Con el objetivo de conocer un poco más acerca del dibujante Fab Ciraolo y sobre su trabajo, que se hizo viral en tan poco tiempo, Iván Basurto Delgado –director creativo, diseñador y actual colaborador del blog de Virgen– ha estado charlando con él. Hoy nos comparte la entrevista que realizó en Espacio Virgen.
Entrevista a Fab Ciraolo: El arte de ser libre
Hace algunos años, cerca del 2012, descubrí entre los artistas que proliferan en internet a Fabián “Fab” Ciraolo, quien con su forma de reinterpretar figuras del arte y la cultura pop atrapó la atención del mundo entero gracias al fenómeno de la viralidad. Para entonces sabía muy poco de él, solo sabía que me identificaba con su obra, que era latino y que entendía muy bien esa nostalgia que algunos sentíamos hacia tiempos más analógicos.
En mi visita de hace unos meses a Santiago de Chile, después de años siguiendo su trabajo, pude conocer a un Fab de carne y hueso, de cabeza muy abierta y despojado de poses. En ese encuentro compartimos un café y hablamos sobre su muy particular mirada de la vida, sus influencias y sus ideas sobre el arte; mientras de fondo sonaba de principio a fin el último álbum de Daft Punk, uno de los tantos artistas y agrupaciones a los que Fab ha hecho referencia en sus retratos.
Iván Basurto: Entiendo que pintas y dibujas desde niño, sin embargo tu trabajo se hizo conocido hace unos pocos años, ¿cómo se dio esta explosión sobre lo que haces?
Fab Ciraolo: Es inexplicable un poco el boom, creo que se debe al internet, lo cual es relativamente nuevo. Hace mucho que vengo dibujando y haciendo cosas, pero el boom se dio cuando empecé a hacer lo que quería hacer como yo lo quería hacer. Aquí hubo una gran diferencia.
Tuve que hacer un gran stop en mi vida y un estudio muy personal de mí mismo, siendo muy honesto sobre lo que realmente quería hacer y la forma en la que hago las cosas. Aquí es donde todo empezó a fluir, casi de manera automática.
También creo que se debió al hacer la ilustración justa en el momento justo, como fue en el caso de Frida (Khalo), a la que le tengo un amor y odio. En su momento ese trabajo fue solo un ejercicio de lo que quería hacer después, o mejor dicho, de lo que estoy haciendo ahora.
Me gusta trabajar con personajes conocidos porque me quita la responsabilidad del discurso excesivo en mi obra y a mí me gusta mucho el “sobrediscurso” en la obra. Al tomar un personaje conocido y darle una vuelta me separo un poco de mi obra. Cada personaje tiene por sí mismo una carga y una lectura muy obvia, yo solamente la transformo, hago una nueva versión actuando como un Dj y me alejo lo más posible del discurso artístico, ilustrativo o teórico de lo que es la obra que ya es algo muy personal. Admiro a quienes tienen un discurso extenso en su obra y yo no lo tengo.
IB: ¿Podría decirse que todo esto se trata de divertirte con lo que más te gusta hacer?
FC: ¡Claro! No tengo un proceso de búsqueda, ni estoy pensando constantemente en lo que voy a hacer, básicamente hago lo que me viene a la cabeza. Es como que ahora puedo estar hablando contigo, se me ocurre algo en ese rato, luego voy y lo hago ya, de la forma más rápida posible para poder sacármelo de la cabeza y eso tal vez se transforme en algo más.
Para mí esto se trata de pasarla bien, puedo estar sentado dibujando horas y horas, entonces tengo que hacer algo que me permita enfocarme. Otra parte entretenida es cuando estoy trabajando un personaje y empiezo a consumirlo un poco, ya sea leyendo un libro o viendo un documental sobre el mismo, las previas a lo que yo hago las encuentro muy entretenidas.
IB: Tu trabajo tiene una mirada del mundo rock, pop y punk tan entretenida que es casi como escuchar un mixtape
FC: Es eso. En el fondo no quiero tener la responsabilidad de inventar algo nuevo porque es imposible inventar algo nuevo. Seguramente hay ilustradores que ya venían haciendo estos mashups en su trabajo, pero es lo que me llama la atención, es sencillo.
Para mí es un asunto más de experiencias que otra cosa. En una conversación con otra persona o una reunión de amigos se te pueden ocurrir millones de ideas.
