Pequeñas, grandes, acogedoras, carismáticas y, sin duda, inspiradoras. Las librerías son un remanso de tranquilidad, sosiego y calidez en una época caracterizada por las prisas, por las pantallas y las palabras impulsivas y a menudo descuidadas, que proferimos a través de las redes sociales. Madrid, capital cultural además de administrativa, acoge en sus calles algunos de estos especiales lugares que, más que almacenar libros, los atesoran como si fueran auténticas obras de arte.
Manuela es una joven creativa que acaba de aterrizar en Madrid. Durante el día de hoy, se propone visitar algunas librerías para echar un vistazo a las últimas novedades, y curiosear entre las estanterías aquellas novelas, ensayos y manuales, que prometen cautivarla con sus palabras. Sombrero gris en mano, echa a caminar. Y nosotros, de la mano de Pixartprinting, vamos con ella.
1. Ocho y medio
La literatura especializada en cine tiene nombre propio: Ocho y Medio. Esta librería, tan famosa como reconocida por el sector, encuentra su hogar en la calle Martín de los Heros, cerca de los cines Renoir y del popular templo egipcio de Debod, uno de los atractivos más especiales de la ciudad. Dentro del local, las publicaciones recorren la vida de icónicos actores y actrices, y descubren la increíble profesión de los más importantes referentes situados también tras las cámaras. Testimonios de ilustres personajes del mundo del cine impregnan las paredes de la librería a través de pósteres, discos, y cuadros firmados, que dejan constancia de su paso por el icónico lugar, e impresionan a Manuela profundamente.
El resto del espacio está (literalmente) invadido por bobinas, focos, máquinas de escribir y otros elementos que sacarán más de una sonrisa a los amantes de los clásicos del cine. Manuela toma uno de los libros y se sienta en una butaca que invita a la lectura. Dicen que no hay nada del género cinematográfico que no pueda encontrarse allí, y resulta sencillo confiar en esa premisa tras pasear por el acogedor e indispensable cajón de sastre. La cafetería, situada a uno de los lados del espacio, es el lugar de encuentro perfecto para los amantes del cine y la buena comida. Antes o después de una sesión vespertina de buen cine, recorrer esta librería es tan necesario como degustar una buena película con palomitas.
El feminismo encuentra su mayor baluarte en la Librería Mujeres, un emblemático espacio que apuesta por el pensamiento, la ideología feminista y la literatura escrita por mujeres. Entre la icónica Puerta del Sol y la Plaza Mayor, Manuela se detiene para desayunar en La Mallorquina, una parada indispensable para los más golosos. Con el estómago ya lleno, pasea por la Calle Mayor hasta llegar a la de San Cristóbal, donde en el número 17 se levanta este templo literario dedicado a la mujer.
Nada más llegar, nuestra joven creativa repara en que el local viste su fachada de violeta, un color que también se manifiesta en la decidida sirena que corona el exterior de la librería. Sin un ápice de vergüenza y con una actitud descaradamente reivindicativa, el ser mitológico invita a pasar al interior a aquellas inquietas personas que quieran ampliar sus horizontes. Atípicos títulos especializados, y publicaciones feministas mantienen viva la llama del cambio desde 1978, fecha en la que nació esta particular librería. A sus espaldas, la friolera de cuarenta años (que cumple este 2018) defendiendo la igualdad, principio que sigue ostentando con el mismo compromiso de siempre. Una misión, desde luego, nada baladí.
A escasos ocho minutos, la librería Desnivel se erige como un refugio dedicado a la montaña, los deportes, las guías, los mapas y los viajes. En su interior descubrimos que hay cobijo para todos: desde los lectores más aventurados, arriesgados e impulsivos hasta los que necesitan medir bien sus pasos y empaparse de toda la información posible, antes de explorar el mundo. Su rústico estilo y su sosegado ambiente invita, sin duda, a dejar volar la imaginación.
