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El color más feo del mundo, el negro más negro y otras tonalidades con una historia detrás

Del enfrentamiento entre los artistas Anish Kapoor y Stuart Semple por el tono más oscuro a empresas como Tiffany’s, propietarias de su color corporativo, hasta un pigmento inventado para crear rechazo a fumar

Vantablack
Vantablack, el negro más negro, es un pigmento que ha sido desarrollado por la empresa del Reino Unido NanoSystems.NanoSystems

Existe un color tan parecido a la masa de un agujero negro que prácticamente no deja escapar la luz de él. En el año 2016, el artista británico Anish Kapoor compró los derechos de uso del mismo, popularmente conocido como el negro más negro del mundo. Vantablack, que es como en realidad se llama el color, es un pigmento desarrollado por la empresa del Reino Unido NanoSystems, especializada en nanotecnología e investigación. Se trata de una sustancia creada a partir de nanotubos de carbono capaces de absorber el 99,9% del espectro de luz visible, de tal manera que cuando la luz alcanza el color, en lugar de reflejarla, esta se queda atrapada en ese bosque de pequeñas jaulas que la retienen, siendo expulsada posteriormente en forma de calor.

Además, para ser creado el Vantablack necesita una temperatura de 400 grados. Ostenta, sin ir más lejos, el récord mundial de la sustancia más oscura creada por el hombre. Un negro no exento de polémica, ya que esto significa que Kapoor es la única persona del mundo que puede utilizar el color con fines creativos, lo que en su momento provocó una respuesta negativa por parte de la comunidad artística en todo el mundo, acusándolo de monopolio e incluso de crimen contra el arte.

Una de las salas de la retrospectiva de Anish Kapoor celebrada en Venecia en abril de 2022.
Una de las salas de la retrospectiva de Anish Kapoor celebrada en Venecia en abril de 2022.Roberto Serra - Iguana Press (Getty Images)

La historia llega incluso más lejos, con la rivalidad interminable desde 2016 entre Anish Kapoor y el pintor inglés Stuart Semple. Enojado tras la compra de Vantablack, Semple decidió crear su propia versión de ese negro más negro en 2019, y, a través de una campaña de Kickstarter, consiguió la financiación completa para su desarrollo en tan solo 38 horas. Black 3.0 es un pigmento técnicamente parecido, pero que solo absorbe entre el 98% y el 99% de la luz.

Pero Stuart Semple, sobre todo, se convirtió en la némesis de Kapoor al vetarle la compra de uno de sus inventos más famosos, el pinkest pink (o rosa más rosa); en su web tiene publicada una cláusula de exención de responsabilidad por la cual cualquier comprador debe confirmar que ni trabaja, ni colabora ni tiene relación con el artista británico de origen indio y que, por tanto, ese rosa no llegará nunca a sus manos. Semple, por cierto, es el inventor también del blanco más puro catalogado en el mundo, o White 2.0., que promete ser un 50% más brillante que cualquier otro blanco del mundo, reflejando el 75% de los rayos del sol y obligando casi a usar gafas de sol para verlo.

El azul, un color maldito y un icono de la moda

Pero el negro más negro del mundo no es el único color controvertido. El azul Prusia es uno de los tonos más importantes y destacados en la historia del arte. Lo descubrió accidentalmente el químico alemán Heinrich Diesbach en el año 1704, y se ha considerado el primer pigmento sintético moderno. El escritor Benjamin Labatut lo describe en su novela Un verdor terrible (2020) como “un azul tan deslumbrante que Diesbach pensó que había hallado el hsbd-iryt, el color original del cielo, el legendario azul con que los egipcios decoraron la piel de sus dioses”.

Al principio se empleó como colorante para teñir las telas de los uniformes militares en Alemania, por lo que se le conoce también como berliner blau. Pronto se convertiría en la principal referencia para pintores y artistas durante el siglo XVIII, ya que abarató el coste del azul usado hasta entonces, que se obtenía con lapislázuli y era uno de los colores más caros del mercado. Obras como La gran ola de Kanagawa de Katsushika Hokusai y La noche estrellada de Vincent van Gogh utilizan este pigmento. Incluso ya en el siglo XX, el famoso periodo azul de Pablo Picasso, tiene al Prusia como el absoluto protagonista.