A veces los ilustradores somos solitarios, pasamos mucho tiempo a solas, por lo que siempre estoy pendiente de lo que nos rodea. Mis cuadros son una especie de licuadora con todo lo que está pasando, son una representación de ese fenómeno extraño que se da con internet.
Cuando era un chico de 12, 13 años era fanático de Michael Jackson. Jamás lo vi o pude contactarlo, quizás pude mandarle una carta. Para mí era alguien en una escala mucho más alta que mucha gente, era inalcanzable. Ahora puedo tuitear a Daft Punk, decirles “me gusta lo que hacen” o “no me gusta lo que hacen”, puede ser que los vea porque están allí. Ahora está todo acá (señalando su celular), por eso consumimos y desechamos constantemente.
En mis obras trato de re empoderar a esos íconos de otras épocas, como un Elvis, por ejemplo. No soy católico, pero alguna vez, siendo niño tuve la oportunidad de ver pasar al Papa en auto en una de sus visitas a Chile, ¡fue mágico! Sin ser creyente eso fue una situación extraordinaria, lo veías y él era un personaje mágico. Ahora puedo ver al Papa cada cinco minutos en Facebook, en Twitter, en todas partes. Creo que el tiempo nos ha hecho perder un poco ese saborcito de cada momento que te hacía decir wow.
La lejanía con la que mirábamos las cosas de cierta forma es importante. Ese endiosamiento hacia algunas personas y lo inalcanzable que podían parecer ahora ya no lo tenemos.
No solo ilustro personajes conocidos, trabajo en collages y hago otras cosas, pero en lo concerniente mis personajes vamos por allí, por el rescate de ciertas ideas, me gusta sorprender con el personaje.
La otra vez me decía un amigo: “si pudieras hacer una Frida diaria serías millonario”. Y a lo mejor sí, por eso hasta el día de hoy no he dibujado otra Frida. Ya hice una Frida y repetir la misma fórmula a mí no me gusta mucho, aunque se hace y está bien si otro lo hace, pero prefiero sorprenderme a mí también. Si no me estoy sorprendiendo con lo que estoy haciendo no encuentro la razón de hacerlo.
IB: ¡Tal vez no te divertirías mucho!
Los sorbos de café van y vienen mientras el Random Access Memories de Daft Punk sigue sonando de fondo. Un cartel con el logo de Wu-Tang Clan y la frase Coffee Rules Everything Around Me decora la cafetería haciendo referencia al legendario grupo de rap y su tema insigne C.R.E.A.M. Pareciera que todo a nuestro alrededor fuese un remix o nos presentara una invitación abierta para hacer una remezcla con el entorno.
IB: Cuando dices “entregar” tu trabajo, ¿te refieres a una entrega para contigo mismo?
FC: Claro, ahora también tengo la responsabilidad de mostrarlo y a veces me gustaría no tener que hacerlo. Me gustaría no tener que mostrarlo, pero uno se genera una cierta responsabilidad cuando hay gente que te sigue por tu trabajo. A mí me sigue mucha gente y la mayoría de la gente es muy buena conmigo, se crea un vínculo con la gente que gusta de tu arte. Es gente que se toma el tiempo de escribirte un e-mail, o lo que estás haciendo tú de venir desde otro país y pedirme una entrevista.
IB: Noté que en tu fanpage hay una comunidad muy fiel, con gente que te alerta sobre sitios en donde venden tus obras sin licencia.
FC: ¡Todos, mis abogados están felices! Tengo la suerte de contar con abogados desde principios del 2015, porque ya era necesario. La gente me escribe en redes, e-mails, me avisan sobre casos así con un “oye mira esto”. Te juro que me dan ganas de mandarles un regalo, pero son tantos que no se puede. Lo que sí hago es darme el tiempo de contestar los e-mails, muchas veces trabajos de colegio algunos de países que ni te imaginas; niños en Egipto haciendo presentaciones sobre mi trabajo, dices wow, es una emoción muy importante.
IB: Es genial que tu trabajo termine siendo un punto de inspiración para otros. Es un fenómeno generado por la misma viralidad a la que estás expuesto, cuando otras personas empiezan a remezclar o re-versionar tu trabajo.
FC: Básicamente Facebook, Twitter, Instagram, son versiones modernas del rumor, cuando alguien te decía algo y te llegaba un tanto deformado.