Llegar a la cima no es solo una mera expresión, y en este espacio encuentra su máxima razón de ser. Los relojes situados en los techos remiten a ese mismo concepto, y exponen los nombres de los picos más destacados (el Teide, Peñalara, Elbrus) para indicar qué hora es en esos lugares y cuál es su imponente altura. Todo parece cuidado y estudiado hasta el más mínimo detalle, como los curiosos tiradores que, en realidad, son piolets y picos, y otros acabados que homenajean al alpinismo. Perderse en sus pasillos escuchando el crujir de la madera es la invitación perfecta para emprender un viaje inolvidable.
4. TuuuLibrería
«Tú decides cuánto valen tus libros». Esta es la curiosa máxima de TuuuLibrería, un espacio al que Manuela llega tras bajarse en Diego de León. En pleno de barrio de Salamanca, esta pequeña librería que se basa en las donaciones ha logrado que su modelo sostenible y colaborativo sea hoy en día su método de divulgar la literatura. Nacida como una asociación sin ánimo de lucro, el espacio presenta libros apilados bajo un caótico orden que dibuja un paisaje que abruma y despierta la imaginación a partes iguales.
Mientras la joven curiosea entre sus saturadas estanterías, un par de clientes acceden al espacio con dos cajas de libros. «¿Dónde irán a colocar esos nuevos libros?», no puede evitar preguntarse Manuela. Con otras dos librerías con la misma filosofía distribuidas por la ciudad, este lugar es un paraíso para los amantes de los libros de segunda mano a precios asequibles, y llevarse solo un ejemplar resulta tarea imposible. A solo quince minutos a pie, el Nuevo Teatro Alcalá ofrece una surtida y variada oferta teatral con la que terminar la visita al barrio.
Cruzando la calle Atocha, y casi bordeando el Teatro Monumental, sede de la orquesta sinfónica de RTVE, abre sus puertas Sin Tarima libros, un espacio donde cohabitan las últimas novedades con libros prácticamente descatalogados. Con diez años de vida a sus espaldas, la librería dispone de una cuidada selección de narrativa, poesía, pensamiento, historia, además de, a menor escala, novela gráfica, libros sobre Madrid, y feminismos.
La peculiaridad de Sin Tarima, descubre Manuela, es que cuenta con una antigua cava subterránea, utilizada como refugio antiaéreo durante la guerra. El espacio, que ahora acoge presentaciones literarias, lecturas dramatizadas, homenajes, proyecciones, conciertos íntimos o representaciones teatrales, muestra la marcada identidad propia de la librería, y su agradable carácter. Hermana de la librería Con Tarima, especializada en arte, también tiene una prima, la Fugitiva, una librería café que es sinónimo de paz. Autenticidad y eclecticismo son los ingredientes que se mezclan en este enclave donde la Filmoteca Española, el Cine Doré y el luminoso restaurante, El Imparcial, completan una visita más que obligatoria a la zona.
6. Casetas de libros en la Cuesta de Moyano
Manuela pone rumbo hacia El Retiro, uno de los jardines más reconocidos de Madrid, dejando tras de sí el Prado, la estación de Atocha y El Brillante, uno de los más emblemáticos bares de la capital con un más que recomendable bocadillo de calamares como carta de presentación. Decide subir la icónica cuesta de Claudio Moyano, ubicada en la calle del reconocido político del mismo nombre. A un lado de la calle peatonal se erigen orgullosos puestos de libros que, pese al paso del tiempo, siguen conservando el mismo espíritu de antaño y cobijan a los mismos y entrañables libreros, que aconsejan a la joven creativa las últimas ofertas a la venta.
Hace más de un siglo que estos profesionales del comercio de libros acuden puntuales a levantar las persianas de sus costumbristas negocios. Como un resquicio del pasado, tan icónico como necesario, las casetas de libros en la Cuesta Moyano resultan un lugar imprescindible para encontrar las joyas literarias más extrañas y auténticas. Un paseo impregnado de literatura y olores añejos que recuerdan épocas pasadas, y que abandonamos para dirigirnos hacia nuestro próximo destino sin dejar de suspirar con melancolía.
