Llamémoslo conversación caleidoscópica o batiburrillo de testimonios. O, simplemente, un sondeo del estado de la miríada de diseñadores. El estado de opinión generacional sobre un oficio que, de la precariedad al despunte, transcurre más en zigzag que en línea recta en un entorno fértil al tiempo que contradictorio, donde la presencia del diseño es sempiterna, pero a la vez ciclotímica.
¿Cómo se hicieron diseñadores?, ¿qué es lo más emocionante de su profesión?, ¿qué ofrece Valencia al diseño?, ¿cómo evoluciona?, ¿cuál es la dificultad principal?
Comparecen María Gómez-Senent, Ester Dus, Pablus, Diego March, Baptiste Pons y Jaime Sebastián.
Los orígenes
María Gómez-Senent
[dropcap]E[/dropcap]mpecé a estudiar diseño de casualidad. Estaba estudiando Historia del Arte y por aburrimiento me metí a estudiar un ‘cursillo’ de Diseño Gráfico. Ese cursillo, en realidad, era la segunda promoción de los Estudios Superiores de Diseño Gráfico en EASD Valencia. Yo no sabía nada de diseño, pero después de un año de locos y un profesor increíble que nos descubrió el fascinante mundo del diseño, la tipografía, etc., me di cuenta de que había descubierto mi vocación.
Ester Dus
[dropcap]C[/dropcap]omencé a trastear con Photoshop a los 10 años, sin saber lo que estaba haciendo. Cuando tocó decidir, me formé en Realización y Comunicación Audiovisual, pero nunca dejé de interesarme activamente por el diseño gráfico: libros, artículos, cursos, eventos, exposiciones y unos cuantos tutoriales de YouTube. No fue un camino directo, pero poco a poco he ido mezclando lo que pensaba que era una afición con mi profesión actual.
Pablus
[dropcap]D[/dropcap]ejé de dibujar a mi manera (¡error!), elegí bachiller de ciencias naturales (¡error!), después me metí a ingeniería técnica agrícola (¡error!) donde lo que mejor aprendí fue dónde estaba la cafetería y ya me di cuenta de que eso no era lo mío. Estudié gráfica publicitaria y años más tarde el grado en diseño gráfico».
Diego March
[dropcap]D[/dropcap]e pequeño podía perder horas mirando las enciclopedias ilustradas y periódicos. Empecé la carrera atraído por la superficialidad del diseño, su aspecto más estético; seis años más tarde, sigo en esta profesión tras entender sus diferentes capas conceptuales y el papel social que puede jugar.
Baptiste Pons
[dropcap]T[/dropcap]rabajé algunos veranos en el taller de rotulación en vinilo de mi padre para pagarme los caprichos. Me llamaban mucho la atención los manuales de marca que nos mandaban las agencias de publicidad con las directrices para aplicar los logotipos en gran formato. También me gustaban mucho los catálogos de tipografías que había en el taller, con toda clase de formas locas. A los 18 años, empecé a estudiar ingeniería informática en la UPV porque quería hacer videojuegos, pero me di cuenta de que el cálculo, la física y la programación no eran lo mío. Siempre había hecho mis pinitos con CorelDraw dibujando logos y maquetando carteles para los clientes de mi padre y también como entretenimiento. Cuando me cansé de la informática me matriculé en la EASD para estudiar diseño gráfico, y en este oficio me quedé.
Jaime Sebastián
[dropcap]P[/dropcap]ara mi generación, el ‘diseñador gráfico’ aún no era una carrera de la que tuvieras constancia en la infancia. Convertirme en diseñador fue un largo proceso de entender poco a poco qué había detrás de las imágenes que me encontraba en la calles, la gente que había detrás y su proceso de ideación. Para mí, ser diseñador gráfico no es sólo un trabajo de jornada completa. Para bien o para mal, se trata de una parte importante de lo que soy y cómo veo el mundo. Es el lenguaje de comunicación en el que me siento más cómodo a la hora de incorporar todo lo que voy aprendiendo con la experiencia.
LA PRINCIPAL EMOCIÓN
María Gómez-Senent
«Me impacta la barbaridad de diseño que hay hoy en día y cómo de un momento a otro, existen tendencias que nacen, se asientan y evolucionan. Mi formación en historia del arte me tenía acostumbrada a pensar que estas cosas sucedían de un siglo para otro».