Empecé con las redes sociales porque era lo que tenía a mano. Haciendo algo de introspectiva, no soy una persona de ir a tocar puertas o con una personalidad tan avasallante como para ir a mostrar lo hago. No me siento cómodo con el rechazo, aunque sepa que lo estoy haciendo bien. Sí me encanta la crítica, la tomo muy bien, pero no el rechazo “porque no”. Muchos artistas recibimos ese tipo de rechazo y no somos de entender el “porque no” y no lo entendemos porque venimos con una obra pensada, que además tiene una carga emocional y viene con una historia y un trabajo diario entonces no puedo aceptar un “no porque no”.
Quizás acepto el “no me gusta”, pero no espero esa respuesta de quienes se suponen nos abren las puertas para surgir. Cuando me sucedió esto, me dije “voy a hacer que todas estas personas tengan que voltearse a mirarme” y eso costó, ¡costó! Tuve que romperme el lomo y pasar por todas las que me debí pasar, hasta que empecé a mostrar mi trabajo y todos los que antes me habían dicho “no, no, no” empezaron a acercarse de a poco y a decirme “oye podemos hacer esto y lo otro”. Era la única forma que tenía para hacerlo, no sé si me explico. Tenía que hacerlo así y si no funcionaba, pues bien.
Afortunadamente todo eso me funcionó y estoy feliz, feliz porque esto me permite más que nada hacer más cosas, poder conocer más gente, meterme en más proyectos interesantes.
IB: Cuando se dio ese giro, ¿trabajabas en alguna agencia o estudio?
FC: Nunca trabajé en agencias y nunca voy a hacerlo. Desde que tuve una noción de lo que significaba trabajar en agencias y publicidad dije “no, paso”; aunque sí hice trabajos para agencias, siempre trabajé como freelance. Me fui de la casa de mis viejos, en donde era feliz, a los 22 terminé viviendo con un amigo, estuve freelanceando en diseño durante algún tiempo; a veces me pagaban otras no, fui consiguiendo varios clientes, me mantenía haciendo cosas sin importancia y que no me gustaban, sin embargo seguía despierto y tratando de hacer lo mío.
Estuve así hasta que decidí cortar todo y dedicarme a lo mío y tuve la suerte de que funcionó, pero fue duro, duro. Por lo menos tuve unos cinco años de trabajo duro, de ganar poco y trabajar mucho, imagino que sabrás a qué me refiero con esto.
Realmente a veces trabajas por nada. Quieres captar un cliente y tienes que enamorarlo primero, eso significa que tienes que pasar tres noches despierto porque quieres llegar a él. Era mucho trabajo, tuve un estrés horrible, incluso me enfermé físicamente, hasta que tuve que hacer un stop y luego todo empezó a fluir súper bien.
Cuando lo canalizas bien en tu cabeza, barajas todas tus opciones, decides no pensar como otros sino como tú realmente piensas y te haces consciente de que las decisiones que estás tomando son mejores decisiones porque las estás tomando tú, creo que te resultan las cosas. Tuve que confiar mucho en mí, hasta el día de hoy siempre que estoy tomando una decisión –sea buena o mala– me digo a mí mismo “está bien, bien tomada la decisión”.
Creo que la música, la poesía, todo el arte que funciona es el que viene de adentro. Energéticamente viene con una carga tuya en donde dejaste más que tiempo, abriste puertas de otros mundos para generar algo nuevo y esa carga tiene que estar presente. La única forma en la que eso puede suceder es que seas honesto con lo que estás haciendo y seas honesto con tu idea, honesto con tu caso.
Estando en conferencias, siempre me preguntan como se puede lograr un trazo único, cómo es posible lograr un sello personal y mi respuesta es: Fácil, todos saquen un papel y dibujen un conejo. Luego recibo 60 papeles con conejos y cada uno de ellos es distinto. Al preguntar si algún dibujo se repite, la respuesta siempre es “no, son todos diferentes”. Listo, ya está, eso que dibujaste es tu trazo, eso es lo que tú haces. Ese conejo dibujado en un papel blanco —por muy tonto que parezca— es tu trazo primitivo, es tu forma de ver un conejo y esa es la forma que tienes que explorar para ver todo. Cuando empiezas con el “quiero un trazo como tú, quiero el trazo como este otro”, se complica.
