Lo invisible: el diseño gráfico en el cine

ho

Estamos en plena época de festivales de cine, premios y galas donde las películas y grandes producciones cinematográficas son las protagonistas. Pero el diseño gráfico no lo es tanto y Francesco Furno te explica el porqué.

Sí. Es verdad. Reconozco que el titular es un poco clickbait, pero en parte es la pura verdad y si lees hasta el final descubrirás cómo hemos llegado hasta aquí.

El diseño gráfico es reconocible (que no reconocido) cuando vemos un póster de presentación de una película porque es el elemento gráfico más importante para promocionarla. Tanto es así que grandes clásicos como el cartel de «El silencio de los corderos», «La naranja mecánica» o «Independence Day» se han marcado a fuego en nuestras retinas y somos hasta capaces de describirlos.

Pero siempre hay un pero, como en cualquier buena historia: no hay tantos premios al mejor cartel del año. Ni los Oscar, ni los Goya, ni los Gaudí tienen una categoría específica. Tampoco la mayoría de premios internacionales. Aunque los Feroz y el recién estrenado Premio Cruz Novillo, organizado por Cinemanía, están poniendo el acento en una pieza que es de vital importancia para dar a conocer el largo trabajo de un equipo entero. Desde hace un año, también los Premios Alcine han instituido una categoría en la que ha sido premiado Mario Rivière por el cartel de «Bloom».

 

 

La ausencia de reconocimiento procede de lugares distintos: desde una escasa atención en las escuelas o poca importancia en las categorías de los premios del sector del diseño, hasta su total omisión en los festivales más importantes. Sería de vital importancia para el sector generar acciones que activen la presencia del diseño gráfico en el mundo del cine y lo hagan más evidente.

 

El cartel, ese elemento clave para promocionar una película

Es verdad que el diseño, muchas veces, tiene que pasar desapercibido y no resaltar, pero de allí a que acabe desapareciendo hay un cacho…

Además, en España tenemos un tesoro nacional hecho a base de personas creativas que son verdaderos profesionales del arte del cartel. Si pensamos en Javier Jaén, Bar Futura, Sopa, Mario Rivière, Óscar Mariné, Juan Gatti o Cruz Novillo vemos piezas que han enriquecido el imaginario del séptimo arte con carteles tan icónicos como «Madres paralelas», «La escopeta nacional» o «Todo sobre mi madre», por nombrar algunos.

 

 

Por cierto, quizá no te ha llegado, pero el cartel de «Robot Dreams» de José Luis Ágreda se ha llevado el Premio a mejor cartel en los últimos Premios Feroz. Y el de «Secaderos», película independiente de la directora andaluza Rocío Mesa, ha ganado el primer Premio Cruz Novillo con una propuesta de la ilustradora María Medem. También el de «20.000 especies de abejas» de Cristina Hernández de Crisis Design, socia de ADG-FAD, estaba seleccionado a los Feroz y el de «Los colonos» ha conseguido otro Premio Cruz Novillo.

En cuanto a tipos de carteles, hay que hacer diferenciaciones. Si bien todos intentan captar la atención del público, creo que podemos fácilmente diferenciar entre posters conceptuales, icónicos y comerciales. Todos cumplen con la función de atraer y generar un impacto en la persona que los mira, pero cambia el lenguaje y el modo con el que lo hacen.

 

 

Un claro ejemplo es el trabajo realizado por Javier Jaén para «Madres Paralelas» de Almodóvar, que tiene una carga conceptual potente, como acostumbran sus trabajos, e intenta sugerir e invitar al lector a un juego de imaginación que puede llevar a descubrir distintos significados. Además, el trabajo de Jaén remarca la importancia de hablar del pecho femenino, un tema muy polémico en redes sociales porque viene siempre censurado. Algo que sigue despertando una sensación de escándalo retro como ha pasado con las tetas de Rigoberta Bandini, Sabrina Salerno o Janet Jackson.

En esta categoría también incluyo los posters de «Poor Things» y «The Favourite» diseñados por Vasilis Marmatakis, un virtuoso de la imagen y de tomar riesgos tipográficos muy interesantes con un enfoque conceptual coherente con la temática y la estética del filme.

 

 

Luego hay carteles que intentan sintetizar la película contando exactamente lo que vas a ver, como es el caso del cartel de «Parasites» que hasta te cuenta como acaba. O los de la trilogía nueva de Star Wars con un un tráiler completo en una sola ilustración o el famoso póster de «Tiburón». En todos estos casos el desarrollo visual no deja espacio a la interpretación y empuja a captar desde el segundo uno la esencia de la película.

Y cuidado con los carteles icónicos como el de «Metrópolis», «La naranja mecánica», «Ghostbusters», «Pulp Fiction» o «The Truman Show». En estos casos nunca sabremos si lo memorable fue primero la película o el póster. Pero que de tan populares es imposible olvidarlos, es un hecho.

Lo importante es apreciar la gran variedad que nos brindan y lo absurdo de que no sean reconocidos a pesar de ser un elemento que está tan presente en la cultura popular.

