Burgos convoca un concurso de diseño con condiciones precarias y el aval de DIME y READ

El Ayuntamiento de Burgos ha abierto una convocatoria para encargar la imagen gráfica de las Fiestas de San Pedro y San Pablo 2025.

Aparentemente, se trata de una “llamada a proyecto” estructurada en dos fases: primero se seleccionan tres profesionales o estudios mediante currículum y porfolio, y posteriormente se les invita a presentar una propuesta gráfica remunerada. Sin embargo, el formato, el presupuesto y la cesión de derechos plantean serias dudas sobre su adecuación profesional.

Aunque las bases intentan alejarse de la fórmula del concurso especulativo —ya que se limita el número de participantes y se paga una pequeña cantidad por realizar la propuesta—, el modelo sigue reproduciendo una dinámica poco ética: tres diseñadores trabajan, pero solo uno ve compensado su esfuerzo de forma mínimamente aceptable. Los otros dos invierten tiempo, ideas y recursos por apenas 450 euros más IVA, y sin ninguna garantía de retorno.

La remuneración del proyecto adjudicado tampoco mejora la situación. El precio total del contrato se fija en 3.000 euros IVA incluido, una cifra cerrada que incluye la creación de la imagen gráfica y su aplicación a múltiples formatos: cartel, mupis impresos y digitales (con animación incluida), redes sociales, banderolas, lonas y entrega de todos los artes finales. Una carga de trabajo notable que, considerando tiempos de ejecución y costes operativos, sitúa al profesional en un margen económico muy limitado.

Además, las bases exigen la cesión en exclusiva de todos los derechos de explotación de la imagen al Ayuntamiento de Burgos, sin mención a límites temporales ni territoriales. Es decir, el consistorio podrá reutilizar la imagen en futuras ediciones o en otros contextos sin compensar al autor ni requerir nuevos acuerdos. Este tipo de cesiones totales, que en otros sectores se consideran abusivas, siguen siendo habituales en la contratación pública de diseño.

Uno de los aspectos más significativos de esta convocatoria es la composición del comité de selección. Además de representantes técnicos del Ayuntamiento, se suman tres vocales profesionales propuestos por DIME (Diseño de la Meseta), la asociación de diseñadores de Castilla y León. DIME es, a su vez, miembro activo de la Red Española de Asociaciones de Diseño (READ), lo que implica que esta llamada a proyecto se desarrolla bajo el paraguas y con el respaldo directo del tejido asociativo del diseño español.

Desde Dime responden que «somos conscientes de que las condiciones de esta llamada a proyecto son mejorables. Como también lo somos de que es mejor cualquier llamada a proyecto que un concurso en el que se solicitan propuestas no remuneradas. No obstante, trabajamos para que año a año las condiciones de este concurso mejoren»

Este aval no es menor. Al asumir ese rol, DIME y READ no solo prestan su imagen institucional, sino que también legitiman unas condiciones que el propio sector lleva años denunciando. Condiciones que perpetúan la precariedad, que no respetan el valor económico del trabajo creativo y que colocan al diseño en una posición subordinada frente a otros servicios profesionales. También perpetuan la constante gamificación del trabajo del diseñador llevándola siempre al concurso cuando no es necesario ni obligatorio legalmente.

En lugar de impulsar modelos ejemplares que sirvan como referencia, lo que encontramos aquí es un caso más donde se maquillan procesos especulativos con una capa de supuesta profesionalización. Que estas prácticas vengan auspiciadas por instituciones públicas ya no sorprende. Lo que preocupa es que cuenten con el beneplácito de quienes dicen representar al diseño y defender su dignidad profesional.

«Consideramos que decir que no protegemos los intereses de los diseñadores es ver las cosas de una forma poco constructiva. Ojalá entre todos podamos conseguir que las condiciones de contratación del diseño en nuestra tierra sean cada vez mejores» apuntan desde Dime.

Sería deseable que las asociaciones implicadas, empezando por DIME y READ, asumieran su responsabilidad pública y se posicionaran de forma crítica ante este tipo de convocatorias. Porque no basta con estar presentes en los jurados. Es necesario condicionar esa presencia a unas bases justas, a presupuestos razonables y a procesos que de verdad respeten la profesión.

El diseño no necesita más escaparates institucionales. Necesita contratos dignos. Y necesita que sus representantes estén del lado de quienes trabajan, no del lado de quien convoca.

Bases del concurso

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