Aprender a decir no

Querido Daniel:

Llevo mucho tiempo aprendiendo a decir no y cada vez que lo practico estoy más segura de ello. Siento una liberación que me provoca una dulce sensación; la sensación de que yo decido, con mis errores y aciertos.

He de reconocer que he despedido a más de un cliente. Lo he dejado marchar sin más o le he dado un no rotundo antes de comenzar, aunque siempre de forma educada, lo cual no exime de claridad. Hay cosas que es mejor que no comiencen porque ya sabes que no van a tener un final feliz. Soy consciente de que todos los “no” implican renuncias y por lo tanto perdidas –aunque a veces la perdida sea de algo que no has tenido y podrías haber tenido en caso de acceder al sí–. Pero también implican un sí a otras cosas y para mí, sobre todo, significan los cimientos para la construcción de aquello que quieres construir.

Está claro que lo de decidir por uno mismo es un tema más que manido y que el mundo está lleno de libros y artículos de autoayuda que hablan de ello. Mi querido Zygmunt Bauman respondía en una entrevista en La Vanguardia a la pregunta sobre elegir u obedecer con esta respuesta: «Elige si te dejan. La libertad es más una idea que un ejercicio -que también- porque sólo soy libre en la medida que puedo actuar sobre mi vida sin interferir en las libertades ajenas». Nietzsche, Einstein, Aristóteles y muchos otros han compartido su sabiduría con nosotros para hacernos ver la importancia de ser nosotros mismos y tomar nuestras propias decisiones. Numerosos psicólogos y prácticamente todos los sistemas de psicología abogan por lo de que ‘si tu no decides, la vida o los demás acaban haciéndolo por ti’ y el empoderamiento –uno de los términos de moda de los últimos tiempos– basa sus ejes centrales en ello.

Aunque no siempre es fácil decidir por uno mismo –ya que la vida no es igual para todos–, yo coincido con Bauman en lo de que la libertad es más una idea que un ejercicio. Pero lo entiendo como una idea en el sentido de una filosofía de vida, de saber qué es lo que no quieres y también de ejercitarla para conseguirlo.

En temas laborales la cosas es complicada ya que muchas de las decisiones van unidas al tema económico. Es necesario el dinero para el maldito vicio de comer y vivir, y no es fácil decir no a un cliente, sobre todo cuando el trabajo es escaso. Pero yo aprendí que eso son trampas que te pone la vida, como dice un buen amigo… Y también decidí no caer en ellas.

Hace unos días contactó con nosotros una agencia de marketing para pedirnos un presupuesto.

De su plan de marketing a 10 años vista habían deducido que tenían que cambiar temas gráficos, algunas marcas del grupo, webs, catálogos, etc. Para nosotros un plan tan a largo plazo está obsoleto. Vivimos entre arenas movedizas y todo está en constante movimiento y, aunque confiamos en los planes, pensamos que estos deben ser más realistas, aunque esto es lo de menos.

Agradecimos su contacto ya que siempre se agradece lo que viene sin que tú vayas a buscarlo. Sin embargo, cuando solicitamos la información para poder presupuestar nos comunicaron que no podían compartir con nosotros ni el nombre de la marca, ni el plan previsto, ni otros muchos datos porque habían contactado con algunas empresas y querían que todos jugásemos en las mismas condiciones. Tan solo querían un presupuesto y una vez aprobado ya contactarían para contar más. Por la cantidad de piezas a presupuestar, quizá podía haber sido un trabajo interesante para una marca interesante.

Nunca lo sabremos, dijimos no.

No nos gustó el juego y no por no jugar con otros. Se entiende el que una marca quiera contratar un servicio y valore varias opciones. Pienso que así debe ser y que es positivo que así sea, nosotros mismos lo hacemos cuando vamos a contratar un servicio o comprar un producto. Es maravilloso tener diferentes opciones. Pero decidimos no jugar con alguien que no pone las cartas al descubierto sobre la mesa y no habla nuestro idioma.

Yo, esto del trabajo me lo tomo muy en serio y pienso que es decisivo que exista una transparencia y confianza desde el primer momento. Es cuestión de sentirse cómodo y cada cual decide donde lo está. Otras veces he recibido correos solicitando información desde un correo sin dominio y al preguntar más, no se ha obtenido respuesta. Yo tampoco volví a insistir.

También he tenido que decir no a proyectos que ya estaban en marcha y que tras analizarlos he podido observar que nos estaban haciendo perder dinero. Es el riesgo de acomodarse. Me he encontrado en algunos proyectos más de una vez en la situación de finalizar una reunión con un adiós en vez de un hasta luego. Todo de manera muy cordial, una cosa no quita la otra.

Pienso que no todo vale y que hay que ser consciente de que el centrarte en unas cosas y desarrollar determinados trabajos te roba tiempo y energías para centrarte en otras y poder desarrollar otros… Incluso cuando esos proyectos no existen y hay que buscarlos o pensarlos.

Otras veces he tenido la suerte –o he tomado la decisión– de rechazar una reunión con un cliente que estaba estafando a medio país ya que no quería formar parte de ello y de no comenzar a trabajar para personas que demostraron prepotencia y malas praxis antes de comenzar los trabajos. Por suerte, también he pronunciado muchos acertados síes que me han permitido trabajar en maravillosos proyectos. Decir que no es también aprender a decir que sí y no me refiero a cuando te llaman para hacer trabajos –que también–, sino a hacer cosas cuando no te encargan trabajos.

No me malinterpretes Daniel. Ya sabes que ni voy de estrella ni vivo en la abundancia, que soy comprensiva y optimista y no se trata de que todo me parezca mal, pero ya me vi en otras vidas presa de lo que la vida te va dando y me llevó a vivir en ciudades sin sentido donde no pude ser sino tan solo estar, y no me gustaría regresar allí.

Lo malo de acceder a cosas que te piden y con las que en el fondo no estás de acuerdo es que te pueden llevar a lugares en los que realmente no quieres estar y en los que cuando estás es muy difícil salir de ellos, aunque nunca es imposible.

Lo bueno que tiene esto de la libertad y de decidir por ti mismo es que cada uno puede elegir hacia dónde se dirige y siempre habrán lugares que para uno no son buenos y para otros sí y eso está muy bien… Siempre que cada uno se asegure de que es allí donde quiere estar.

Como sé que ambos somos creyentes del cambio y enemigos de la queja y el conformismo, quería compartir estas reflexiones contigo. Espero que la vida te esté tratando con mimo.

¡Hasta pronto!

Besos,

Cira.

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