Anthony Zukofsky se graduó en la School of Visual Arts (Nueva York) en 2015. Desde entonces, su camino profesional le ha conducido a algunas de las más admiradas compañías, agencias, publicaciones y estudios en Estados Unidos. ¿Cuáles son las claves de tal éxito? Las cuenta de la siguiente manera.
Antes de entrar en la School of Visual Arts, Anthony Zukofsky sabía exactamente lo que quería hacer. Años antes, se había empapado de información sobre todas las escuelas que le interesaban, y había reflexionado muy concienzudamente sobre el camino que quería tomar. Por su carácter internacional y por sus destacados profesores, resolvió escoger, finalmente, la School of Visual Arts. Y aquello -cuenta en una reciente entrevista a la AIGA– fue decisivo para recorrer profesionalmente las importantes compañías en las que se ha integrado como trabajador o colaborador.
«Lo que más me interesaba es que la gente que impartía clases sabía cómo enseñar, como Carin Goldberg, Gail Anderson y Paul Sahre. Afortunadamente, esta escuela permitía estar en un ambiente lleno de diseñadores», cuenta. Mientras estudiaba, Zukofsky no dejó de lado sus inquietudes más personales, y fue produciendo sus propios trabajos, que abarcaron identidades corporativas, proyectos impresos e interactivos, e, incluso, animaciones.
«Siempre trataba de ser consciente del tipo de trabajo que estaba haciendo, y las razones por las que lo hacía», indica. Por ello, las referencias eran cruciales para él, y no dudó en inspirarse en diferentes artistas, o conceptos históricos más atípicos con el fin de que acabaran influyendo en su trabajo. La idea de encontrar un estilo o una tendencia, al contrario que muchos otros profesionales, le aterraba.
«Quería hacer un trabajo en el que no pudieras decir quién era el diseñador. La idea del diseñador desconocido siempre me ha fascinado».
Sin embargo, ni siquiera una escuela tan prestigiosa como al School of Visual Arts de Nueva York puede preparar, por completo, a un estudiante para su realidad laboral. Y así lo corrobora Zukofsky: «A pesar de que me proporcionó un ambiente donde experimentar, y me posibilitó tener conexiones asombrosas, no me preparó en absoluto en lo que se refiere a hablar con clientes, o incluso preparar un contrato», sostiene el diseñador. Ello, no obstante, no es algo concreto de esta institución, y remite al hecho de que la formación en diseño, todavía, tiene que adaptarse mejor a las nuevas y actuales circunstancias.
Por lo que respecta a las conexiones forjadas durante su periodo estudiantil, supusieron un punto de inflexión en su trayectoria profesional. «Me reunía con diferentes profesores a veces varias veces por semana, y tenía conversaciones que la mayoría de veces no versaban sobre diseño. Algunas de las mejores clases que tuve en la School of Visual Arts fueron en las que nos sentábamos toda la clase a hablar y discutir ciertos temas», alega. Fruto de tal inquietud, Zukofsky reconoce todavía mantener contacto con alguno de sus maestros, con los que las colaboraciones, indica, son «emocionantes».
Google, Apple, Pentagram o The New York Times no son para Zukofsky solo gigantescas compañías de referencia. Es uno de los pocos que puede enorgullecerse de haber formado parte de todas ellas. «Siempre he mantenido una lista estricta de estudios, personas y compañías con las que he querido trabajar, y he sido increíblemente afortunado de poder cruzar los nombres de esta lista (que todavía tengo, y uso)», señala. «Mantener un camino directo y permanecer en él es muy importante para un diseñador. Siempre debe estar pensando en cuál será el siguiente paso. Así, se vuelve incómodo, y no se asienta», indica, y sostiene que es uno de los factores principales que le ha ayudado a trabajar en todos estos lugares, así como una cantidad «ridícula» de trabajo duro, curiosidad y una cada vez más gruesa cantera de contactos.
«Mientras estaba en Apple, Arem Duplessis [Apple] me dijo que siempre estaba más interesado en un diseñador que tiene un fondo variado en su bagaje, o que incluso procede de una disciplina que no tenga que ver con diseño».
Zukofsky coincide: «No podría estar más de acuerdo. Nunca hay que conformarse con una oportunidad, sino que debemos experimentar tantos ambientes diferentes como sea posible». «Es una preferencia personal, y entiendo que a muchos diseñadores no les guste esa sensación, y prefieran la seguridad, pero cada experiencia es diferente aunque muchos lugares puedan parecer similares», añade.
La competencia para entrar a trabajar en una de estas grandes compañías es inmensa y «el miedo a lo desconocido», indica el diseñador, también. «No solo por esta competencia, sino porque es abrumador colaborar con algunas de las personas más inteligentes y con más talento en sus campos, desde diseñadoras hasta escritores, diseñadores industriales, fabricantes, desarrolladores…». Ello, sin embargo, le parece positivo y muy enriquecedor.
A pesar de haber dejado su marca en algunos trabajos firmados por Rob Giampietro [Google] o Michael Bierut [Pentagram], el afán de protagonismo no le parece relevante.
«La experiencia de aprendizaje es lo más importante para mí. El diseño, en su núcleo, es esfuerzo colaborativo. No creo que encuentres soluciones adecuadas sin la influencia de otras mentes. Hace el trabajo más interesante y emocionante».
«Trabajar con Michael Bierut, Rob Giampietro, Jennifer Kinon y Bobby C. Martin fue, y sigue siendo, como conseguir un título de máster. Es crucial percibir cada movimiento que hacen, y cómo piensan acerca de las cosas, porque eso es lo que va a hacer que seas un mejor diseñador. Todos ellos tienen tal claridad cuando se trata de resolver problemas… Y la mejor parte es que siempre están emocionados por ver dónde puede llegar un proyecto una vez se alejen de él. Aprendí más sobre cómo ser persona, también, al trabajar con ellos», concluye, en lo que supone una reflexión que arroja consejos tan importantes como la perseverancia, la inquietud por aprender y la constante formación.