El infinito rompecabezas del ilustrador Santiago Sequeiros

Con motivo de la publicación de Romeo Muerto, Álvaro Pons repasa en esta columna la historia del historietista Santiago Sequeiros que corre paralela a sus historietas.

Allá por finales de los 80, la revista Imajen de Sevilla cogía el testigo de Madriz como iniciativa municipal comiquera con renovado ímpetu de modernidad. Al igual que su recordada inspiración, las páginas de la revista se atrevían a la experimentación formal y a la ruptura, apostando por una autoría joven y deslenguada, de la que destacaba especialmente la obra de un joven autor Santiago Sequeiros.

Danzando entre sombras borrosas o El baile de los fantasmas no podían esconder la influencia de autores como Raúl o De Barrio, pero era una simple impresión inicial: nada más comenzar a leerlas llamaba la atención una fuerza aprendida de los poetas románticos, pero también la inquietante capacidad perturbadora que tenían esas viñetas.

oscuridad y angustia

A medida que las historias de Sequeiros iban apareciendo en diferentes revistas, esa componente oscura y angustiosa iba tomando protagonismo, a veces matizada por el entintado de Rafael Iglesias y los guiones de Carlos Portela, que a duras penas podían contener la visceralidad de un trazo que comenzaba a absorber influencias a la carrera.

Sequeiros plasmaba en sus dibujos sus descubrimientos con absoluta desvergüenza, de José Muñoz a Frank Miller o Charles Burns pasando por Alberto Breccia, creando un estilo personal que se iba tornando cada vez más hermético.

Hasta Ambigú no fuimos conscientes de que las historietas de Sequeiros no eran solo una rápida evolución de un estilo, sino la construcción de un espacio íntimo donde el autor exorcizaba sus demonios con el alcohol.

Cada nueva obra, de Nostromo Quebranto. El hombre de la mano comida por el tiempo a To Aiperón, eran parte de una cartografía torturada, barrios de una ciudad inescrutable donde las cloacas llevan orujo y penas de amor. La mala pena era más que un lugar, era un sentimiento que el autor nos dibujaba y compartía, una expresión del abismo en que su vida se estaba convirtiendo, del vacío al que se asomaba.

Sequeiros se ha sincerado siempre sobre su relación con la bebida, de cómo la ilustración se convierte en su tabla de salvación, del contacto inspirador con Jose Luis Sampedro y Olga Lucas, de la rutina en el diario El Mundo hasta conseguir llegar a la orilla de la sobriedad. Y es justo en ese momento cuando se edita PrOblEMAS (Ediciones de Ruina, 2005). Una obra que se saltaba el orden natural de la ilustración inspirada de la lectura para dejar que la palabra fluyera desde los dibujos.

relato del dolor

Sequeiros plantea ilustraciones de formato vertical que miran a ese pasado todavía demasiado cercano, lo suficiente para sentir todavía el calor de unos rescoldos que todavía abrasan, pero con la distancia necesaria para que el trazo no sea expresión de lamento, sino de reflexión que no renuncia a la fuerza romántica que siempre ha impregnado sus historietas.

Viendo las ilustraciones de corazones desgarrados y cuerpos descarnados, se va construyendo un relato del dolor que era pasear por las calles pestilentes de La mala pena, pero también de la cálida acogida que tenía en sus habitantes, de cómo fueron los únicos que le tendieron esas manos sudorosas que dejaban aroma de sexo y orujo cuando más lo necesitaba. El rojo se alza entre el blanco y negro más radical, un rojo de pasión, de sangre que es muerte y vida. Y las letras abandonan las palabras para convertirse en anzuelos, en trampas para conectar la realidad con lo un imaginario que rebosa vitalidad macabra.

Y con la resaca de borracheras pasadas todavía presente en los dibujos, el poeta Miguel Florián ilustró los dibujos con palabras, creando una lectura de horror y fascinación que recuperaba las sensaciones del lector cuando se dejaba atrapar por las viñetas de La mala pena. Los esqueletos de niños todavía en el vientre de su madre nos interpelan a la cara con su expresiva mirada de cuencas vacías, creando un camino de losetas rojas que nos llevará a Romeo Muerto (Reservoir Books, 2021).

Ahora, con la mirada que da la publicación de la largamente inacabada Romeo Muerto, es más evidente que nunca que la obra de Sequeiros es un infinito rompecabezas, poliédrico, donde es imposible separar una obra de otra. No tiene sentido analizar a Romeo sin Nostromo, a Ambigú sin To Apeirón, a La Mala Pena sin PrOblEMAS.
Su obra es una. Inseparable, inmarcesible, inabarcable, maestra.

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