Puedo juntar tendencias, recopilar colores, detalles, pero no me miento a mí mismo. Soy muy honesto con mi trazo, no me gusta demorarme dos días con un cuadro, prefiero hacerlo en horas porque quiero verlo, entonces tengo que pensar en soluciones rápidas. Tengo cuadros que pinto en tela, que pueden estar uno o dos meses en taller y los otros son los que hago a lápiz, esos se escanean, van al computador, uso collage y allí los pinto. En estos últimos tengo la rapidez, pero también me doy mi espacio para una pintura que me puede tomar dos o tres meses si quiero.
IB: ¿Con qué formato te sientes más cómodo: con el lienzo, el papel, lo digital?
FC: Me siento muy cómodo con el lienzo. Lo que no me gusta mucho del lienzo es que a veces lo encuentro limitante, pero por cosas mías nada más. Es algo estúpido, porque el lienzo es lo menos limitante que puede haber.
El trabajo en el computador me permite hacerlo rápido. Uso muy poco la opción deshacer, si te fijas en mis dibujos expuestos, te acercas y miras con atención puedes ver todos los horrores que hay en ellos y verás que no son errores, son más un fuck it o “esto no es un error, es que al flaco se le fue la mano con el lápiz acá”, es un estilo un poco descuidado.
Lo que nunca pierdo es el dibujo, para reducirte un poco mi trabajo es hacer un dibujo rústico o croquis gigante, un escáner y el computador. Una vez listo el croquis uso mucho difuminador, trato de que los personajes queden relativamente listos en papel. Me gusta la suciedad de esta técnica y la textura que se genera, ya en el computador realzo lo que tengo que realzar o quizás recalco las sombras.
Las últimas obras que estoy realizando son esto mismo, pero llevado a formato gigante. Me pareciera que con el tiempo no avanzo, sino que estoy retrocediendo a lo más mínimo en cuanto técnica. Ahora estoy un poco cansado del color y estoy llevando todos mis bocetos a lápiz a una tela gigante que estoy trabajando solamente con grafito y es como volver atrás, haciendo lo que antes solía hacer primero.
Mis trabajos previos, Frida, Dalí, los veo ahora muy adolescentes. Tengo 36, a Frida la pinté hace unos 5, 6 años atrás.
IB: Pareciera que Frida es ese hit recurrente que te piden en todos lados, lo que debe ser Creed para Radiohead o One para Metallica.
FC: Exactamente, adonde yo voy tengo que llevarla a Frida. Te juro que la historia es así: cuando hice a Frida estaba pensando en el Dalí, al que pinté directamente después, luego salieron Marilyn y Cleopatra, eso era lo que realmente quería hacer. La Frida fue algo tan simple como que yo tenía una foto de Frida Kahlo y otra de Lana Del Rey y estaba escuchando un disco de Daft Punk que no había escuchado hasta ese momento, y de repente ¡pop! Fue super simple. De repente miré y me gustó la polera porque cuando yo tenía 15 mataba por una polera de Nirvana, que en ese punto era lo mejor del mundo para mí. Soy de otra época y llevar tu banda en la polera era lo máximo. Buscabas la revista de tu banda por los pósters que venían impresos de lado y lado, entonces comprabas cuatro revistas porque querías aprovechar todos los pósters y todo eso era como la traducción de la felicidad en algún momento.
En mis pinturas siempre trato de buscar esos momentos y son cosas simples, pero son como mensajitos para mí. Los tatuajes están presentes porque me encantan, yo mismo los tengo, o la chapita que yo tenía hace un tiempo y se la puse al dibujo. Es algo muy íntimo, pero simple.
No podemos hacer nada que no venga con esa carga que tenemos en nuestra historia, nuestro pasado, siempre estamos tratando de revivir el pasado o las emociones lindas de ese pasado. Lo que hago tira un poco para ese lado, trato de autosatisfacerme con mi trabajo y me pagan por eso.
IB: Es fácil encontrar una suerte de homenajes a quienes construyeron tu niñez y la de muchos, tal parece ser el caso en los pocos personajes latinoamericanos dentro de tu repertorio de retratos.
FC: Allí es cuando asoma mi lado publicitario, como en el caso de Chespirito. El día que falleció recibí una llamada de quien era mi novia para entonces, dándome la noticia y diciéndome “ponete a dibujarlo ya”, y yo un poco reacio decía “no quiero ser el ilustrador que dibuja a los muertos”. Al final le hice caso y salió la ilustración del Chapulín Colorado el mismo día de la muerte de Chespirito; yo crecí con el Chavo del 8.
