Investigador, diseñador de imagen y sonido y artífice contemporáneo argentino del audiovisual y la postproducción, Gabriel Rud se escapa del mundo concreto por medio de la realidad virtual, los entornos digitales y la electrónica; a través de su alianza creativa con Daniel Melero, Leandro Fresco y The Orb y de su interés en la cultura precolombina para sus próximas proyectos de instalación. Hoy charlamos con él acerca de su trabajo.
En tu obra utilizas recursos como la fotografía experimental, esculturas digitales y realidad virtual, además de fluidos, texturas y morfías en 3D. ¿Puedes ofrecer más detalles acerca de tu técnica?
Estoy explorando, desde hace varios años, las posibilidades de crear y representar volúmenes digitales, que son por general formas concebidas como esculturas. En el comienzo utilizaba una tableta digitalizadora, porque me interesa capturar la gestualidad de la mano en el momento de modelar.
Me interesa cómo, a pesar de tratarse de un medio digital no material, prevalece una impronta manual, orgánica. Desde hace dos años, estoy modelando en entornos de realidad virtual, aprendiendo un medio completamente distinto, donde la inmersión, el cuerpo, la gravedad y otros factores generan mil posibilidades. Es una etapa donde las cosas que salen son más ensayos que comparto, prácticas o ejercicios escultóricos más que obras terminadas.
En tus investigaciones teóricas y experimentales, ¿cuáles son tus intereses en relación al relato o a las historia?
Estoy metido en la no figuración, en territorios y formas que no remiten a cosas o lugares del mundo concreto.
En mis piezas audiovisuales no hay mucho relato o situaciones que narrar, son más bien acontecimientos, estados, descripciones, devenires.
Me interesa particularmente la instalación, los audiovisuales en loop sin principio ni fin más que el monocanal.
En Araña de Cristal, el último video de Leandro Fresco, aparecen figuras humanas reales en un universo insondable y misterioso. ¿Invocas la figura humana con frecuencia en tu obra? ¿O surge de forma más abstracta?
Las colaboraciones con Leandro Fresco son siempre muy estimulantes, es un desafío hacer vídeos para temas instrumentales o ambient, hay que dejar espacio a la música para que no se transforme en “banda sonora”. Las personitas caminando en el vídeo que mencionas funcionan para darle escala al paisaje. Es un recurso que no utilizo muy frecuentemente, ya que me gusta la ambigüedad entre lo micro y lo macro.
Llegaste al sello Kompakt a través de Wireless, el mix de Leandro Fresco para The Orb, ¿podés contarnos esa experiencia?
Me convocó Leandro justo un día antes de partir de viaje a Alemania, así que como no llegaba a hacer un video en 3D resolví hacerlo con capturas de video. Grabé en aviones, trenes, zoologicos y acuarios y compuse por superposiciones y fundidos los materiales, buscando simular las capas y transiciones de la música, que son muy sutiles.
Quedó una pieza visual altamente adecuada para el ambient, tiene eso del cuelgue de mirar por las ventanillas, o mirar peceras, en un momento un hipopotamo gigante, que para alimentarse solo abre la boca, y los peces entran a comer de entre sus dientes.
¿Y cómo describirías tu cercanía con el músico Daniel Melero?
Es una colaboración mutua permanente y una amistad que me honra. Ilustré tapas de sus últimos discos, algunos videoclips, y la iluminación y visuales de sus conciertos. Es una de las personas más genuinamente interesadas en las cosas que hago y por momentos parece saber más que yo.
Lo conocí hace diez años. Me contactó para resolver un problema con su página web, le borré todo accidentalmente, se la volví a hacer, me dijo que a modo de reparación ahora trabajara para él, tipo mafia yakuza. Me cortaría un dedo cuando sea para demostrar mi lealtad hacia él. La heterodoxia medio caótica de mis búsquedas tiene que ver mucho con su influencia.
¿Hay nuevos proyectos con él?
Con Daniel Melero tenemos proyectos postergados, uno tiene que ver con una muestra medio museística que catalogue una serie de organismos sonoros y visuales sintéticos, pero aún no existe la tecnología que imaginamos para concretarlo. También hay ideas para videoclips que tenemos pendientes.
El rol que juega la música ambient y electrónica es esencial en tu obra. ¿Crees que ofrece el marco y contenido ideal para tu cuerpo de trabajo abstracto y vinculado a la realidad virtual?
Es un género que utilizo mucho en mi vida diaria. La música ambient es un insumo esencial para trabajar u ordenar mi casa. A la hora de sonorizar mis piezas uso recursos del ambient, como tonos sostenidos, field recording. Hice Tono, una pieza que tiene que ver con eso.
¿De dónde surge tu interés en la variación de las formas, las criaturas distópicas y cómo definirías en Desconocer y saber “la evolución de lo extraño y sorprendente”?
Es quizás algo innato, desde mis dibujos de la infancia, pero que empezó a evolucionar en paralelo de la incorporación de medios tecnológicos, softwares de modelado 3d utilizados de maneras muy personales, a veces haciéndolos fallar o haciéndolos hacer cosas para lo que no fueron diseñados.
La búsqueda se fue sistematizando a partir de estudios teóricos sobre estética e historia del arte que realicé con Marta Zátonyi, que es una gran influencia. También por una maestría en “Lógica y Técnica de la Forma” de la Universidad de Buenos Aires, estoy realizando una tesis (que me está llevando ya casi seis años) cuyo tema tiene que ver con estas prácticas escultóricos en entornos de sensibilidad mediada.
Por último, ¿cuáles son tus planes para el resto de 2019?
Estoy ahora mismo terminando un viaje por México, donde estuve capturando mucho material para hacer fotogrametrías, que es la construcción de modelos tridimensionales a partir de capturas fotográficas. Quedé muy impresionado por los paisajes y museos de antropología, así que probablemente lo nuevo que vaya a hacer tenga inspiración en las formas y formaciones de lo precolombino. Retomaré el aprendizaje de software para construir experiencias en realidad virtual.