En colaboración con CEU.
En el actual mercado donde hay una sobreabundancia de productos y servicios, el consumidor se ha vuelto cada vez más selecto y exigente. Al adquirir algo, ahora ya no se busca simplemente que ese objeto cumpla una función o que tenga una elevada calidad; éste debe trascender, ser relevante y significativo, conectar con los valores y los sentimientos de los consumidores. En definitiva, se trata de diseñar para emocionar. Pero, ¿qué implica este concepto?
Hablamos con Pedro González, Luis Calabuig e Ignacio Juan Ferruses con el fin de arrojar luz sobre este concepto. Los tres son reconocidos profesionales del diseño que además realizan en paralelo una labor docente en el CEU, donde son coordinadores del Máster Universitario de Diseño y Comunicación Gráfica, el Máster en Diseño de Producto y el Máster en Diseño de Interiores, respectivamente. Con ellos aclaramos ideas de la relevancia que ha cobrado esta máxima en los últimos años y la importancia que tiene para los futuros profesionales unir el diseño a las emociones.
¿Por qué diseñar para emocionar?
Según comenta Ignacio Juan Ferruses, «vivimos de las emociones, esas sensaciones que no podemos controlar, que escapan de nuestras expectativas y que nos llevan a disfrutar de una experiencia concreta que recordaremos de una manera especial. Existen espacios que nos capturan, nos envuelven, nos hacen sentir cómodos y no sabemos muy bien por qué. Son espacios a los que volveremos para repetir esa sensación, para revivir la emoción que tuvimos la primera vez que estuvimos en él. Esa atmósfera ha sido diseñada previamente atendiendo a múltiples parámetros que bien conjugados nos hacen disfrutar de algo singular, algo que sólo se puede sentir experimentándolo en primera persona».
«Emocionar al usuario es, por lo tanto, el objetivo; crear una experiencia en directo y un recuerdo para siempre», remarca Ferruses.
¿Y qué pasa en el caso del diseño de objetos? ¿Sucedería lo mismo? Para Luis Calabuig, en el diseño de un producto el punto de inicio «debe ser la emoción porque el funcionamiento y la parte técnica ya se presupone que están presentes». En este sentido, aclara: «el producto ya se diseña con una calidad y están incluidos otros elementos como la sostenibilidad en cuanto a materiales y otros aspectos que por sí vienen impuestos. El intangible más grande y al mismo tiempo el más complejo –porque no hay una metodología clara para solucionarlo– es ese punto de partida que es la emoción», dice.
«Eso es lo que se trabaja en el Máster. En la mayoría de las asignaturas proyectuales buscamos la generación de nuevos productos. Esos nuevos productos, en esta nueva situación del mercado en la que hay una saturación, cada vez es más importante ese plus que es la emoción como punto de partida. Por supuesto, junto con otras cuestiones técnicas, y también hay otras asignaturas que no son proyectuales que son de herramientas».
El concepto diseñar para emocionar tiene, además, una importante variante experiencial y de vivencia personal. En este sentido se pronuncia Pedro González: «A diferencia de lo que sucede en otras carreras, el diseño, en cualquiera de sus vertientes –gráfico, producto, interiores– tiene una componente creativa muy importante y se vive desde un punto de vista muy pasional», afirma.
«Cuando vendemos un diseño, en ese diseño se va una parte de nosotros. Porque nosotros vendemos sentimientos, vendemos emociones… pero también una pequeña parte de ti se va en ese trabajo que haces. Y eso nos diferencia de otras profesiones y de otras muchas escuelas. Porque en el CEU, los alumnos conocen perfectamente el calado del proyecto, conocen perfectamente la repercusión que va a tener hacer una cosa con materiales no nocivos para el planeta, con un posicionamiento social plenamente responsable… saben lo que tienen entre manos, y eso es lo que va a decidir el futuro de la sociedad.
Desde el punto de vista emocional, ¿cómo debe ser la formación en diseño?
«El mundo está en continua evolución y no solo cambia el escenario en el que tenemos que desarrollar nuestra labor y en el que tenemos que formar a nuestros alumnos, sino que también cambia el público para el que trabajamos. Es decir, no es lo mismo trabajar para nuestros abuelos o nuestros padres que para nuestros hijos. Y eso define mucho la formación y sobre todo el enfoque que tenemos que dar. Hay que estar conectado y estar al día», explica Pedro González.