 

 

Últimamente se están creando unas tendencias a nivel estético. Si miramos los carteles de comedias o de historias de amor, detectamos paletas cromáticas o tipografías que se repiten. Por ejemplo, el amarillo puro y el azul o azul turquesa son la combinación más común. Probablemente porque el amarillo se relaciona en psicología del color con la felicidad o, más en general, con una emoción positiva, y el azul en contraste con el amarillo da una sensación más dinámica o positiva. Para las historias de amor navideñas el rojo intenso y el verde abeto son los dos colores más comunes porque representan la paleta cromática de la Navidad y, además, el rojo se asocia a la pasión y al amor como color cálido.

 

 

El diseño de créditos y el grafismo para cine

Hay otras dos categorías de diseño gráfico con menor notoriedad todavía: los títulos de crédito y el grafismo. Spoiler alert: este último es la gran Cenicienta del diseño gráfico en el sector audiovisual. Pero vamos por partes.

Los títulos de crédito son una maravilla que encapsula a una película. Hay directores famosos como Wes Anderson, Quentin Tarantino y Yorgos Lanthimos que hacen del buen uso tipográfico puro arte visual. Y obras como «Moonrise Kingdom», «Once Upon a Time in Hollywood» o «The Favourite» tienen títulos de crédito para chuparse los dedos.

No hace falta ir muy lejos para recordar a diseñadores como Saul y Elaine Bass, que han marcado un antes y un después en la creación de títulos de créditos tan icónicos como «Vértigo» o «The man with the golden arm». O películas de animación como «Spider-Man: Cruzando el Multiverso» que han llevado el mundo del cómic a la animación.

 

Diseño de créditos de «The Favourite» de Yorgos Lanthimos realizados por Vasilis Marmatakis.

 

La otra categoría es la que más desapercibida pasa. El grafismo o diseño gráfico para cine ha asomado la cabeza en casos esporádicos como el de Annie Atkins y su trabajo magistral para «Grand Budapest Hotel» de Wes Anderson, pero no es algo tan común. En países como Estados Unidos o Reino Unido el departamento de diseño gráfico es independiente del equipo de arte, pero en España depende directamente del equipo de dirección de arte, que simplemente viste con diseño gráfico las piezas de los decorados y de atrezzo.

 

Piezas gráficas realizadas por Annie Atkins para «Grand Hotel Budapest» de Wes Anderson.

 

El equivalente en nuestro país de Annie Atkins son profesionales como Noemí Gimeno o Laura Millán, que han trabajado en producciones como «Patria» y «La reina de España» la primera, o «Mientras dure la guerra», «The Sister Brothers» y la pluri premiada en los Goya 2024 «La sociedad de la nieve» de Bayona, la segunda.

Este gran olvidado tiene una relevancia enorme en el trabajo de arte: ayuda a recrear la veracidad de una escena. Es un elemento visual que fomenta el trampantojo de algo ficticio que se vuelve real.

 

Trabajo gráfico realizado por Noemí Gimeno para «Patria»

 

Pero está invisibilizado hasta tal punto que en las carreras de diseño ni siquiera se estudia o se contempla. No es de extrañar, ya que los premios suelen otorgarse todavía a la persona responsable de un departamento, más que reconocer el trabajo colectivo de muchos profesionales.

 

A ver si espabilan y si espabilamos…

En algún momento tendremos que hablar también de cómo otorgamos los premios en general. Nadie está libre de pecado. Porque una estatuilla debería dividirse en muchas otras de pequeñas para representar el esfuerzo de un equipo entero.

Lo leído hasta ahora parece casi un podio virtual en el que encontramos en tercera posición el diseño gráfico para props, seguido por el diseño de créditos y, finalmente, en primer lugar, el diseño de carteles para películas. No es una competición ni intención de que lo sea, pero es cómo el sector del séptimo arte lo percibe y, por consiguiente, cómo lo percibe el público general.

Un primer paso para cambiar la percepción es sensibilizar y comunicar mejor el valor de todas las figuras creativas que generan un impacto en el sector audiovisual. Poner el acento en profesiones que contribuyen a dar esencia en la producción de una película nos ayudaría al conjunto de la profesión. Un espacio decorado con un diseño gráfico cutre no tendría la misma consistencia ni ayudaría a los actores a creerse su propio papel. El equipo de arte no solo marca la imagen estética de una película, también ayuda a los intérpretes a vivir una escena como si estuvieran en un espacio real.

Por esto agradezco actividades como el «ADGTalk. Diseño gráfico en el cine» del próximo 28 de febrero, que permitirá conocer de cerca el trabajo de profesionales como Javier Jaén, Noemí Gimeno y Jordi Rins. Una sesión para disponer de una visión completa de la presencia del diseño visual en una peli, para descubrir aquellos detalles que muchas veces son invisibles, pero que nos impulsan a creernos una historia.

Un artículo de Francesco Furno, fundador de Relajaelcoco.