Asociaciones de diseñadores y espacios cedidos, ¿una relación provechosa?

Muchas asociaciones de diseñadores desarrollan su actividad profesional en espacios cedidos por las instituciones de las ciudades donde residen. El Matadero de Madrid acoge a la DIMAD; el Museu de Disseny de Barcelona, a la ADG-FAD; y Las Naves de Valencia, a la ADCV. Al menos, hasta ahora.

La ADCV (Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana) ya no tendrá su sede en Las Naves. Esa, al menos, es la versión oficial que circula desde hace unas semanas por parte de la directiva de la institución liderada por Rafael Monterde. Los motivos de ello parecen responder, por un lado, al aparente trato de favor que se les ha concedido a la ADCV y otras asociaciones que habían dispuesto su sede social allí; y, por otro, a la mayor innovación que se quiere comenzar a desarrollar en el centro y que, consecuentemente, incluirá a otros grupos que quieran acercarse a la institución y desarrollar sus proyectos.

Así lo confirman desde Las Naves. «Se ha producido una fusión entre InnDEA y Las Naves y, en el último año y medio, hemos ampliado las ramas en que trabajamos, y que a partir de ahora serán: movilidad, energía, salud, agroalimentación y, como hacíamos hasta ahora, cultura. Empezando por esto, se ha querido hacer un cambio del uso de los espacios» indican. «Hasta ahora, había cinco asociaciones que estaban en espacios de Las Naves por un acuerdo que se realizó en su día. Lo que pasa es que esto dejaba fuera a muchas otras asociaciones de la ciudad que también quieren estar. Con esta nueva gestión, lo que se pretende es justificar que las asociaciones estén en el centro por su actividad, por los proyectos que vayan a desarrollar. Nos encantaría acoger a todos, pero no somos un hotel de asociaciones ni disponemos de un espacio infinito», añaden.

La ADCV, junto a las otras cuatro asociaciones que habían firmado acuerdos en su día, como el Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunitat Valenciana o el Colegio Oficial de Publicitarios y Relaciones Públicas de la Comunitat Valenciana, se enfrenta, por lo tanto, a esta determinación. Mientras que la mayoría de asociaciones han asumido estas circunstancias, la ADCV ha sido la única que ha aseverado que presentará un proyecto para permanecer en el espacio y, hay que tener en cuenta que, con un número de asociados menor de 200, no es una de las asociaciones más multitudinarias del entorno valenciano.

«Nuestra estancia en Las Naves está pendiente, como en otras ocasiones, de la presentación de un proyecto que esté directamente relacionado con la línea del centro», señalan desde la ADCV. «Nos reunimos hace unas semanas con el director de Las Naves, Rafa Monterde, quien nos comentó el nuevo rumbo que ha tomado el centro, y que se va a centrar completamente en la innovación. La propia estructura del espacio ha cambiado y el personal de diferentes entidades públicas relacionadas con la innovación están, desde hace unos meses, instalados permanentemente en Las Naves», agregan.

Por parte de Las Naves, señalan el interés en ser «ecuánimes». «La manera de continuar es presentar un proyecto que justifique que la sede esté aquí», coinciden con la ADCV. «Por ejemplo: hay unos talleres semanales de robótica que se hacen con niños. La gente que los lleva adelante dispone de mucho material y sí que es un problema que, cada semana, vengan cargados con él hasta aquí. En este caso, sí tendría sentido que tuvieran un espacio, pero la idea no es convertirse en un almacén», ilustran desde el espacio de innovación y creación, que para remarcar sus nuevas inquietudes acaba de renovar también su identidad visual de la mano de Sebastián Alós y Rafael Jordán. «En el mundo del diseño, la gente ha respondido bastante bien. Se le ha dado más personalidad , y se ha intentado confluir la filosofía que llevamos con un estilo más industrial, de nave. Nosotros estamos encantados», comentan a raíz de este hecho.

Las bases para presentar los proyectos saldrán a finales de enero y, a partir de ese momento, la ADCV y otras asociaciones que quieran presentar sus propuestas serán libres de hacerlo. «Ahora mismo no se nos ha dicho que tengamos que dejar nuestra sede en Las Naves, aunque sí se ha comentado una próxima reorganización de los espacios, por lo que es muy posible que acabemos compartiendo sitio con otros agentes de la innovación… También es verdad que no tenemos nada firmado que nos asegure la permanencia», señalan desde la asociación de diseñadores valenciana. «Cuando se presente el proyecto, se juzgará. Si cumplen con los requisitos de las bases, sí podrán entrar en Las Naves, no como sede social, pero sí como espacio», apunta, por otra parte, la institución.

Lo que sí parece evidente tras este cruce de declaraciones es que, para permanecer en los espacios de Las Naves, se deben reunir unos criterios objetivos. No cualquier actividad justifica la ocupación en instituciones de carácter público y, en este sentido, es inevitable recordar lo que sucedió hace unos años con la DIMAD y el Matadero de Madrid. El espacio, dependiente del Ayuntamiento de Madrid, también resolvió en su momento que esta asociación de diseñadores no podía disponer del lugar de cualquier manera. En este caso, la DIMAD tomó la determinación de gestionar el espacio concedido, y comprometerse a alcanzar ciertas cuotas todos los meses; situación de la que, quizá, la ADCV podría tomar nota para enfrentarse a su porvenir. En este entorno también existen otros modelos de gestión, como el de la ADG, alojada en el Museu del Disseny, que a su vez también acoge a otras asociaciones como la ADC*E; quizá porque, en Barcelona, percibe el diseño como un elemento vertebrador e identitario de la ciudad imprescindible.

En esta línea, tampoco conviene olvidar la estrecha –en muchas ocasiones- relación entre las asociaciones y la administración pública. Mientras que en otros países las asociaciones de diseño buscan sus propios negocios para evitar depender de la administración pertinente, en España todavía queda camino para alcanzar esa separación. Es el caso de la A&AD, con sede en Londres, o la AIGA, de Estados Unidos, ambas con ingresos que obtienen a través de premios, eventos, o talleres, entre otros, y espacios propios. Ello no quita, por otro lado, que ambas puedan solicitar ayudas o subvenciones públicas, pero evidencian que otros modelos de gestión también son posibles.

Cuando existen dos partes diferenciadas con un acuerdo común, el objetivo evidente es que la relación entre ambos sea lo más provechosa posible. La de la ADCV y Las Naves, por el momento, todavía está por definirse.

Las Naves
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