A raíz de que el gobierno se haya vuelto a olvidar de entregar el Premio Nacional de Diseño en 2018, desde el Diseño tenemos cada vez más claro la poca importancia institucional del galardón, e incluso de la relevancia del sector en sí. Con este panorama, se presentan incógnitas sobre el futuro del reconocimiento y el papel de la disciplina, que no parece tener un espacio propio definido.
Hoy, hablamos sobre ello con Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño 2002. El ilustrador y diseñador gráfico aragonés analiza la situación en la que se encuentra el sector y lo que significa el Diseño para la cultura.
¿Cómo afecta al sector del diseño que el gobierno no haya entregado el Premio Nacional de Diseño 2018?
Pone de manifiesto el interés del gobierno sobre la función y el valor del diseño.
Entiendo que si se olvidan de conceder estos premios es porque no están presentes en sus agendas y porque el valor que le conceden es, si no nulo, muy residual.
¿Qué crees que debería pasar con este premio, puesto que el gobierno no le presta la debida atención?
Cuando se entregan estos premios lo que se persigue es un posicionamiento de lo profesional en el ámbito social, y que haya un reconocimiento también por parte general de la cultura de forma más global. No creo que sea positivo eliminarlos.
Creo que deberían ser repensados y ver cuáles son las estrategias para que unos premios sean verdaderamente válidos y que cumplan su función.
Que no se queden solamente en un acto solemne que acaba en el día o que gire alrededor de una actividad protocolaria. Debería pensarse cómo dar esa distinción con la repercusión que tienen en el entorno al que va dirigido, y sobre todo que tenga una cierta relevancia y presencia social de reconocimiento, más allá de lo anecdótico.
¿Crees que el diseño es cultura?
Absolutamente. Creo que sí. El diseño es pensamiento y fomenta toda la actividad cultural.
¿Y por qué crees que lo entrega entonces el Ministerio de Innovación, Ciencia y Universidades en vez del Ministerio de Cultura?
Ahora es casi mejor, porque hace unos años lo entregaba el Ministerio de Industria. El diseño siempre se ha vinculado con la producción y la rentabilidad, entonces se le concede un valor puramente económico, cuando el diseño, efectivamente, está al servicio de lo económico, tiene una función económica… pero va más allá de lo económico.
Yo no sé si el diseño pertenece al ámbito de lo meramente cultural. Ahí difiero un poco. Yo creo que se mueve porque es un arte aplicado y porque busca una funcionalidad dentro del territorio en el que se desarrolla, que es el industrial. Entonces que esté dependiendo del Ministerio de Ciencia e Innovación no me parece mal siempre y cuando se le reconozcan también los valores sociales y culturales que tiene, que van de la mano de su utilidad y su vinculación con la materia industrial.
Pero es el único premio que no entrega el Ministerio de Cultura y han vuelto a no entregarlo.
Tenemos que reivindicar que formamos parte de la cultura.
Tampoco debemos olvidar que formamos parte del servicio del desarrollo del entramado industrial del país. Formamos parte de todo lo que es el diseño del producto y en general. Incluso el diseño gráfico y el diseño de páginas web y toda la comunicación se pone a disposición de propósitos ajenos, que normalmente son propósitos económicos.
¿Qué opinas sobre “la regla no escrita” de los Premios Nacionales de Diseño por la cual se alterna cada año un premio a diseño gráfico y un premio a diseño de producto? Cuando no se olvidan de entregarlo.
Es una “norma” que contempla a ambos sectores, pero si pensamos en el sector del Diseño de una forma más amplia y más global, habría que integrar otros espacios alternativos. ¿El diseño de páginas web está contemplado dentro del diseño gráfico o no? Es decir, hay lugares de innovación de los que se están olvidando que son derivaciones propias del diseño.
Tendría que replantearse también qué es el Diseño y qué ámbitos se deberían reclamar como propios.
Ahora solo interesa la política y sus juegos entre partidos, lazos amarillos, y ocultación de pérdida de derechos sociales, y la cultura y valores, así como sus distintas enseñanzas, no convienen ser destacados, porque el público llano puede llegar a pensar en algo más allá del fútbol, y políticamente, no creo que interese por esos departamentos políticos.