Ester Dus
«Un ámbito que estoy empezando a investigar y que me gustaría aplicar en pequeños proyectos es el del diseño sostenible. Desde la capacidad de optimizar los recursos y materiales para cualquier tipo de comunicación offline, darle la vuelta a un proyecto de packaging para que no sea de un solo uso o tratar que el desecho de aquello que diseñemos tenga el menor impacto posible».
Pablus
«La experimentación, poder crear, mezclar, enfrentarte a un problema y resolverlo experimentando. No sabes nunca donde vas a acabar».
Diego March
«Su significación social, a través de su frivolidad o de su compromiso. Me parece que puede ser una potente herramienta política y sobre la que aún cabe mucho que reflexionar».
Baptiste Pons
«Del diseño me fascina que está a medio camino entre las artes, las ciencias y las humanidades. Además de un valor estético, en el diseño hay un componente funcional y económico muy importante. El diseño ayuda a trasmitir una personalidad, a explicar conceptos, a trasladar mensajes de forma más clara, a vender más, a ordenar la información, etc. Es realmente algo útil en el día a día».
Jaime Sebastián
«En su forma ideal, el diseño gráfico es un perfecto ejemplo de ‘praxis’, una síntesis entre la práctica y la teoría donde estos conceptos se apoyan mutuamente. No existen las barreras entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Pensar se convierte en una forma de hacer, y hacer en una forma de pensar. El diseño gráfico, como se conoce actualmente, surgió del cruce de disciplinas muy interesantes como el arte, la política, la poesía, la industria o la literatura y, en mi opinión, se trata de un camino inagotable sobre el que seguir investigando».
València para los diseñadores
María Gómez-Senent
«Los empresarios locales invierten poco en diseño (porque no pueden o porque no quieren) y existen menos proyectos culturales públicos y privados que podrían dinamizar mucho más nuestro sector».
Ester Dus
«Creo que Valencia tiene el tamaño perfecto para relacionarse con compañeros del sector. Es difícil no coincidir una y otra vez con profesionales que tienen las mismas inquietudes que tú».
Pablus
«No se trata de lo que aporta València a los diseñadores, sino de lo que aportan los diseñadores a València. La ciudad la crean sus habitantes, y cuanto más variados y culturales sean sus habitantes, más aportará la ciudad».
Diego March
«València está tomando carrerilla en la normalización de un diseño de mayor ‘calidad’ —o, al menos, más alineado con la tendencia gráfica de otras ciudades españolas–, ayudando así a integrar activamente la profesión en la actividad económica y cultural de la ciudad; creando una valoración más positiva y profunda de esta que hace una década».
Jaime Sebastián
«Ha habido un esfuerzo decisivo por parte de las generaciones que nos preceden por hacer que Valencia se convierta en un contexto donde se consuma diseño de forma crítica, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Poco a poco nos vamos acercando a un consumo más consciente de aquello que nos rodea».
Baptiste Pons
«El nivel del diseño en muchos ámbitos y sectores sigue siendo bajo. Y el desconocimiento por la disciplina todavía más. Sigue habiendo mucho trabajo por hacer, mucha piedra que picar».
Evolución a la valenciana
María Gómez-Senent
«Con el reciente apoyo institucional a la profesión, las llamadas a proyecto, etc., hemos podido ver que nuestra ciudad ha mejorado considerablemente a nivel visual, y eso era algo bastante necesario. (…) Acabamos de empezar, pero lo que está haciendo Nacho Padilla con la comunicación institucional del ayuntamiento de Madrid demuestra que es posible».
Ester Dus
«Una evolución exponencial. Solo hay que ver el giro que han dado las campañas de algunas entidades públicas. Andar por la ciudad y ver carteles de estudios de referencia y no los típicos ganadores de concurso abierto es algo que te motiva como profesional, que te hace pensar que el diseño empieza a valorarse de otra manera en esta ciudad».
Pablus
«Los tiempos han cambiado, la forma de hacer también. La administración ha dado una mayor importancia al diseño, ha aceptado la máxima de que el diseño comunica y está ayudando a la interiorización del proceso de valorar el diseño. La ciudadanía está aceptando y reivindicando el diseño en las comunicaciones de la administración, estamos en el buen camino».
