier proyecto. Pagarles a final de mes también lo es.

Generar negocio, crear un proyecto duradero en el tiempo, pagar los innumerables impuestos… son muy buenos motivos. Pero esto, que parece obvio y no debería ser necesario explicar, parece no ser suficiente. Ahora hay que dar motivos para desarrollar un proyecto para una institución pública, esa que nos cobra los impuestos y nos pregunta que cuál es nuestra motivación para trabajar para ellos.

Para los que no sepan a qué viene esto, resulta que en esta ciudad en la que trabajo, a la que le tengo amor y odio a partes iguales, se ha puesto de moda -y se ha extendido a más ciudades- organizar concursos de diseño, en los que hay que explicarle a una institución pública en una carta, la motivación que tienes para desarrollar su proyecto.

Concursos -porque son concursos, no nos equivoquemos- que son mejor que lo que había hace tan solo un año, que el resultado está siendo positivo ya que solo se presentan profesionales, ya no estamos ante la situación de hacer concursos populares, y se nota que ha mejorado la comunicación visual que vemos en la calle. Pero siento decir que el sistema no es ni de lejos perfecto.

  1. No es obligatorio

El límite para que la administración pública tenga que sacar a concurso la adjudicación de un proyecto es de 18.000 euros. Si pagan 3.000 no es necesario hacer concurso. ¿Por qué lo hacen? Porque les gusta vernos jugar. Llamen al profesional que más les guste y páguenle por ello lo que les pida y listo. Hacer concursos entre profesionales es tan populista como lo eran los de antes, es especulativo y juega con la esperanza de los profesionales. Si no es obligatorio no lo hagan. Si no lo hacen con otros no lo hagan con nosotros.

  1. No nos traten como niños

Escribir una carta de motivación es como escribir una carta a los Reyes Magos. Es un acto de postureo más, a lo que parece que tenemos que acostumbrarnos los diseñadores. ¿Se la piden a las constructoras para hacer un puente? ¿Le pedimos al mecánico del taller qué motivación tiene para cambiarnos el aceite? ¿Te imaginas preguntarle a un cirujano qué motivos tiene para operarte?

Por favor, no nos traten como niños pequeños que necesitan tener motivación para hacer negocios y dedicarse a esto. Miren lo que hacemos y si les gusta nos contratan con la misma confianza que contratan al dentista, al pintor o al abogado. No somos diferentes.

No jueguen con la ilusión de los profesionales haciéndoles decir cosas que más de uno ni se cree. Y no se crean lo que pone en las cartas porque lo que realmente quieren es hacer el trabajo sin más.

  1. Nos engañan con el dinero

¿Cuánto pagan? Parece que se ha puesto de moda la cantidad de 3.000. Para todo 3.000 euros. Un cartel 3.000. Una marca 3.000.

En 1997 por un cartel el Ayuntamiento pagaba en concurso popular 500.000 pesetas (el equivalente de la época a un 10% del coste de una vivienda.) ¡Y era popular! Podía presentarse mi madre.

Ahora pagan lo mismo. 20 años después nos pagan lo mismo, pero ahora se presentan los profesionales. Y ahora no es ni de lejos el 10 % del precio de una vivienda.

Y lo más curioso es que a los que les toca están contentos y lo vocean en las redes. O no hacen cuentas o les da igual. A muchos no les resulta rentable seguro.

Pero sobre todo es un insulto que 20 años después se pague lo mismo cuando la presión fiscal es infinitamente mayor. En 1997 ni nos cobran por aparcar. Pero ahora nos dicen que no tienen dinero, que la cosa está muy apretada, pero amigos diseñadores, mirad el presupuesto de quien presenta los concursos y veréis en ocasiones cantidades increíbles que se destinan a otras partidas. No nos pagan más porque no lo exigimos y porque aceptamos las condiciones que nos imponen. Todo sea por el éxito y la difusión de nuestro trabajo.

  1. Asociaciones

Se supone que las asociaciones son como nuestros sindicatos, y parece que se han mimetizado con ellos. Como la administración no contó con ellos durante 20 años, ahora que nos llaman les decimos a todo que sí. Si ellas son las que nos tienen que defender, ¿cómo es posible que admitan estas condiciones?.

Hace poco publicábamos que el 90 % de los profesionales no están asociados. ¿De quién son los intereses que están representando realmente?

Es evidente que las asociaciones deben ser las interlocutoras con la administración, pero también lo es que se les está dando una voz que no les corresponde.

Y como los proyectos se tratan de forma subjetiva, el jurado aplica criterios subjetivos. Como todo es en abierto y todos nos conocemos, para algunos va a ser imposible que le toque el ‘gran premio’ ya que es fácil caer en personalismos, amiguismos o animadversiones.

Al final volveremos a los tiempos en los que era habitual decir, ‘es que siempre les toca a los mismos’, ‘a los de siempre’. Y, a los de siempre, parece que es a los que les está tocando. El sistema lo favorece.

  1. Criterios subjetivos

La mayor imperfección de este tipo de concursos es que todo se deja a la interpretación subjetiva. Hay que presentar una carta de motivación, un portfolio y un currículum. Y en ningún caso hay criterios objetivos para la selección. Ni siquiera para presentarse se sabe qué va a ser mejor: si decir que eres el que más experiencia tiene o que te hace mucha ilusión. No sabes si el jurado valorará que tengas mucho de una cosa o un poco de todo. Y tampoco se sabe si se valorará ser un diseñador solitario o una gran agencia con un equipo multidisciplinar. No se sabe. Todo vale. No es serio.

