«Los países que apostaron por el diseño de producto son los que han formado a los actuales referentes en diseño», Javier Sanz

Javier Sanz es el coordinador del Grado Oficial en Diseño de Producto de España que ofrece en exclusiva ESNE – Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología. Esta titulación tiene como objetivo formar a profesionales adaptados al diseño y a las tecnologías de vanguardia capaces de enfrentarse a cualquier proyecto. Hablamos con él para preguntarle sobre esta disciplina, y hacia qué futuro se dirige.

Desde relojería hasta automoción, has trabajado en proyectos de distinta índole dentro del diseño de producto. ¿Cómo decidiste que te querías dedicar a esta disciplina?

Surgió de una forma muy natural. A los tres años me pasaba el día dibujando, y diez años después gané un certamen nacional de dibujo. Me divertía ilustrando cómo creía que serían las próximas zapatillas de deporte de una marca concreta, o el vehículo de una prestigiosa empresa de automóviles… Y era muy gratificante comprobar que a veces las predicciones se cumplían.

También por entonces estaba ya interesado en la escultura. Como sabía que era difícil vivir de ello, empecé a pensar que el diseño de producto era el área del diseño que más se acercaba a aquella disciplina, lo que por entonces se denominaba «diseños escultóricos» o «esculturas funcionales».

Ya en la universidad, tuve la oportunidad de poder patentar la bicicleta con la que Miguel Induráin batió el récord de la hora.

Además, conseguí un Premio Europeo de Investigación, que me abrió las puertas al sector profesional antes, incluso, de obtener la licenciatura.

El diseño de producto es fundamental para prácticamente cualquier empresa internacional. Sin embargo, en España sigue siendo todavía bastante desconocido. ¿Por qué crees que sucede esto?

Hace falta contextualizar en clave histórica. Recordemos que el diseño de producto tiene su origen en la Revolución Industrial, que tuvo lugar en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, cuando se pasó de la artesanía a la fabricación en serie.

La disciplina como tal nace a finales del siglo XIX con el movimiento británico Arts and Crafts. Sin embargo, el diseño de producto (tal y como la entendemos hoy), se consolida en la Bauhaus, que fue la escuela de artesanía, diseño, arte y arquitectura fundada en 1919.

Dicho esto y pese a su larga historia, aún nos sorprendemos al comprobar, que en algunos países, no se tiene una idea muy clara de qué es el diseño de producto. Quizá el motivo de que no haya sido una profesión reconocida puede haber tenido que ver con que no se formaban profesionales para su desempeño. Se pensaba que un ingeniero, un arquitecto o un artista podía hacer este mismo trabajo con éxito.

La realidad nos ha demostrado que aquellos países que apostaron en primera instancia por el diseño de producto, en el contexto de la universidad, son los que han formado a los actuales referentes actuales de esta materia.

Ejemplos de ello son el inglés Jonathan Ive o el español Jonathan Stephenson Santos, que han sido capaces de cambiar el rumbo de empresas tan importantes como Apple o BMW, posiblemente las más valoradas a nivel global.

A la hora de hablar sobre diseño de un producto, es habitual que se nos venga a la mente la figura del ingeniero industrial. ¿Qué diferencia hay entre este perfil y el de diseñador de producto?

Los egresados de ambas carreras universitarias son profesionales que trabajan conjuntamente, y ambos se aportan muchísimo  y se necesitan mutuamente.

El inconveniente es que se ha tendido a pensar que el ingeniero puede hacerlo todo. Sin embargo, no basta con que un producto sea técnicamente viable, si no es realmente innovador, si no responde a las expectativas, si no abre nuevas posibilidades o si no se tiene en cuenta su diseño, que puede incluso afectar a su venta. Debe haber un valor añadido vertebrado en este diseño, sobre todo en un mercado muy competitivo donde la diferencia de la marca, radica, precisamente, en este punto.

En este sentido, cabe mencionar que ESNE ha sido pionera en elevar al status universitario en varias áreas del diseño con el lanzamiento del Grado Oficial en Diseño de Producto de España. Además, ahora el Fablab de ESNE forma ya parte de la Fab Lab Network, una red mundial de Fab labs que nació a partir de una iniciativa del MIT, por lo que también queda consolidada su trayectoria internacional.

El diseño de producto es una disciplina que tiene diversas y variadas salidas laborales. ¿Qué perfil deberían tener los futuros alumnos de su Grado?

Esencial es el componente vocacional. No exigimos que vengan conociendo todas las áreas que tratamos, pero para que podamos formarles como universitarios, en conocimientos y competencias, y para que puedan tener éxito en su faceta profesional, es básico que les apasione esta profesión. Algo que, por otro lado, no es difícil, ya que es un sector que te enamora en cuanto lo conoces.

¿Cuál es el valor añadido de vuestra titulación, o en qué se diferencia de otros grados similares?

Un grado de ingeniería industrial o en diseño industrial y desarrollo de producto se centra más en los aspectos técnicos. En el grado de diseño de producto de ESNE buscamos un enfoque más global, como actualmente está demandando la industria.

Queremos formar a profesionales que posean formación técnica y tecnológica, pero que además sea capaces de dominar el lenguaje del diseño asociado a los valores de la marca; que puedan identificar el diseño emocional; o que sepan cómo el diseño ergonómico puede conectar con las expectativas de los usuarios…

También nos parece fundamental que nuestro alumnado entienda el contexto que rodea al producto (marca, competencia, usuario, referentes, antecedentes, tendencias tecnológicas, sociales, de estilo, etc.) y que reciba formación en el área de empresa. Por eso, podrán realizar un plan de negocio o viabilidad, proponer un concepto de emprendimiento o intraemprendimiento , trabajar con equipos multidisciplinares, o registrar legalmente un diseño, entre otros aspectos.

La constante revolución tecnológica está provocando la demanda de profesionales cualificados en técnicas de fabricación nuevas, como la impresión 3D. ¿Qué importancia tiene esto en el grado en diseño de producto de ESNE?

La tecnología es una de las áreas fundamentales en el grado en diseño de producto. Por ello, desde el primer curso nuestros alumnos ya están trabajando con Wacom Cintiq, imprimiendo sus trabajos en impresión 3D, y conociendo el corte láser o el mecanizado robotizado CNC.

Este año, por ejemplo, están trabajando en prototipos de drones, diseño de cargadores para vehículos eléctricos de última generación, accesorios con tecnologías de geolocalización, o patinetes eléctricos autónomos, por citar algunos ejemplos. Todo ello, siempre de la mano de empresas que tienen una visión muy clara de hacia dónde va la tecnología.

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