Que el FBI se haya cargado Megaupload ha iniciado la que puede ser la-madre-de-todas-las-batallas en la guerra de los derechos de propiedad intelectual internetera. Toda guerra tiene este tipo de grandes combates; probablemente en ellos se decide quién gana y quién pierde en el recuento final.
Bloguear sin conflictos
A cualquiera le puede pasar un caso como el que Diego Areso explica en Quintatinta. De repente, el proveedor de alojamiento en la red decide cortar el servicio. Lo curioso del caso es que este corte se hace porque unos servicios jurídicos han advertido al proveedor que en el blog se violan derechos de autor por la inclusión de portadas de revistas con reserva de derechos.
En este caso, sabemos que el propio Director de la revista había remitido las citadas portadas. Las inserciones, sin ánimo de lucro y con carácter ocasional, pueden incluirse en el derecho de cita para trabajos de temas de actualidad con fines periodísticos, que rige por Ley salvo que hubiera en las publicaciones expresa reserva de derechos. Si las revistas insertadas contuvieran esta reserva, la misma estaría en contradicción con el hecho de recibir del propio Director de la revista la portada de la misma para su inserción en el blog. Esta comunicación del Director genera lo que se llama una confianza legítima.
No obstante, hay letrados que piensan que, en todo caso, pese a no haber ánimo de lucro prevalece el derecho de autor para evitar un aprovechamiento del esfuerzo y de la actividad empresarial y comercial ajena y no entra en juego el derecho de cita o el derecho a la información sin autorización del autor, haciéndose eco de las sentencias que han dado la razón a las editoriales frente a las empresas de pressclipping o las de las cadenas de televisión por las copias de imágenes.
En cualquier caso, no se puede discutir que en el blog Quintatinta hay esfuerzo y creatividad propia y, en ningún modo, parece haber un aprovechamiento del esfuerzo y de la actividad empresarial y comercial ajena por la inserción de unas portadas de revistas que le envió el propio Director de las mismas pero como titular del blog le ha tocado vivir una situación compleja.
Por ahora, nos contentamos con proponer un par de reglas que permitan bloguear sin crear(nos) muchos conflictos.
1.- Cuando los periódicos o revistas o fuente de información que queramos citar hagan expresa reserva de derechos, el derecho del bloguero a incluir fragmentos o páginas de los mismos pasa por recabar la autorización pertinente.
2.- Cuando no hay expresa reserva de derechos o lo permite el tipo de licencia abierta que se emplee, el derecho de autor se respeta con la simple cita del autor y de la fuente.
Javier Guillem
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Javier Guillem es abogado y letrado de las Cortes Valencianas
@javierguillem
Toda guerra tiene, también, sus márgenes, y en ellos se dan miles de pequeños combates colaterales. Hablando de pequeñas escaramuzas: ésta es la mía.
Mantengo desde 2006 un blog dedicado al diseño gráfico que se llama Quintatinta. Hace aproximadamente año y medio, unos abogados se dirigieron a mí, vía correo electrónico y en nombre de Grupo Zeta, para exigirme que retirara de la circulación algunas páginas de las revistas Cuore e Interviú. Me amenazaban con “acciones judiciales” si no borraba el contenido rapidito y sin rechistar.
No lo hice. ¿Consecuencia? Mi host, a petición de los abogados, suspendió sin aviso previo el acceso a Quintatinta por un “abuso”.
Otros servidores, a petición también de los abogados, suspendieron el acceso a otras webs de más entidad y se montó un pequeño follón internetero. Grupo Zeta se vio obligado a recular, alarmado por la mala publicidad. La reputación de “censor” no sienta bien a un medio de comunicación. Como postre, obtuve el permiso expreso (aunque verbal) de un alto cargo de la editora para seguir colgando páginas y portadas de las revistas. Fin del primer capítulo.
El segundo capítulo: Hace dos semanas, los mismos abogados se dirigieron a mí, nuevamente por correo electrónico y también en nombre de Grupo Zeta, para exigirme que retirara de la circulación algunas páginas de, esta vez, la revista Man. Se da la circunstancia de que en mi blog hay muuuchas páginas de Man: fui su director de arte durante año y medio, y la promocioné siempre que pude.
Para ser concretos, las páginas a las que se referían los abogados me llegaron directamente a través del director de la revista (yo ya no pertenecía al equipo), e ilustraban un post dedicado a anunciar el lanzamiento de un nuevo diseño/fórmula editorial.
Harto de líos, retiré el material, protesté un poco en público y me eché a dormir. No he vuelto a saber nada de abogados ni de Grupo Zeta. De momento, claro.
Fin de la historia.
Pero el asunto me ha generado estas inquietudes:
– La defensa de los derechos de autor está en manos de abogados especializados que la ejercen a lo salvaje y sin criterio. Les da igual ocho que ochenta, matan moscas a cañonazos y adoptan una postura de matonismo arbitrario e indiscriminado que basa su fuerza en el miedo que nos da (a los bloggers pequeños de toda la vida) complicarnos la vida en juicios.
– Una empresa que te envía material para que lo publiques y promociones sus productos puede acusarte meses después de vulnerar sus derechos por haberlo difundido, y amenazarte con las penas del infierno si no lo retiras de la circulación. Es un “te regalo mi reloj y luego voy a la policía para acusarte de robo”.
– Casi todo el material editorial tiene una cláusula pequeñita en plan “prohibida su reproducción total o parcial”. Pero las editoras envían su material a los medios para que lo reproduzcan y publiciten. Yo siempre he entendido el envío como un consentimiento implícito… Ahora resulta que lo único que me va a proteger de futuras acciones legales es un consentimiento por escrito. ¿Voy a tener que solicitarlo cada vez que reproduzca una página en mi blog? No resulta demasiado operativo.
En el mundo de los derechos de autor, la aplicación rigurosa de la ley está por encima del más elemental sentido común. La difusión razonable (el inconcreto fair use) de material protegido ya no es bienvenida en este pueblo, señora, lárguese.
Diego Areso
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+info: www.quintatinta.com