En el Máster de Diseño y Comunicación Gráfica del CEU esto se pone en práctica mediante la formación experiencial. «Determinadas asignaturas las impartimos de manera experiencial –afirma González–, y este es un rasgo distintivo respecto a otras escuelas. Por ejemplo, este curso, hemos visitado cuatro estudios de diseño, dos en Madrid y dos en Barcelona, dentro de la asignatura Nuevos Modelos de Negocio. Salir de las aulas y pasar el día en Erretres con Pablo Rubio, o en Mucho con Tilman Solé y Pancho Tolchinsky o en Stone Designs o con Mario Ruiz deja huella en nuestros alumnos. En el CEU pensamos que una experiencia vital nunca se olvida. ¿Por qué hacemos eso? Porque pensamos que es mejor dejar una experiencia que dejar una cosa teórica. Volvemos al tema de diseñar y emocionar, de sentir, vivir».
En cuanto al Máster de Diseño de Producto del CEU, esa toma de contacto se realiza a través de las «asignaturas proyectuales», explica Luis Calabuig, que además «en este máster en concreto las imparten profesionales en activo que tienen sus propios estudios, y en la mayoría de los casos además se vinculan a proyectos reales», aclara. «Son proyectos que podríamos encontrar perfectamente en la calle o muy cercanos a lo que podríamos encontrar en la realidad. Esto demuestra que ese concepto de ‘diseñar para emocionar’ no es algo que nos estemos inventando, sino que es algo que la propia industria está necesitando y se está aplicando en estos momentos. Esa base de diseñar pensando en las emociones es lo que los alumnos se van a encontrar y van a tener que desarrollar cuando estén en el mercado laboral. Es decir, no es un concepto abstracto, sino que se les va a exigir desde la realidad actual».
Por su parte, el Máster en Diseño de Interiores está planteado «para formar diseñadores capaces de crear emociones en un amplio abanico de oportunidades profesionales», explica Ignacio Juan Ferruses.
«La experiencia del usuario es la parte más importante de un diseño y nuestro programa académico prepara a nuestros estudiantes para ello de una manera creativa y técnica simultáneamente, enseñándoles a plantear tanto las propuestas más adecuadas a las necesidades del cliente como las soluciones técnicas que lo harán posible».
En el desarrollo del máster, el alumno se enfrenta al diseño de espacios de muy distinta índole, desde un escaparate hasta un hotel, pasando por un restaurante, un espacio comercial, una vivienda o una exposición efímera, entre otros. «Esta versatilidad proyectual es la que un profesional debe ser capaz de ofrecer, pero además debe estar apoyada por la solvencia técnica que permita que el diseño de estos espacios se puedan convertir en realidad».
Vivir el diseño con pasión y saber emocionar, la base del éxito profesional
«Quien se dedica al diseño lo lleva dentro de su ADN, es algo muy vocacional y que se vive con pasión», afirma González. Nuestra formación consiste en desarrollar personas para la vida real; formamos a personas para la vida auténtica y personas que van a ejercer una labor sobre la sociedad importantísima. Debemos pensar que nosotros somos los que creamos las cosas que utilizan los demás. Por lo tanto, nuestra responsabilidad como diseñadores es muy importante».
«Cada vez más, esa parte de ‘diseñar para emocionar’ ha cobrado más importancia en los últimos años en la realidad del mercado y, por tanto, también en la formación en diseño, ya que en el fondo, la formación es un reflejo de las necesidades de los nuevos usuarios», afirma Luis Calabuig. «Este máster en concreto busca ser un reflejo de las necesidades», algo que va más allá de una formación académica.
«Ser capaz de emocionar es la base de nuestro éxito como diseñadores», sentencia Ignacio Juan Ferruses. «El futuro profesional de nuestros alumnos está directamente vinculado a la calidad de su formación, y por ello este título les ofrece la oportunidad de formarse junto a los mejores diseñadores del momento».
Y concluye: «La profesión está en continua evolución y la única garantía de futuro es la pasión con la que nuestros alumnos crean en su trabajo, que se convertirá, sin duda, en una traslación directa y proporcional a la emoción vivida por los usuarios del espacio que diseñen. La formación recibida les permitirá crecer como personas y dibujar su propio camino profesional, siempre abierto a cambios, pero ahora ya con la seguridad de estar preparados para poder afrontarlo».
En los Masters de Diseño del CEU, el diseño se vive y se siente desde la experiencia. La formación en el CEU apuesta por diseñar por lo que nadie diseña, pero que siempre que sea diseño real, pensando en que sea algo realmente trascendente, significativo y resuelva las necesidades de la gente. El periodo de matrícula de los tres Másters ya está abierto. Puedes consultar más detalles en la web del CEU.
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