No es algo que haga con todos, por algo aún no dibujé todavía a Cerati a quien respeto mucho o a Scott Weiland, el cantante de Stone Temple Pilots cuando falleció. Quizás más adelante.
Hace mucho tiempo tengo muchas ganas de dibujar a (Alberto) Olmedo y todavía no lo puedo bajar, pero lo tengo en la cabeza*. Hice a Sandro, pero eso fue un encargo, lo que lo hace distinto. Tengo muchos personajes latinos guardados que aún no publiqué, son personajes con los que crecí de alguna manera.
Nunca quise tocar a nadie de Chile porque acá no tienen humor. Podría hacer perfectamente a Pinochet o Allende, hay tanto para medirse, pero Chile es un país que no tiene humor sino muchos resentimientos, mucha rabia, es un país dividido. Lo que quiero hacer en cambio va por otro lado, quiero que lo mío sea un escape, una forma de desmitificar cosas, gente. Hay personajes con los que no me gustaría meterme, otros viene con una carga política negativa interesante. Me interesa ese tipo de desafíos, pero tendría que darles un giro importante.
IB: Tus primeros trabajos conocidos, la serie Timeless, contenían toda una explosión de color. Luego hubo una sutil transición hacia los más recientes con una estética más limpia.
FC: Ahora estoy mucho más simple. Ya saqué los fondos galácticos, los patterns, las flores. Es como cuando jugaste tu primer partido de fútbol, saliste a la cancha, corriste, jugaste abajo, arriba y dejaste todo. Y luego, en el siguiente partido, decides mejor jugar en el medio, más calmado y en tu zona.
De hecho, esas galaxias que aparecían en esa etapa, en realidad provenían de un cuaderno de mi época freelance en donde pintaba galaxias en acuarelas para relajarme dentro de mis pocos momentos de descanso. Son dibujos muy sueltos que datan de hace mucho tiempo y que empecé a combinar y limpiar obteniendo infinitas combinaciones de galaxias. Me gusta usar algunas cosas que tengo de antes.
Con los patterns, fue otra cosa, esos los robé como loco de todas partes y los redibujaba. Creo que era lo que me llamaba la atención en ese momento.
IB: Y luego pasaste a una serie de retratos en donde predominaba lo negro, el estilo de las sombras y el difuminado es distinto. Limpiaste mucho, retiraste los accesorios y dejaste que los personajes retratados contaran su historia. Se sienten como parte de una exploración más madura.
FC: Empecé a hacer todo negro, me cansé del color y quería que los personajes saliesen de la oscuridad, que brillaran o que estuviesen un poco escondidos. Creo que a la gente no le gustó mucho, ¡a mí me encantó!
Traté de limpiar todo lo más posible, sin perder la potencia del personaje y la simpleza, así que me volqué en lo negro. Hice a unos pocos, Elvis, Sid Vicious, Michael Jackson y Ray Charles. Ahora me pasé al blanco.
Hago estas cosas por la libertad que tengo y porque me cuesta seriarme. Ya me cuesta mucho tener que dibujar personajes, porque sí o sí tengo que vivir de esto y ahora tengo que poner a Frida en poleras y siento que ya no puedo usarla más. Antes de empezar con mi tienda en línea tuve que poner todos esos dibujos en ropa, accesorios y no me siento muy cómodo con ello. Me encantaría decirle a alguien que se encargue de eso y que juegue con esas imágenes, ahora necesito estar en otra. Empecé a dibujar casi sin color, estoy en un momento en el que uso negro, blanco y dorado.
Decidí darme esa libertad, de no seriarme y no hacer las mismas cosas siempre para sorprenderme a mí mismo y sorprender a la gente. Repetirme es algo que no podría hacer, tanto física como mentalmente.
IB: Tu trabajo por encargos incluye artes de tapas de discos y otros trabajos interesantes, ¿cómo llevas el direccionamiento y filtros que implican estos encargos?
