La exposición Desmemòria subterrània. Art, música i descaro a la València dels 90 llega al Col·legi Major Rector Peset de la Universitat de València para recuperar el espíritu de una escena cultural que nunca se alineó con lo oficial.
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No fue la Ruta Destroy ni la escena indie de manual. Tampoco tuvo la proyección mediática de otras explosiones culturales. Sin embargo, la Valencia de los 90 fue un hervidero de creatividad que, lejos de las corrientes mainstream, encontró en los márgenes su identidad. Esa es la historia que busca recuperar la muestra Desmemòria subterrània. Art, música i descaro a la València dels 90, que se inaugura el próximo 6 de febrero en el Col·legi Major Rector Peset.
Comisariada por Marisa Giménez (gestora cultural), Óscar Mora (artista y músico) y Fernando García del Real (diseñador y músico), la exposición reúne una colección de memorabilia —fotografías, carteles, fanzines, flyers, objetos y audiovisuales— que retratan un ecosistema cultural ecléctico y efervescente. Un ecosistema que tuvo como epicentro los bares, salas de conciertos y espacios autogestionados de los barrios del Carme, Velluters y La Xerea, así como los patios y aulas de la Facultad de Bellas Artes.
No se trata de una retrospectiva cerrada ni de una historia definitiva, como advierte Marisa Giménez: “No están todos los que fueron, pero todos los que están fueron importantes”.
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Música, diseño y resistencia creativa
Más que una escena, lo que ocurrió en Valencia en los 90 fue un choque de disciplinas en un contexto donde el acceso a internet era aún una rareza y los móviles, un lujo. Los protagonistas de Desmemòria subterrània son músicos, pero también ilustradores, diseñadores, editores, fotógrafos, cineastas y agitadores culturales que, sin pretenderlo, construyeron un imaginario propio.
Los nombres son diversos y dispares: Las Máquinas, Fitzcarraldo, Los Magnéticos, Los Mocetones, Ulan Bator Trio, Una Sonrisa Terrible, Kindergarten, Lola Puñales… Algunos con un pie en el indie anglófilo, otros con una vocación más experimental. Sin embargo, cuando alguien intentó etiquetar aquella heterodoxia, lo hizo con el nombre de Explosión Naranja, un guiño al color del cítrico local. Una denominación que, lejos de ayudar a la exportación de la escena, solo reafirmó su naturaleza inasible.
Pero la muestra no se limita a la música. También recupera el espíritu de los fanzines y publicaciones underground como Fancómic, Kovalsky Fly, 2000 Maniacos o Dirty València, emisoras como Radio Funny, y festivales y plataformas efímeras como Memòria Industrial, la Falla experimental, Fanzinerama o Performatori. Lugares y proyectos que daban forma a una Valencia paralela, alejada de los 40 Principales y de la cultura institucionalizada.
El diseño también tuvo un papel crucial en esta ebullición creativa. Espacios como La Esfera Azul, fundada por Lupe Frígols y Marisa Giménez en 1995, fueron auténticos laboratorios de experimentación gráfica y artística. Allí expusieron diseñadores como Paco Bascuñán, Quique Company, Ana Mir, Emili Padrós o Óscar Guayabero, junto a artistas como Eugenio Simó o Assad Kassab. En sus paredes colgaron desde proyectos editoriales independientes como Ganadería Trashumante hasta objetos de diseño en la efímera Bazoka Store. Mientras, diseñadores como Manuel Olías o Edu Marín dejaban su huella en los carteles de salas emblemáticas como Arena Auditorium o Puzzle.
Un testimonio antes del olvido
La exposición se complementa con un documental que recoge el testimonio de más de 50 protagonistas de la época, entre músicos, escritores, periodistas, diseñadores y gestores culturales. Su relato, acompañado de material gráfico inédito, pretende recuperar una historia antes de que la memoria y el tiempo la diluyan por completo. “Hemos querido contar con la voz en primera persona de quienes vivieron aquello. Que el relato no quede en manos de interpretaciones ajenas o mitificaciones tardías”, explican los comisarios.
Junto al documental, la muestra cuenta con un catálogo con textos de Dani Cardona, Eduardo Guillot, Manuel Olías, Eva Vizcarra, Natalia de Ancos, Luis Ángel Abad, Salva Alemany o Lucas Soler, entre otros. Un conjunto de voces que reivindica la importancia de este legado cultural, muchas veces solapado por narrativas dominantes.
En palabras de los organizadores: “Sabemos que no están todos los que fueron, pero sí que fueron importantes todos los que están en esta Desmemòria subterrània. Queremos que esta exposición sea solo el primer paso para ampliar esta historia en los próximos años”.
Actualizado 15/02/2025