Grafistas de rodaje: artistas de lo efímero

Una de las pruebas más claras del peso del diseño en la experiencia de ver una película es el ingente trabajo que realizan los (y las) grafistas de cine, creadores gráficos de versatilidad prodigiosa y una especial capacidad para encontrar soluciones únicas en favor de la narración. Sandra Wahlbeck es una de esas mentes creantes que desarrollan mundos efímeros para vestir por dentro las películas.

Sandra Wahlbeck

Su estudio no puede estar más acorde con su profesión, ubicado en un edificio antiguo del centro de Madrid cuyas escaleras, vetustas y elegantes, están siendo rehabilitadas por una turba de albañiles que bien podrían ser constructores de decorados. Podría esperarse  también que tras la puerta asomasen Fortunata o Jacinta, pero en su lugar nos recibe esta hispano-finlandesa tremendamente sonriente a pesar de las obras. Su primer comentario deja claro dónde habita normalmente la mirada azul de Sandra: «se han cargado los rótulos del descansillo, que eran originales del siglo XIX, es una verdadera pena».

Es algo difícil acotar el perfil profesional de Sandra Wahlbeck. Cuenta que «era una de esas adolescentes que no sabían lo que querían hacer», quizá por eso ha pasado por tantas profesiones dentro del audiovisual, empezando por la de actriz («fui hija de El Fari varios años en Menudo es mi padre», ¡menudo titular!). Recondujo pronto su carrera hacia territorios plásticos gracias a una colaboración con Faemino y Cansado haciendo ilustraciones animadas para La Mandíbula, revista de humor digital. Y «se me acabó el mundo actriz, descubrí mi vocación, me puse a animar». Se fue a Estocolmo a estudiar Ciencias del Cine, empezó a trabajar, volvió a España y, desde entonces, no ha parado de ejercitar la creación plástica al servicio del cine y la televisión, ganándose con honores su amplio listado de créditos en IMDB (el portal de referencia de los profesionales del sector). 

«Si tuviera que definirme diría que soy grafista de cine, animadora e ilustradora, esas son mis tres grandes áreas. Pero también me llaman para misiones raras, hago muñecos y todo tipo de cosas manuales».

Nos centraremos por esta vez en su trabajo como grafista de rodaje, un oficio tan creativo como desconocido que Sandra suele desarrollar en su estudio, acogedor y soleado, donde convive con un tórculo, una mesa de corte y muchas pequeñas obras de arte colgadas por todas partes. 

Piezas para Los hermanos Sisters

Su último trabajo significativo ha sido para el más reciente Amenábar, Mientras dure la guerra. Pero de este proyecto no podemos hablar, que todavía no se ha estrenado. Pasamos, pues, a un lanzamiento reciente, Los hermanos Sisters (Jacques Audiard, 2018), wéstern de producción y presupuesto internacional al que Sandra ha dotado de personalidad tipográfica bajo las órdenes del diseñador de producción, Michel Barthélémy, y la decoradora Ángela Nahum.

Sandra enseña con orgullo en su ordenador todo tipo de rótulos, etiquetas, periódicos, pizarras manuscritas, cartas, señales… Cientos de piezas cuidadosamente documentadas que reproducen un oeste americano decimonónico rodado por toda España, Francia y Rumanía.

Piezas para Los hermanos Sisters

«En esta película éramos dos grafistas, empezó Laura Millán y luego me incorporé yo, había muchísimo trabajo. En realidad, normalmente solo se ve nítidamente en pantalla entre el diez y el veinte por ciento de lo que hacemos, pero nuestra obligación es preparar cada una de las piezas de manera que puedan jugar en primer plano». Esto da una idea del nivel de profesionalidad que requiere este trabajo. Y de pericia, de amor por el detalle, de una sorprendente versatilidad gráfica para reproducir todo tipo de estilos y elementos. Cuenta Sandra que normalmente los responsables del departamento de arte dan instrucciones precisas, pero en más de una ocasión toca peinarse Internet o recorrer el Rastro en busca de referencias; «vivo con los ojos abiertos constantemente, estoy siempre escaneando el mundo». 