FC: Tengo la suerte de trabajar como músico también y de que la mayoría de encargos vienen de músicos. Me gusta reunirme con la banda, tomar una cerveza, que me hablen de lo que hacen o me lleven a un ensayo. Soy baterista, tocaba con una banda llamada Oh Margot, así que sé como funciona el ambiente. Tuve que salir de la banda, ya no me daban los tiempos por un lado, por otro empezaron a profesionalizarse, eso exige dedicación en los ensayos y hacia la banda, lo mío es más gusto por la música. Oh Margot creció un montón, pasamos de tocar una vez al año a tocar en Lollapalooza.
Muchos de mis amigos son músicos, así que podría decir que un 50% de los encargos que hago son gratis, la otra mitad es muy bien pagada. Trabajo siempre sobre esta premisa: a mayor libertad, menos plata; a menor libertad en cuanto lo que pienso que expresa tu disco, más plata. Es una ecuación muy simple, si me dejas libre te puedo sorprender y te va a salir barato.
A menudo me llaman con propuestas como “pongamos a Marilyn o algún otro retrato en la portada”, a lo que suelo responder con un “podemos hacer algo más”. Pido el disco, un par de semanas sin que me llamen o contacten y al término del plazo les envío la propuesta que creo va a servir. Afortunadamente les termina gustando el trabajo, también se trata de entender lo que pasa por la cabeza de quien tiene una banda, todo lo que ya cuesta hacer música y mi trabajo es quitarle a la banda ese peso de decidir qué va en la tapa del álbum y definir la parte visual de su música. Es un trabajo muy entretenido, me llegan discos muy buenos, escucho la música, armo propuestas y la mayoría son bien recibidos, otras veces recibo un “no lo entiendo, pero me gusta”, que también es válido. A veces no es necesario entender, como artistas visuales o músicos tenemos que plasmar emociones y esto es extremadamente complicado. En algunos casos se trata de trabajar desde la sensibilidad y con las emociones que esto te produce, pero sin ir más allá.
Otras veces me llegan pedidos super extravagantes y complejos que toca depurar y bajarlos un poco más a tierra de una forma más simple.
IB: ¿Funcionas como un combo de Director Creativo / de Arte e Ilustrador en estos proyectos?
FC: Sí, pero siendo muy respetuoso de lo que quiero. Tal vez quieras un elefante en tu portada, pero voy a hacer mí elefante y este tal vez tenga cuatro ojos y la trompa en la espalda. Mis clientes tienen dos opciones: pagarme y mandarme un brief, al que responderé con un debrief y por lo que te cobraré un valor muy alto, porque me aburre hacer el trabajo, pero necesito el dinero. O hacemos un skype y generamos otra instancia en donde nos divertimos todos. ¡He tenido videollamadas hasta con Snoop Dogg!
Snoop Dogg estaba en un cambio de imagen, entre un gángster de los 60 y lo que fue Snoop Lion. La propuesta era que yo me encargara de desarrollar la imagen gangster, pero Snoop pasó a ser Snoop Lion y sus productores ya tenían en mente otro estilo visual para ese camino.
Procuro hacer proyectos de artes de tapa integrales, el valor de la portada sola es uno y seguramente sea lo más costoso, acercándose más al valor del arte del disco completo, porque me interesa venderte el combo: CD, vinilo, digipack, poleras. Inclusive el diseño de artes para singles y remixes. La entrega implica una presentación completa y atractiva.
Con el proceso de imprenta tengo la ayuda de un buen amigo que tiene más experiencia en esta área. Me gustaría viajar por todo el mundo supervisando que los finales salgan bien impresos, pero no es posible. Con mis obras y los artes de tapa ya tengo bastante.
Cuando era chico lo único que quería era dibujar los cassettes. Mi papá tenía una colección de vinilos de tango, que originalmente fueron de mi abuelo quien era argentino, ¡los hice mierda! Me pasaba dibujando encima de los discos y se los devolvía orgulloso. Soñaba con ser el tipo que dibujaba el arte de los cassettes y ahora estoy en eso, solo espero que alguna banda grabe en formato cassette para poder hacerlo por fin.
IB: Empezaste con la escultura hace poco. En alguna entrevista declaraste que te sientes más dibujante que otra cosa. ¿Veremos pronto a un Fab Ciraolo más experimental?
FC: Estoy tomando clases con un amigo y me encanta la escultura. Conmigo sucedió algo un tanto extraño, pasé del arte digital a estar colgado en museos y galerías; todavía estoy en una especie de limbo tratando de definir si esto es arte o no. Por un lado estás por todas partes en la web y también en una feria de arte en Estados Unidos y para mí es muy cómico.
