Los niños estadounidenses aprenden caligrafía cursiva (de nuevo)

Después de la polémica decisión tomada en 2014 por el gobierno de Finlandia de darle más peso a la mecanografía que a la escritura manual, y del revuelo que se formó en todos los medios criticando la decisión, los que amamos las letras estamos de enhorabuena: 14 estados del país que quiere ser grande de nuevo han vuelto a introducir la enseñanza de la caligrafía cursiva en primaria, a los que ahora se suma Nueva York. Os contamos por qué:

La noticia saltó a los medios americanos a principios de marzo (2017), aunque la decisión del estado de Nueva York —con 1.1 millones de alumnos, el número más grande del país— de incluir en su currículum la escritura cursiva a partir de tercer grado (alumnos de 8 años, 3º de primaria en España) se tomó en otoño de 2016. Todo empezó unos años antes, en 2013, cuando los primeros estados reaccionaron ante el abandono paulatino de la escritura manual a partir de 2010 al entrar en vigor el Common Core curriculum standards, que no decía nada sobre la enseñanza de la caligrafía.

Nicole Malliotakis, miembro de la Asamblea del Estado de NuevaYork, conoció a una chica de 18 años que no sabía firmar, solo escribir su nombre con letras de imprenta (palo seco). Decidió entonces hacer algo al respecto, y no le costó convencer a los responsables educativos: Carmen Farina, la rectora de las escuelas neoyorquinas, distribuyó un manual de enseñanza de la cursiva (septiembre 2016) apoyándose en varios estudios científicos que concluyen que un dominio de la cursiva ayuda a los estudiantes a dominar la construcción de frases y el deletreo (tan importante en el aprendizaje del inglés escrito). También argumentó que los alumnos que no saben escribir en cursiva no pueden entender los textos escritos en cursiva, como la declaración de independencia. Algunos legisladores americanos quieren ir más allá y convertir la cursiva en obligatoria, esgrimiendo el mismo argumento: si no sabes escribirlo, no sabes leerlo.

Pizarra de una escuela pública en Queens, Nueva York. Todavía hay mucho por hacer, como se observa en la imagen: junto a la muestra de cursiva hay un texto en Comic Sans (ARG) y otro en Herculanum (mmm). (fotografía de Mary Altaffer)

Por supuesto, la medida nos parece fantástica, pero encontramos que la justificación debería estar mejor argumentada: si fuera verdad que no podemos leer un estilo de letra que no sabemos escribir, no entenderíamos las etiquetas de cerveza con letras góticas, ni las invitaciones de bodas con letra inglesa, etc. Si es cierto que los niños americanos no saben leer cursiva, será porque todo lo que leen está en Calibri, Comic Sans, Open Sans o Arial, por citar unas cuantas de las más populares. Simplemente, no están entrenados en leer cursiva y, por supuesto, el mejor entrenamiento es aprender a escribirla, pero no es indispensable.

Creo que la clave para enseñar cursiva a los niños es que se trata de una letra ligada, y ayuda mucho al cerebro en la memorización de siluetas de palabras; escribir con letras de imprenta y tecleando, que no son malos sistemas en absoluto, trabajan las letras como elementos aislados y deberían enseñarse después de aprender la cursiva. Sabemos, tras siglos de investigación en legibilidad, que leemos escaneando el texto y distinguiendo siluetas y no deletreando, de ahí la ventaja de la caligrafía cursiva sobre otros estilos de escritura.

No hay que olvidar que la cursiva mejorará también la letra de los más pequeños, y por tanto sus manuscritos serán más legibles (creo que es lo que les preocupa a los jueces, no poder entender los garabatos de los acusados investigados). Además es más bonita, esto ya es personal, pero creo que debo cerrar con esta afirmación, y no podemos negar que es mejor tener buena letra que mala letra.

¿Es necesario aprender caligrafía cursiva de pequeños o con saber escribir letra de imprenta es suficiente?

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