Piezas para La sombra de la ley
Piezas para La sombra de la ley

Otro trabajo reciente es La sombra de la ley (Dani de la Torre, 2018), ganadora del Goya a la mejor dirección de arte a cargo de Juan Pedro de Gaspar. «En esta película, por ejemplo, fue muy divertido diseñar el empaquetado de un montón de productos para recrear un colmado de los años 20». Incluso si salen desenfocados (como la etiqueta de una botella de anís a espaldas de Michelle Jenner en un bar), estos diseños son parte fundamental de la ambientación de las películas, generan atmósferas de manera casi subliminal. Y no son solo piezas de diseño tipográfico, para esta película hubo que hacer carteles de teatro ilustrados, pintar decorados ficticios y hasta diseñar un suelo de baldosa hidráulica para un plano cenital. Sandra pone sumo cuidado en mencionar a los responsables de dirigir su trabajo, en este caso la decoradora de cine Marta Blasco.

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Al contrario de lo que se pueda pensar, un grafista de rodaje no trabaja más en películas de época que en las de acción actual. Es cierto que esos casos el cometido más importante es el de reproducir la estética de un periodo (en muchos tapando elementos de las localizaciones que no se pueden retirar, como señales o cuadros eléctricos). Pero otras veces el arte de la simulación gráfica va más encaminado a recrear un lugar que un tiempo, como en la serie de la televisión nacional finlandesa Peacemaker (A. J. Annila, 2020) que se está rodando estos días en una falsa Turquía recreada en Canarias para la que Sandra ha tenido que imitar la señalética de los aeropuertos, los periódicos, las señales de la calle… mano a mano con un traductor que vela por la verosimilitud. También multitud de logotipos ficticios, como el de una OTAN inventada, «porque hay que estar constantemente evitando derechos de imagen, es un tema sumamente delicado». Parece ser que es mucho más práctico crear diseños nuevos que solicitar el permiso de los existentes en la realidad.

Otras veces el trabajo de Sandra es más libre creativamente o más plástico que gráfico. Es el caso del mural que hizo junto a su hermana Tania Wahlbeck en 2011 para La piel que habito, de Almodóvar, supuestamente pintado por el personaje atormentado de Elena Anaya durante su secuestro. La hermana de Sandra es pintora de rodaje (una especie de súper especialista en texturas que ha ayudado en la ambientación de la Sevilla renacentista de la serie La peste, entre otros muchos trabajos) y suelen colaborar cuando hay que hacer este tipo de cosas más caligráficas. «Yo sé firmar como Rubén Darío», dice Sandra, que se ha hecho especialista en imitar la letra de cualquier personaje en cualquier lugar de la Historia. 

Piezas para Los hermanos Sisters

En muchas ocasiones Sandra también se encarga de producir el atrezo gráfico, entrega la pieza físicamente terminada (libros, cartas, cajas pintadas). En este sentido, la calidad del trabajo no viene tanto por investigar cómo eran estéticamente las cosas sino cómo se hacían, cómo se producían.

Era de esperar que Sandra se declare una absoluta fan de las cosas manufacturadas: «aunque me gusta también lo digital, me encanta llevar las cosas al terreno manual, creo que si los tiempos y el presupuesto lo permiten a veces es mejor, más verosímil». Es necesario también contar con los mejores proveedores, sobre todo de imprenta. No todo el mundo tiene los medios y, sobre todo, la pasión por la finura de un grafista de cine, son escogidos los sitios que pueden responder a sus necesidades.

En definitiva, el grafismo de rodaje es un oficio apasionante y fundamental en la buena ficción audiovisual. Un oficio desarrollado por gente con ego pequeño y talento descomunal (lleno de mujeres, a juzgar por la gran cantidad de compañeras que menciona Sandra), en el que hay que inventar constantemente soluciones únicas y efímeras: «me gusta este trabajo porque me gusta que las cosas que hacemos no sean para siempre». 

Quizá ese espíritu liviano vertebra también su obra fuera del cine: una bandada de pájaros que forman inopinadamente una letra A en el cartel ganador de la feria del libro anarquista de Nueva York; el trazo fino, suelto y cómico de sus ilustraciones, que recuerdan a las de Fellini y lo expresan todo con dos líneas; la experimentación audiovisual aplicada en videoclips de cantautores finlandeses…

Termina esta entrevista, Sandra se queda en su estudio, el sol atraviesa las puertas del balcón e ilumina su escritorio. «Me voy a Lanzarote a ser jurado de un festival de cine», dice antes de cerrar la puerta. Hasta la próxima película.

sandrawahlbeck.com

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