No se me considera un artista, hablo de mis pares que siempre me dicen “lo tuyo es digital y puedes reproducirlo millones de veces”; me llevo muy bien con todos ellos aunque esto sale a relucir de manera frecuente. Mi respuesta es que a muchos de ellos les gustaría poder entenderse con lo digital, así como a mí me gustaría ser un artista plástico solamente y estar lleno de pintura. He tenido que lidiar un poco con esa carga de “lo digital”, por eso cuando me preguntan digo que soy un dibujante, porque lo mío es el dibujo, sea en papel, lienzo, murales y en una diversidad de técnicas. Hice todo eso, así que soy un dibujante.
Yo mismo evito encasillarme, los demás tratan de identificarme con alguna etiqueta y les funciona la de ilustrador, pero considero que no trabajo como tal porque ilustro para mí. Alguna vez hice una campaña para una agencia en Brasil, que salió en la tapa de la revista Archive y estuvo nominada como mejor campaña de “algo” y no tenía ni idea, me enteré un año después. Es lo que sucede con el trabajo que es para agencias, es como trabajar para ellos y decir “toma esto, te lo regalo”. Prefiero lo mío, es más personal, lo vendo como quiero y hago lo que quiero, tengo un mayor control sobre las cosas; llegué a simplificar mi vida en muchos sentidos últimamente.
IB: ¿Te sientes contento con lo que has logrado?, ¿te gustaría algo más?
FC: Me gustaría, sí. Siempre espero más, siempre espero que cada exposición sea mejor y más grande. Busco que cada cosa que hago sea mejor que lo que hice antes, voy aprendiendo mucho. He aprendido solo muchas cosas, a levantar expos, a lidiar con gente, cómo tienes que presentarte y decir las cosas.
Soy malísimo para la parte de negocios. Yo no puedo venderte un cuadro mío, por eso intento que el cuadro se venda solo. Quizás tú puedas hacer un cuadro con un punto en el medio y puedas vendérmelo en $16.000 dólares, solamente con tu discurso de lo que ese punto significa, yo no tengo eso. Por eso intento que mis cuadros te cacheteen y te manden para el sí o el no.
IB: Si ya es difícil ponerle un rótulo a lo que uno hace, ponerle un precio lo es más. ¿Cómo lidias con eso, cómo precias tu trabajo?
FC: Es muy complicado, tienes que ver cómo funciona el mercado o como tú estás funcionando en el mercado. A mí me ha resultado complicado porque vendo las cosas muy barato y se venden, así mismo también se venden caras. Por ejemplo, cuando entrego impresos originales en canvas, todos vienen con un retoque mío. Recién entregué un Michael Jackson lleno de glitter por todas partes y es un cuadro negro que brilla; el cliente se enamoró. Mis cuadros siempre vienen con algo más, con algo muy personal de mi parte y el cliente espera eso.
Me manejo con galerías y dealers, Galería Madhouse acá en Chile y otra en Estados Unidos. En la última expo que tuve vendí casi todo, los afiches se fueron como pan caliente. Lo que hago se vende bien y la gente tiene muchas ganas de comprar, pero son estas galerías quienes se encargan de todo; yo trato de ver los números, soy un poco despistado aunque me manejo relativamente bien.
FC: Ya no me pasa tanto. Antes sí y me generaba un poco de rechazo el encontrar estas imágenes dando vueltas. Ahora que tengo abogados que se encargan de estos temas, que todos mis trabajos están debidamente inscritos a mi nombre y todo está legal y se puede reclamar, es otra cosa.
Si por mí fuese, regalaría ese tipo de mercancía que otros venden, como fundas para teléfonos o computadoras, eso no me empobrece ni enriquece más.
IB: ¿Algún héroe o alguien que admires o tengas muchas ganas de dibujar y todavía no lo hayas hecho?
FC: Más que héroes, tengo fetiches. Tengo mucha conexión con Argentina, mi familia, mi abuelo, mi ex novia, todos eran de allá, entonces consumo mucho de lo que proviene de ese país. Si tuviese que retratar a alguien dibujaría a Ricardo Fort, su figura es un personaje muy potente. Más allá de que uno esté de acuerdo con lo que es o fue, es un personaje muy fuerte, lo encuentro perfecto. Si Fort hubiese salido de una mesa de reuniones no podría haber sido mejor.
