«No es más que la voluntad de una escuela que cree que sus profesores son un activo de valor», Rosa Llop

A raíz de la reciente noticia de que, en 2014, 18 profesores de la Escuela Massana obtuvieron el título universitario de Arte y Diseño mediante un procedimiento excepcional –presentando solo un trabajo por cada cinco asignaturas que evaluaba un tribunal ‘ad hoc’–, hemos querido saber qué es lo que opinan los docentes del sector del diseño. Hoy hablamos con Rosa Llop.

Ilustración de Shutterstock

Los intereses profesionales de la docente y diseñadora gráfica Rosa Llop están orientados hacia la cultura digital y el diseño. En 2013, finalizó una licenciatura en Artes y Diseño, enfocada en metodologías de investigación y prácticas para la co-creación, el diseño centrado en el usuario, la etnografía y la innovación empresarial. Actualmente, es candidata a un doctorado en la Escuela de Artes de Winchester, Universidad de Southampton. Su marco de investigación son estudios de software de medios y diseño gráfico, que intentan encontrar la manera de aumentar la cultura del diseño gráfico en herramientas de software web 2.0.

Como profesional de la educación, es co-directora del Máster en Diseño y Dirección de Proyectos de Internet y docente en un curso de Posgrado en Diseño de Aplicaciones en ELISAVA-UPF. También enseña Edición Digital y composición tipográfica en su Licenciatura en Diseño.

«Pienso que lo ocurrido no es más que la voluntad de una escuela que cree que sus profesores son un activo de valor y que esta es la manera de dar respuesta a una problemática que existía en aquel momento. En el fondo, el Consorci d’Educació y la Generalitat se desentendieron de una situación que afectaba a centenares de profesores de diversas escuelas de Catalunya que no podían dar clase aun teniendo experiencia en este campo. No manifestaron ningún interés en poner solución cuando podrían haberlo hecho, tal y como se hizo con las amnistías en carreras como enfermería o periodismo muchos años antes; cuando se convirtieron en carreras universitarias y los docentes no eran universitarios. Es decir, que en el caso del diseño, el Consorci y la Generalitat no quisieron dar respuesta a esta problemática.

Ante una situación problemática como esta, que afectaba a centenares de personas, la Generalitat se desentendió. Por lo que hubo algunos centros que dieron apoyo a sus docentes y otros que no. Y los profesores que quisieron seguir en la docencia tuvieron que espabilar.

Creo que la solución que se ha dado en la Massana es correcta. Lo es en el sentido de que ha respondido a una problemática grave y ha sido aprobada por el Consejo Escolar y por la Universidad que otorga la titulación.

La situación necesitaba una solución, ya que como escuela, ves que tienes un cuadro de profesores que son perfectamente válidos, que tienen capacidad, que están en la enseñanza desde hace muchos años y ves cómo, de repente, estos profesionales no pueden formar parte de tu equipo. Alguna cosa se tenía que hacer. Lo que no puede ser es que tengan que volver a comenzar desde cero. Porque la escuela tiene que seguir la formación. No se puede parar para formar a los profesores y retomar como si nada. Hay que seguir, y empezar con un claustro nuevo es muy arriesgado en términos de calidad de formación. Si empiezas un claustro nuevo y pones a gente sin experiencia, a saber qué puede salir de ahí.

Respecto a las voces que opinan que con este procedimiento ha habido una falta de igualdad entre alumnos, hay que decir que no es lo mismo. Esta es una situación excepcional. Como escuela, tú tienes unos profesionales que forman parte de tu claustro de profesores y que necesitan una titulación.

No estamos hablando de un chaval de dieciocho años que empieza una carrera profesional. Estamos hablando de profesionales de la docencia que igual llevan veinte años dando clase y que tienen un nivel extraordinario como docentes. No tienen por qué empezar de cero. Eso es una vergüenza.

En aquel momento, hubo plataformas que se movilizaron para que se entendiera la situación y para que hubiera una amnistía. Es decir, para que la gente que tenía una trayectoria profesional en el ámbito de la docencia, pudiera tener una titulación, que era lo que necesitaban para continuar. Como se había hecho con otras carreras que no eran universitarias y que en un momento dado se convirtieron en universitarias.

En teoría, en diseño debería haber pasado lo mismo, pero no pasó y se nos abandonó. Por lo que es normal que aquellas escuelas que querían continuar con su claustro de profesores tuvieran que encontrar una solución. Tiene mucho valor. Ha sido una apuesta valiente, desde mi punto de vista.

Las titulaciones, en este caso, se deberían validar en base a la experiencia docente. No se pedía que se nos regalara nada; las titulaciones ya las teníamos ganadas porque ya las habíamos hecho; nosotros ya habíamos estudiado nuestras carreras de cinco años. No eran grados universitarios, pero eran FP2 y, por tanto, teníamos cinco años de formación igualmente.

Yo tuve que volver a estudiar. Si te gusta la docencia, ¿qué otro remedio quedaba? Y eso que el ámbito de la docencia no es pan comido. Es un ámbito muy precario. No es que el docente se dedique a ello por el dinero, nos dedicamos realmente por pasión. Y sí, hemos sido una promoción muy castigada.

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