MATADOR de Andreu Balius, la contemporaneidad de la tradición tipográfica española

No descubrimos nada nuevo si decimos que Andreu Balius es uno de los más importantes diseñadores tipográficos españoles de las últimas décadas. A través de su fundición tipográfica independiente, Typerepublic, ha puesto en circulación tipografías que son ya clásicas como Carmen, Salmantina, Pradell o Barna. Su más reciente proyecto es el diseño de la tipografía para la nueva etapa de la revista Matador, histórica publicación anual de arte y cultura que, tras 28 años y 28 números, inicia esta segunda época con una identidad visual renovada que toma como base «un modelo de letra clásico con reminiscencias españolas». Para afrontar un proyecto de esta envergadura, Balius ha vuelto la mirada hacia la obra de Jerónimo Gil, tallador del siglo XVIII, autor de los punzones y matrices para los tipos de la Biblioteca Real de Madrid que han servido de base para el diseño de una tipografía de esencia clásica, pero perfectamente adaptada a las necesidades visuales de una publicación como MATADOR, lo que la convierte en un artefacto comunicativo atemporal. ¿Cómo surgió la idea de crear una tipografía específica para la nueva etapa de MATADOR? La idea nació de la intención de dotar a esta nueva etapa de MATADOR de una identidad visual única, que dialogara con la tradición tipográfica española mientras proyectaba una estética contemporánea. Este nuevo recorrido de la revista, en el que cada número estará dedicado a una figura cultural de impacto global, exigía una tipografía que fuera más que un recurso visual: debía convertirse en un puente entre la tradición y la modernidad, encapsulando la esencia literaria, cultural y artística que define a MATADOR, y aportando una «voz» visual con personalidad propia. Durante una conversación inicial, Fernando Gutiérrez, director de arte de MATADOR, planteó la idea de trabajar en un modelo de letra clásico con reminiscencias españolas que no solo funcionara bien para la lectura, sino que también transmitiera valores literarios y reflejara el carácter local. Este enfoque sirvió de guía para crear una tipografía que acompañara y realzara el carácter monográfico y la particular visión de MATADOR en esta nueva etapa. ¿Qué aspectos de la identidad histórica de MATADOR influyeron en el diseño tipográfico? MATADOR siempre se ha distinguido por su particular visión, abordando temas culturales desde perspectivas poco convencionales. Esta búsqueda de lo extraordinario se ha reflejado en el diseño tipográfico, combinando elementos de la tradición tipográfica española con un enfoque contemporáneo. La nueva tipografíaMatador no solo acompaña a los contenidos monográficos dedicados a grandes creadores y creadoras, sino que también refuerza esa conexión con un universo propio, genuino y atemporal, que caracteriza a la revista. La tipografía debía ser un reflejo de esta dualidad: clásica en su esencia, pero actual y relevante para los lectores contemporáneos. La tipografía se inspira en los modelos originales del siglo XVIII de Jerónimo Gil. ¿Qué detalles decidiste preservar y cómo los adaptaste a un diseño contemporáneo? Jerónimo Gil, maestro grabador de la segunda mitad del siglo XVIII, desempeñó un papel clave en la historia de la tipografía española. Su trabajo para la Real Biblioteca estableció un estándar de precisión y elegancia que aún hoy se considera un referente. Inspirándome en sus punzones y a partir de unas pruebas de humo, decidí preservar características esenciales como las proporciones clásicas de las letras, los rasgos caligráficos en las cursivas y elementos distintivos como el espolón en las letras J y U, que evocan la herencia caligráfica española. Sin embargo, también sabía que debía adaptar estos rasgos a las necesidades contemporáneas. Para ello, se suavizó el alto contraste visible en las pruebas de humo originales para mejorar la legibilidad en tamaños pequeños. Este proceso incluyó reinterpretar los detalles ornamentales, como las gotas, para que reflejaran una transición hacia una tipografía romana más moderna. El resultado es una tipografía que mantiene vivo el legado de Gil, pero que está diseñada para cumplir con las demandas contemporáneas, creando un puente entre el pasado artesanal y el presente digital. ¿Cómo lograste equilibrar la herencia histórica con las necesidades modernas, como la legibilidad en tamaños pequeños? El equilibrio se logró mediante una cuidadosa adaptación de los contrastes y proporciones de las letras. En particular, la altura de la x se ajustó (aproximadamente) a tres quintas partes de la altura total para optimizar la legibilidad en cuerpos pequeños. Se conservaron rasgos tradicionales, pero adaptados para que el diseño cumpliera con las exigencias funcionales y estéticas actuales, como la claridad en tamaños reducidos y el buen rendimiento en textos largos. No se tuvo en cuenta, por ejemplo, un rasgo muy característico en los tipos de Gil como la tilde en forma de sombrero (una omega) sobre la N por considerarlo un arcaísmo innecesario. ¿Qué papel jugaron las pruebas de humo y los punzones originales en la reconstrucción de esta tipografía? Las pruebas de humo fueron esenciales para comprender y preservar los matices del trabajo de Jerónimo Gil. Estas pruebas me permitieron estudiar los detalles de los trazos y la modulación de las letras, sirviendo como punto de partida para mis primeros bocetos. Aunque el diseño final se realizó en trazados vectoriales, estas pruebas aportaron una conexión tangible con el proceso artesanal del grabado de punzones del siglo XVIII. ¿Hubo algún reto específico durante el diseño que resultara especialmente desafiante o gratificante? Uno de los mayores retos fue lograr una coherencia visual entre los diferentes grados de letra, especialmente al diseñar letras que se adaptaran tanto a tamaños pequeños como a grandes. En este proceso trabajé en base a los grados de letra de Gran Canon (aproximadamente 42 puntos) y el grado de Lectura (alrededor de 12 puntos). El proceso también incluyó una extensa investigación histórica, durante la cual consulté muestras de letra de imprenta de la Real Biblioteca (1787), así como de la Imprenta Real (1788 y 1793). Además, estudié los tipos utilizados para la composición de la edición de El Quijote publicada por la Real Academia en 1780, que fueron creados específicamente para esa obra con matrices y punzones trabajados por el propio Jerónimo Gil. Estas referencias me permitieron entender mejor las proporciones y detalles de los diseños originales de Gil. Ver cómo los caracteres cobran vida y encuentran su lugar en el universo visual de las páginas de la revista MATADOR ha sido extremadamente gratificante. ¿Qué crees que aporta esta tipografía al universo visual y conceptual de la nueva etapa de MATADOR? R:La tipografía Matador aporta una «voz» visual que refuerza el carácter único de la revista. Su diseño combina una estética clásica con un enfoque moderno, generando un diálogo entre tradición y vanguardia que refleja perfectamente el espíritu de MATADOR. Además, su atención al detalle y a la funcionalidad la convierten en un recurso ideal para transmitir el contenido literario y visual de la revista. ¿Qué impacto esperas que tenga en los lectores y en la comunidad tipográfica? Espero que los lectores perciban la tipografía como una extensión natural de la identidad de MATADOR, reforzando su conexión con la cultura y la historia. En la comunidad tipográfica, confío en que este proyecto sirva como ejemplo de cómo se puede reinterpretar la herencia histórica para crear diseños funcionales que tengan sentido en el presente, destacando la riqueza de la tradición tipográfica española.

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