Hace poco conocí a Hugo Marín, un artista y escultor chileno, tomamos café una tarde y me voló la cabeza. Tendrá unos 80 y tantos años y una carga artística increíble, ¡el tipo la tiene tan clara! Tiene muy clara su vida y su arte, esa tarde me pasé escuchándolo, entre todo lo que tiene que decir y su sordera habla lo que él quiera y no te queda mucha opción. Para mí, Hugo Marín es un héroe, él y su forma de enfrentarse a su arte. Otros son mis padres, mi familia, me aguantaron todo. No vengo de una familia de artistas, pero nunca tuve un no, siempre tuve todo para poder dibujar. Mi papá me llevaba desde los ocho años a exposiciones, él pudo notar mis inclinaciones por el arte y tuvo su forma de inculcarlo, él también es mi héroe.
IB: ¿Algún consejo para quienes están empezando con e dibujo y la ilustración?
FC: Que no piensen tanto y que trabajen mucho. Es importante que se metan bien en el asunto porque tienen que entender como funciona. Que sean proactivos y pierdan el miedo de meterse en proyectos distintos en los que a veces te dices “no puedo hacer esto”. Siempre me metí en proyectos que creía que no podía llevar a cabo, pero me decía a mí mismo “dale, sigue”. Tienes que quedarte en la instancia adecuada para sacar a luz ese tipo de “poderes”, lo principal es entender si lo estás pasando bien, si estás feliz haciendo lo que estás haciendo en ese momento, para eso debes estar muy pendiente del presente, ya que tendemos a pensar en el futuro o en el pasado.
Tendrás que observarte muy bien, saber qué estás haciendo y por qué lo estás haciendo y practicar mucho, ¡dibujar es gratis y puedes hacerlo en cualquier parte!
No hay que saturarse de tanta información. Está bien que veas trabajos de otros artistas, yo consumo mucho con los ojos, pero trato de verlas como un aporte de colores, formas, tendencias, pero no como algo a seguir. Si bien te puede gustar un artista y lo puedes seguir, es más importante entender lo que tiene para decir y no tanto cómo lo hace.
Lo importante es creer que lo que dices es importante porque lo estás diciendo tú y lo que debas aprender apréndelo. Si crees que debes aprender a usar óleos, hazlo con ganas, el arte no es depresivo. Creo que los artistas somos los únicos en este planeta con el regalo de estar en esta área y me digo “qué suerte, hueón”, qué suerte poder hacer esto, porque no necesito ser millonario, con lo que tengo ahora vivo feliz. Todo viene acompañado de trabajo constante, si no trabajas no pasa.
Tienes que lograr que te paguen por hacer lo que más te gusta, poder lograr vivir de lo que más te gusta. Si te gusta dibujar, intenta vivir de eso y lo vas a hacer.
Conócete y respeta tus limitantes, pero no te enfoques solamente en ellas porque puedes estar descuidando tus fortalezas, tal vez lo que sientas como una debilidad sea una fortaleza increíble. Celebra tus ideas, haz lo que crees que debes hacer.
Lo que hacemos nosotros no tiene ninguna regla, podemos hacer lo que se nos ocurra, existe la técnica, pero podemos hacer lo que se nos ocurra y mostrárselo a la gente, decir pienso esto, siento esto.
Solemos buscar el dibujo perfecto, pero se puede ir más allá. Puedes dibujar una taza y lograr un dibujo hermoso, pero es una taza. Rómpelo, ráyalo, haz otro dibujo encima, préndele fuego, píntalo con un spray, es un buen ejercicio para salir a buscar otras cosas. Hay que perder el miedo a salir de lo perfecto, hay que salir del estado de confort. El momento de la creación no tiene que ser cómodo, te tiene que picar el culo, que te machaque la idea en la cabeza hasta que salga.
Quienes hacemos arte, música, poesía, escultura, todo tipo de arte, no trabajamos con reglas definidas, somos libres y no aprovechamos esa libertad, nos ponemos techos que no existen y no necesitamos. Somos todo lo que el mundo quisiera ser.
Hoy soy libre en mi arte, si algún día la gente lo deja de consumir ya me las ingeniaré para hacer otra cosa y seguir haciendo lo mismo, esto es para pasarlo bien.