7. Panta Rhei
Cerca del popular Mercado de San Idelfonso, un transitado espacio inspirado en los Street Market de Londres y Nueva York y con una extensa oferta gastronómica y cultural, se alza la librería Panta Rhei. Especializada en artes visuales, se distribuye en dos plantas que Manuela recorre sin poder apartar la vista de las enormes e industriales estanterías que pueblan el lugar. Libros ilustrados, diseño gráfico, arte, fotografía, diseño de moda y cómic protagonizan el piso de abajo, mientras que el superior acoge entre sus paredes narrativa y las últimas novedades.
Todo fluye. El pensamiento, que cruza como un relámpago por la mente de Manuela mientras descubre interesantes publicaciones, también es la reflexión de cabecera de la librería. Panta Rhei, no en vano, es una expresión que se le atribuye al filósofo Heráclito, y remite al concepto de que todo cambia constantemente. La calidez del lugar, sumado con su vasta y extensa oferta literaria especializada en temas visuales, confirma lo que muchos ya decían sobre este inspirador lugar: es un sitio donde se para el tiempo.
«Infame: que carece de honra, crédito, y estimación». Todo lo contrario es lo que se encuentra Manuela, precisamente, cuando entra en esta diáfana librería que ha hecho de la literatura y el vino sus principales señas de identidad. Aunque con un aire canalla que evoca el curioso nombre de la librería, el minimalista espacio resulta tan acogedor como distendido; en parte, por la exquisita bodega y la integrada barra de bar donde se sirven desde vinos (cómo no), hasta otro tipo de refrigerios.
La mejor narrativa literaria independiente, desde editoriales hasta autores alternativos, se conjuga con presentaciones de libros, proyecciones audiovisuales, ruedas de prensa, y exposiciones en la galería del local, situada en la planta baja y repleta de paredes de ladrillo blanco. En pleno Malasaña, no es raro encontrar cerca del espacio lugares dedicados a despertar la imaginación, que puede dejarse oxigenar (como un buen vino) en algunas de las mesas que la librería ofrece a sus visitantes. Para Manuela está claro: papel y uvas, sin duda, hacen buena pareja.
Un mismo local y dos espacios completamente diferentes. Así es Swinton & Grant, una galería-librería ubicada en pleno barrio de Lavapiés, donde Manuela se deleita contemplando los libros del lugar (desde narrativa y últimas novedades, a cómic, libros de arte, novelas gráficas o fanzines), y echando un vistazo a las camisetas y postales que alberga el local. Una amable cafetería conforma también el mismo espacio de la primera planta mientras que, en la de abajo, son las exposiciones las que mandan (ahora mismo se puede encontrar una muestra de artistas urbanos que, adivina Manuela, a más de uno le hará pensar en Berlín).
Situado entre importantes centros de referencia como Tabacalera o la Casa Encendida, Swinton & Grant es el lugar idóneo para los amantes de la cultura visual y los ambientes cálidos. Un buen sitio, en definitiva, para ir a trabajar o disfrutar de los placeres que ofrecen la literatura y el arte.
10. La Casquería
Dicen que la cultura no ocupa lugar. Pero pesar, pesa. Bien lo saben en La Casquería, una de las librerías más originales que Manuela ha visto. El volumen de las novelas cobra un valor totalmente tangible en este curioso lugar integrado dentro del Mercado de San Fernando y, específicamente, en un puesto que antaño fue una casquería, y que todavía hoy ostenta dicho nombre para recordar sus orígenes.
Fiambre y conservas conviven en este mercado con libros y más libros que, por extraño que parezca, se rigen por el mismo sistema de compra y venta: el peso. Si con 100 gramos se consigue un libro, con diez euros un amante de la lectura puede llevarse no pocas novelas bajo el brazo. El reciclaje y los ejemplares que llegan a la librería hacen que el puesto esté en constante renovación. «Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón», dijo en su momento el poeta Oliverio Girondo. Manuela (y nosotros) no puede estar más de acuerdo con la sentencia.
La Central, La Fábrica o Laie son otros lugares de obligada visita en Madrid. Aunque más reconocidos y masificados, no por ello carecen del espíritu literario que impregna con contundencia el resto de librerías aquí expuestas.
Ya es tarde, y la ruta debe llegar a su fin. La noche cae sobre la ciudad, y las librerías esconden sus tesoros.
Al menos, hasta el día siguiente.
[Imágenes: Rubén Juan]