Diego March
«Se ha tomado por sana costumbre demandar un mayor ‘nivel’ gráfico en la comunicación, tanto gubernamental como cultural, pero aún seguimos persiguiendo estelas de otras capitales sin reflexionar si sus praxis —y lenguajes— son los que necesitamos. El trabajo de agencias y grandes estudios está encaminando la ‘gráfica valenciana’ —si tal cosa existe— hacia lenguajes exentos de referentes locales reales y que son tan válidos aquí como en cualquier otro punto de la península. El ‘diseño valenciano’ puede haberse vuelto más complejo o ‘contemporáneo’, pero aún no se ha permitido explorar más capas a la hora de diferenciarse. Recientemente, hemos visto nuevas iniciativas y propuestas que comienzan a adoptar tonos críticos sobre el mismo diseño y que pueden llegar a posicionar el sector gráfico de esta ciudad en un plano diferente al de los recurrentes referentes de Barcelona o Madrid».
Baptiste Pons
«Me parece que se están haciendo proyectos muy interesantes que no tienen nada que envidiar al diseño que se realiza en otros sitios».
Jaime Sebastián
«Los diseñadores jóvenes de València están haciendo un trabajo muy interesante, pero, desgraciadamente, se queda en un contexto de subcultura, en esferas de autoproducción y pequeños proyectos personales. Es un desafío conseguir que se confíe a nivel comercial en estas perspectivas de diseño. Otra cuestión son los pequeños estudios independientes de diseño gráfico, un modelo en peligro de extinción. En momentos así, creo que es fundamental que los pequeños estudios de diseño nos mantengamos unidos y con la mente abierta. Todos tenemos visiones distintas en cuanto a lo que es el diseño, pero al final del día pertenecemos al mismo gremio».
La principal dificultad
María Gómez-Senent
«Si quieres trabajar por cuenta ajena, la dificultad está en que te paguen un sueldo digno por tu trabajo. Si quieres emprender tu propio negocio, el reto está en hacer que tu trabajo se entienda y se valore de una manera profesional. Esto no es nada nuevo, ocurre con el diseño que, como tiene esa parte visual, todo el mundo se siente capacitado para opinar sobre él y muchas veces cuesta mucho transmitir a un cliente que un buen diseño es un valor importante para su empresa. Creo que hoy en día, para ser diseñadora hay que tener las cosas muy claras y ser muy cabezota para no mandar a fer la mà de vez en cuando a esta profesión».
Ester Dus
«La inmediatez. Hoy en día es genial poder recurrir fácilmente y en poco tiempo a tantas de referencias: Behance, Tumblr, Pinterest, Dribbble, Instagram; pero quitando su lado positivo, creo que se han convertido tan en nuestro día a día que nos cuesta salir de ellas. Mirar trabajos de otros puede llegar a ser el primer paso de un ejercicio, cuando lo primero debería ser pensar y analizar qué debemos comunicar».
Pablus
«Mirarse en un diseñador de renombre, querer tener reconocimiento al primer trabajo es inútil y frustrante. Hay que tener una trayectoria, debes hacerlo lo mejor que puedas y no tener miedo al error. El primero que debe estar contento con tu trabajo eres tú».
Diego March
«Una dinámica de contactos en el sector gráfico que canaliza siempre grandes oportunidades a grupos concretos dentro de este —sin discutir su aptitud como profesionales—. Esta dinámica se ve acentuada por el peso de ciertas ‘marcas personales’ que generan campos gravitatorios a su alrededor tanto de popularidad comercial como de tendencia estética. Como diseñador joven es difícil encontrar clientes u ofertas de trabajo que puedan mantener el profesional independiente o pequeño estudio, especialmente si la gráfica que uno proponga en su porfolio no está alineada con estas ‘marcas personales’ de referencia».
Baptiste Pons
«Los diseñadores –jóvenes y los que no lo son tanto– tienen como asignatura pendiente comunicar y vender mejor sus servicios. Divulgar lo que hacen y para qué sirve. En nuestro día a día nos centramos en diseñar, en las estructuras y en los detalles, en los colores, las formas y las tipografías. Y eso está muy bien, pero muchas veces descuidamos nuestro propio marketing, que debería orientarse a atraer clientes cualificados con los que nos interese trabajar por la razón que sea».
Jaime Sebastián
«Con la accesibilidad de Internet y la democratización de las herramientas de diseño, es más fácil que nunca montar tu propia aventura y hacer llegar tus trabajos al público. Otra cosa es conseguir que tu trabajo tenga el valor que se merece, te pueda dar de comer y que te permita llevar un equilibrio sano entre trabajo y vida personal. Creo que hay muchos problemas a resolver en cómo nos representa la ley de autónomos. Lo que debería ser un sistema que garantizara nuestros derechos laborales, supone para los que empezamos un importante obstáculo económico».
Actualizado 08/11/2018