El cuadro 'La noche estrellada', de Vincent van Gogh.
El cuadro 'La noche estrellada', de Vincent van Gogh.Art Images (Art Images via Getty Images)

Sorprendentemente, uno de los usos más interesantes de este azul se encuentra en el campo de la medicina. Este colorante es uno de los incluidos en la lista de Medicamentos Esenciales de la OMS, ya que es un antídoto muy efectivo para las intoxicaciones por metales pesados y radiación. Sin embargo, también guarda un macabro secreto, ya que igual que tiene un efecto curativo, cuando se mezcla con ácido sulfúrico se convierte en uno de los venenos más poderosos del mundo: el cianuro.

Catástrofes médicas aparte, existe una tonalidad de azul que se ha convertido en el icono más reconocible de la moda y el arte y que tiñó gran parte de la segunda mitad del siglo XX. Un color intenso, casi eléctrico, al que no le hace falta presentación: el azul Klein. El pintor francés Yves Klein registró el International Klein Blue (IKB) en 1960, desarrollado en colaboración con Edouard Adam, un proveedor parisino de pintura. La singularidad de este color no se encuentra en el pigmento, sino en el aglutinante de resina sintética en el que se mezcla el mismo y que permite que esa intensidad vibrante se mantenga. Fascinado desde su infancia por el azul del cielo y del mar, Klein consideraba que su IKB era la expresión más perfecta posible del azul, su gran obra maestra, capaz de capturar lo infinito, y es por ello que lo convirtió en su marca más reconocida y reconocible. Codiciado por artistas visuales y marcas de todo el mundo, es un azul prohibido, ya que para usarlo hay que pedir permiso a la viuda del pintor y gestora de su legado, la artista Rotraut Klein-Moquay.

Una serie de cuadros monocromáticos de Yves Klein, en los que usó el color que él mismo creó, expiertos en la Tate Liverpool en 2016.
Una serie de cuadros monocromáticos de Yves Klein, en los que usó el color que él mismo creó, expiertos en la Tate Liverpool en 2016.Peter Byrne (PA Wire/PA Images / Cordon Press)

Colores con copyright y el más feo del mundo

Hay colores que se han convertido en la seña de identidad de una marca, como el rojo de Coca-Cola o el naranja de la compañía de telecomunicaciones Orange. Las marcas saben del inmenso poder de asociación y conexión con sus productos y, por eso, muchas son dueñas en exclusiva de sus colores más característicos. El rosa Barbie está registrado por Mattel y en 2012 lanzó una de sus muñecas vestida con su Pantone 219C. Por su parte, la casa de joyas Tiffany’s tiene el copyright sobre su cinematográfico azul turquesa, el Pantone 1837C, también llamado Tiffany Blue, y que utiliza ese número en homenaje al año de fundación de la empresa. Tampoco se escapan los grandes de la moda, como el diseñador de zapatos Christian Louboutin y sus inconfundibles suelas teñidas de rojo, que son objeto de culto y fetichismo. Él registró la tonalidad en el año 2008, y desde entonces es objeto de discordia entre marcas que copian su estilo. Esto le ha costado varios pleitos por violación de derechos y plagio en Europa y Asia, que hasta ahora Louboutin ganó, erigiéndose como único productor de suelas carmesí en el mundo.

Pero hay un color que, sin duda, se lleva la peor partida de todos los que existen, y que ha sido calificado como el más feo del mundo. Siete estudios diferentes corroboran que el Pantone 448C, una mezcla de marrón oscuro con gris verdoso, es la tonalidad menos agraciada. En 2012, una agencia contratada por el Gobierno australiano inventó esta gama para utilizarla en las cajetillas de tabaco y crear rechazo a fumar. La agencia GFK en esa investigación confirmó su éxito ya que los participantes afirmaban que era poco atractivo, sucio y “sin adjetivos positivos” y no les invitaba a coger un cigarrillo. Sin embargo, un pequeño porcentaje lo calificó como “elegante”, porque claro, para gustos, colores.

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