La gráfica comercial, en muchas ocasiones, actúa como excusa para hacer tejido social, como medio para poner en valor pequeñas historias que podrían ser la de cualquiera, para reflexionar sobre la vida y la mirada.
El Centro Cultural Casa del Reloj de Madrid acogió recientemente la exposición PACO GRACO, acrónimo (PAtrimonio COmún de GRÁfica COmercial) bajo el que encontramos a Alberto Nanclares y Jacobo García, sus organizadores, miembros de Basurama y Zuloark respectivamente.
La muestra reunía más de veinte letreros de negocios que han ido cerrando en los últimos años y que ellos se han encargado de rescatar.
«Los rótulos son muchas veces el alma de un comercio, los testigos más veteranos de la vida de los barrios; aunque tú no los veas, ellos te ven a ti», dice Alberto Nanclares. «Cuando una tienda cierra se pierden su historia y los vínculos establecidos allí, desaparecen décadas de memoria». Como ocurrió con su óptica de toda la vida, cuyo letrero forma parte de la colección.
Pero la muestra no pretendía ser un relicario para nostálgicos, ni un lamento por el Madrid que se fue, sino una celebración de nuestro patrimonio. Allí los letreros cobraban vida, cada visitante contaba su historia. «Tendríamos que haber puesto micrófonos en la sala para recoger las anécdotas que han ido surgiendo», me cuenta Jacobo García. «Aunque preferimos quedarnos con la experiencia, que es lo que buscábamos: recuperar la memoria y el tejido social».
Me viene a la mente Caras y lugares, película de JR (Jean René) y la recientemente desaparecida Agnès Varda.
El cine, la fotografía, la gráfica comercial como excusas para compartir, para hacer comunidad. Como medio para poner en valor pequeñas historias que podrían ser de cualquiera; para reflexionar sobre la vida y la mirada.
Cuando creo que me he ido del tema (aunque, como diría Varda, “¿cuál es el tema?”) Alberto me dice que para Basurama el cine es muy importante. Su trayectoria empezó en el cineclub de la Facultad de Arquitectura, donde vieron mucho cine español de posguerra. Y durante años programaron un ciclo de cine y basurapara La Casa Encendida.
Varda es para ellos un referente. Y también lo es Basilio Martín Patino, cuyo documental Paseo por los letreros de Madrid (1968) está presente en la exposición. «Ambos se planteaban hacia dónde mirar y su cine fue siempre una revisión de sí mismos. Eso nos ha enseñado mucho: a mirar de vuelta, desde lo desechado la ciudad se entiende de otra manera. Mirar al pasado permite afrontar el futuro».
La muestra planteaba, además de la visión de posguerra de Martín Patino, más pesimista, otra más luminosa: la de Alberto Corazón en el libro El sol sale para todos (1979). «Nosotros nos quedamos con el Madrid de hoy, con sus imperfecciones y su incoherencias gráficas, donde conviven rótulos de vidrio pintado a mano con otros de plexiglás, cajas de luz, neones o incluso vinilos descoloridos por el sol. Cada uno habla de una época».
Al hilo de esto me confiesan que la exposición no ha tenido muy buena acogida entre profesionales del diseño, para los que algunos rótulos carecían de valor. «Pero nuestra intención no era estética sino hablar de la memoria. Nos mueve más lo social que el debate sobre la calidad de los letreros».
La gran sorpresa de la muestra fue reunir a un número enorme de aficionados, rescatadores de rótulos de toda España, que recorren las calles cámara en mano con vocación de conservar la gráfica de su ciudad (al modo de los “espigadores” que retrató Varda). Muchos de ellos se seguían por redes, se llenaban de likes,pero no se conocieron hasta la inauguración.
La intención es asociarse bajo el paraguas de PACO GRACO para, entre otras cosas, proteger la gráfica urbana. «En Chile hay una ley por la cual un bien se convierte en patrimonio si se reúne un número determinado de firmas a favor. Nos gustaría conseguir eso aquí. Creemos que defendiendo el patrimonio gráfico podemos proteger la ciudad de la especulación inmobiliaria y la turistificación».
La ciudad está viva, conviene cuidarla y seguir aportando, trabajando por nuestros barrios. Un día nosotros también seremos memoria.