Y para que nadie se enfade y mantengamos a todo el sector contento, cada vez le toca a uno. Es decir, que si te han seleccionado una vez va a ser difícil -aunque hay casos- que te toque para otras cosas. A Algunos off the record ya les han dicho: ‘Es que como tú ya hiciste tal cartel ahora no te toca. Tienes que dejar a otros’. Todo muy justo.

  1. Es ilegal

La ley de la defensa de la competencia, vigente desde 2004, prohíbe «La fijación, de forma directa o indirecta, de precios o de otras condiciones comerciales o de servicio» y en este caso, creo que no hay duda que se fija el precio y las condiciones. Y hay pruebas más que suficientes de que están influenciando el mercado. No solo, casualmente, es el mismo precio que se ofrece en otras instituciones en el mercado, sino que a nivel privado muchas empresas lo toman como referencia. Hay casos en Santander, Canarias, Madrid o Barcelona que utilizan las mismas técnicas y precios. Es evidente que se manipula el libre mercado.

Además, el contribuyente debe pagar 3.000 € de dinero público por la prestación de un servicio que, tal vez, alguien lo pueda hacer por menos dinero. Son los políticos o gestores los que deciden que se van a gastar ese dinero. Alguien les ha dicho que esa cantidad está más o menos bien y listo.

Y aquí de nuevo las asociaciones tienen parte de culpa. Parece que no saben de estas cosas y les dejan hacer. Parece que no se acuerdan de la multa recibida hace unos años por algo similar. El día que alguien demande y presente estas prácticas a la justicia se acabaran los concursos con precio fijo.

  1. No asegura la mejor opción

Como la cosa está ‘mu mala’, pues todo el mundo se presenta a lo que salga. Esto significa que especialistas en editorial se presenta para desarrollar proyectos de marca. Que diseñadores excelentes en marca quieren hacer carteles, y que los que hacen carteles increíbles les digan que hay otros que lo hacen mejor, que hay que darles una oportunidad a otros. Si no hay criterios, si no hay objetivos, todo es arbitrario.

SOLUCIONES

Creo que con lo dicho hasta ahora queda evidente que el sistema es claramente mejorable. Y como muchas veces me critican por no dar soluciones, pues aquí os las dejo.

  1. No limitar precios

Al igual que ocurre con otras acciones que realiza la administración es necesario liberar el precio de las propuestas. Nadie debe limitarnos e imponer el precio de nuestro trabajo y mucho menos la administración pública que nos multa sin preguntarnos.

Sería bueno para el libre mercado y también para que los ciudadanos paguen por un precio justo y no impuesto.

También porque podría ser la oportunidad de los buenos profesionales, sobre todo de los que empiezan, de poder ofrecer precios competitivos.

Seamos claros. El cliente debe saber que nuestro trabajo se puede hacer por 100 y por 100.000 mil y que depende de miles de factores para desarrollar un proyecto y que, en ocasiones, un cliente no necesita una marca de miles de euros.

Pero también hay que decirle al cliente, al político, que con los presupuestos que proponen el resultado será limitado y, en ocasiones, de baja calidad. Que, además, se acabarán presentando aquellos que no tienen trabajo, los menos buenos. Que si se quiere calidad, tienen que pagarla y que si quieren a los mejores profesionales –que suelen tener trabajo–, estos lo harán por proyectos claros, no van a perder el tiempo en concursos.

  1. Fases

Si es inevitable competir, al menos hagan fases. No lo rifen todo a una carta o a un currículum, elijan entre los que se presenten a 2 o 3. Pídanles que desarrollen gráficamente una propuesta y paguen por ella. Y luego decidan. Muchos de los que ganan las propuestas con una carta, en una competencia real tal vez no serían la mejor opción. Y además esto nos gusta. En otros lugares se hace y funciona.

Y ahí sí se puede pedir un informe, una presentación con luces y efectos especiales donde explicar los motivos y las motivaciones. Explicando porqué el proyecto es el mejor. Hay proyectos que bien presentados consiguen trasmitir su valor.

  1. Métodos objetivos

En todo proceso creativo existe la subjetividad pero se puede hacer con métodos que permitan saber qué opciones se tienen. Es necesario tener criterios medibles, tanto para saber si se tienen opciones a la hora de presentarse como para saber en qué puntos se ha perdido en la competición. No puede ser que se nos mida solo por ‘me gusta’ ‘no me gusta’.

Que cada apartado esté baremado de forma que se pueda saber si se tienen opciones. Que la experiencia sea un grado. Que la especialización tenga valor. Que se sepa si se valorará tener equipo o ser un diseñador autor. Ahora parece que todo eso no importa.

  1. Recurrir

Si existen criterios medibles para elegir la propuesta se podrá recurrir si alguien cree que la decisión no es justa y se podrá defender. Además, se podrá saber quién ha quedado primero, segundo, tercero… y cuáles han sido los puntos débiles. Ahora, ante un criterio subjetivo poco se puede hacer.

En esta ciudad, afortunadamente lo que se hace, se copia en otros lugares, es decir, que mal no lo hacemos pero podemos hacerlo mejor. Hagámoslo porque sino lo que empieza mal acaba fatal. Mi interés no es criticar y pensar que todo está mal. Solo con la reflexión y la crítica se puede avanzar. Con la complacencia no vamos a ninguna parte.

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