La convocatoria para diseñar la imagen de la Semana de la Arquitectura 2025 permite la participación libre, sin exigir formación ni experiencia en diseño
El Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga ha abierto un concurso para seleccionar el cartel de su Semana de la Arquitectura 2025. Una cita que este año se articula bajo el lema “La ciudad vivida”, y que busca visibilizar la arquitectura como parte activa del día a día urbano. Sin embargo, el enfoque del concurso ha generado inquietud en el sector del diseño gráfico por las condiciones de participación y el modelo planteado.
Según las bases publicadas, cualquier persona puede participar, sin necesidad de acreditar formación, experiencia ni vínculo profesional con el diseño. El cartel debe presentarse en formato vertical A3, acompañado —opcionalmente— de un vídeo que explique el concepto gráfico. La propuesta ganadora recibirá un único premio de 800 €, a cambio de la cesión total de derechos de uso, reproducción y modificación del cartel.
Malestar entre profesionales del diseño
Varios diseñadores se han puesto en contacto con la redacción de Gràffica para expresar su malestar ante lo que consideran una incoherencia por parte de una institución que representa a una de las profesiones más reguladas del país. Mientras la arquitectura exige colegiación, titulación oficial y responsabilidad técnica para ejercer, aquí se plantea que cualquiera —con o sin formación en diseño— puede encargarse de una pieza de comunicación institucional como un cartel.
Este tipo de concursos, abiertos y sin filtro, son vistos desde hace años como una forma de desprofesionalizar el trabajo creativo, especialmente cuando se enmarcan en modelos especulativos: todos trabajan, pero solo uno recibe compensación económica. El resto, pese al esfuerzo invertido, no obtiene retorno alguno.
Organizaciones profesionales del diseño han criticado repetidamente estas prácticas, abogando por alternativas más justas y rigurosas como concursos restringidos, licitaciones profesionales o encargos directos remunerados.
Cesión total de derechos y falta de transparencia
El cartel ganador cederá todos los derechos de explotación y modificación al Colegio de Arquitectos, sin que se garantice que la autoría será visibilizada en el uso de la obra. Tampoco se especifica si el fallo del jurado será público, ni si se publicará alguna justificación del resultado. De hecho, el premio puede incluso declararse desierto si así lo estima el jurado.
Este planteamiento carece de transparencia y rigor profesional, y refuerza la sensación de que se prioriza el resultado sobre el proceso, la trayectoria o el valor profesional del trabajo gráfico.
Un doble rasero preocupante
El caso abre un debate necesario: ¿qué papel deben tener los colegios profesionales a la hora de promover buenas prácticas en otras disciplinas creativas? La arquitectura ha defendido históricamente la colegiación obligatoria, el control del ejercicio profesional y la garantía de calidad. Sin embargo, en este concurso, esos mismos principios no se trasladan al encargo del cartel.
Permitir que cualquier persona diseñe una pieza oficial sin exigencias mínimas rebaja el valor del diseño gráfico como disciplina profesional, especialmente si se hace desde una institución pública. Plantear que cualquiera puede diseñar un cartel —sin remuneración garantizada, sin asegurar el reconocimiento de autoría y sin valorar el oficio detrás— contribuye a deslegitimar el trabajo de quienes se dedican profesionalmente a la comunicación visual.