Con motivo del día mundial del diseño gráfico, hablamos con Emilio Gil —Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2015—, un veterano diseñador gráfico, historiador y divulgador del diseño. El fundador de Tau diseño nos cuenta lo que supone el diseño dentro del mundo de la cultura en una sociedad.
El 27 de abril se celebra el día del diseño gráfico, ¿crees que este día es importante?
Me parece algo positivo, pero depende de qué actividades se concreten para que este día el diseño sea el titular de la prensa. Estaría muy bien que se plantease para que la sociedad entendiera de una vez por todas lo que el diseño le aporta. Este debería ser el principal objetivo que conseguir el 27 de abril.
¿Consideras que el diseño es cultura?
La cultura está compuesta por componentes que van desde el arte hasta la tradición, pasando por lo autóctono, por ejemplo. Ese es el importante matiz que sigo para decir que el diseño es un componente más de la cultura.
Sí, el diseño es cultura. Es parte de la condición humana.
El diseño define lo que las personas son y cómo se comportan como personas. Todo esto es cultura.
Y también aporta conocimiento. Entonces clarísimamente es cultura.
¿Qué significa el diseño para la cultura de una sociedad?
Obligatoriamente cualquier ser humano se relaciona con diferentes aspectos a lo largo de su vida. Esa relación puede ser una relación muy primitiva. Por otro lado, hay posibilidad de sacarle un partido a la relación que tiene el ser humano con su alrededor. Ahí el diseño evidentemente presta un servicio en la formación de una persona.
En TAU Diseño hemos ganado el concurso para la imagen gráfica del museo de El Prado. Me parece que trabajar para El Prado es trabajar para el mundo de la cultura, y es un privilegio. No solamente los componentes del trabajo que estamos realizando están etiquetados directamente en el mundo de la cultura, sino que también, bien analizada, la cultura en general hace que la sociedad de un país, en concreto la sociedad española, entienda mejor lo que es el diseño. En el caso de El Prado se relacionan con el diseño a través de los contenidos de la programación, por ejemplo.
El diseño también está siendo un vehículo para que la institución cultural de mayor prestigio en España se perciba de una forma moderna.
¿Por qué crees que el Premio Nacional de Diseño se entrega desde el Ministerio de Innovación (anteriormente industria) y no desde Cultura?
Creo que es un problema de que, por las razones que sean, en los premios que se celebran desde la administración se ha contemplado abordar el diseño en ese ministerio en concreto. Ha caído en ese ministerio, y digo «caído» con letras mayúsculas. Alguien entendió que ese era su sitio en un momento determinado, pues pensó que lo importante era promocionar el diseño a nivel de innovación y empresa dentro del Ministerio de Industria. Imagino que es una casualidad. Eso no significa que esté en el mejor sitio posible, pues evidentemente no lo está. Por desgracia, desde el mundo de la administración ocurren este tipo de cosas.
Hace poco me preguntaron en qué línea habría que mejorar el premio nacional de Diseño. Por un lado, una cosa que creo que se está gestionando mal y supone una carencia desde el punto de vista del premio es que debería ser algo que conociera la sociedad, no solo la española, sino internacionalmente. Por ejemplo, España Global, que ha nacido muy mal por la propia imagen creada, sería uno de esos organismos que podría promocionar el diseño español. Por otro lado, relacionar el diseño exclusivamente con la industria es parte de los objetivos que hay marcados. Además, debería haber un tipo de vigilancia por lo que los premios nacionales de diseño aportaran reflexiones concretas. Creo que son consideraciones que podrían cambiar la percepción del diseño, por lo menos cambiar lo que los premios nacionales de diseño aportan.
Una opinión propia es que me gustaba cuando los premios nacionales del Diseño se convocaban con unas reglas diferentes a las de ahora. El sistema de funcionamiento es que se proponían nombres, y ahora es el propio diseñador el que se tiene que autopromocionar. La formula anterior tenía mas sentido.
Hay ramas del diseño, como el diseño de producto, donde incluso los propios diseñadores consideran que el diseño en general es principalmente innovación. ¿Qué les dirías acerca de ello?
El diseño de producto contemplado desde un punto de vista responsable de alguna forma está hablando de cultura también.
Se empezó a hablar de diseño responsable hace décadas, y ha ido creciendo. En cuanto a las exposiciones temáticas de diseño de producto, por ejemplo, en gran parte de las muestras prima ese componente. Y eso es evidentemente cultura. También la relación de una persona con un objeto cotidiano de una forma amable también está contribuyendo de una forma indirecta a la cultura como mejora de la sociedad. Eso se contrapone a la relación con un objeto antipático, que no resuelve las necesidades. Detrás del objeto que cumple con su función hay un profesional que lo ha creado. Eso también es cultura.
En algún momento determinado la relación entre lo gráfico y el diseño de producto va por separado. Es distinto contar cómo funciona un aparato a través de un manual bien explicado y detallado que crear algo que cada uno lo observe con una mirada determinada. Pero ambos entran en esa mejora que los objetos y el diseño nos aportan en el día a día.
Después de tantos años en el sector, ¿cómo ves el diseño en España?
Creo que ha mejorado la concepción. La gente entiende qué es el diseño. Se conoce más el trabajo de los diseñadores y lo que aporta. Todos nos nutrimos hoy en día para obtener información de una manera u otra y en ese sentido hay más información de lo que es el diseño y lo que el diseñador hace. Ha mejorado a la vez que han aparecido otros canales de información.
¿Has contemplado algún tipo de evolución en el trato que se le ha dado a la disciplina?
No creo que haya mejorado en el sentido de que se considere el mundo del diseño más cercano al mundo de la cultura que antes.
Creo que siempre ha llevado la misma línea.
¿Han llevado a cabo medidas desde la política en España para valorar al diseño como cultura desde que trabajas en este sector?
Yo creo que sí. En la transición política, con el nacimiento de las comunidades autónomas hay un momento en el que llega una época en la que evoluciona el diseño en España. Las administraciones y los partidos políticos empiezan a contemplar que el diseño es una herramienta para la formación de las personas.
Desde un aspecto positivo, sirve para relacionarse con los ciudadanos y, desde un punto de vista menos positivo, es un movimiento propagandístico o de imagen. En esa época se produce un movimiento interesante y un crecimiento. Desde las administraciones centrales, autónomas y locales se entiende que el diseño es una herramienta para relacionarse de forma distinta, más amable. Sí me parece que fue un avance, producido en los primeros años 80. Hay un momento en el que el diseño llega a más gente, y se utiliza de una forma distinta dado su lucro, el objetivo último de todo el que trabaja en diseño.
¿Te muestras optimista con que las nuevas generaciones en el diseño posicionen al sector como cultura?
Sí. Ver que del diseño sostenible no se había hablado absolutamente nada nunca y de pronto empieza a ser una preocupación generalizada, hace que tengamos que ser optimistas. Por lo tanto, las generaciones jóvenes han entrado en esta preocupación de una forma mucho más consciente de lo que hemos estado en mucho tiempo.