10 razones para SÍ participar en concursos de diseño

Todos los concursos de diseño no son malos. Hay empresas u organizaciones que con buena fe organizan competiciones para conseguir resultados que no conseguirían de otro modo. Incluso hay empresas que organizan concursos de diseño sabiendo que el resultado no lo van a utilizar, pero que les interesa el proceso o los resultados por otros motivos.
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Últimamente las empresas realizan concursos de diseño por el simple hecho de dinamizar sus redes sociales, conseguir engagement con un perfil más joven o simplemente para hacer ruido. No están pensando en pagar poco por un trabajo, ni aprovecharse de los creativos.

Si estás pensando en presentarte a uno de los cientos de concursos de diseño que a diario se convocan, estos son algunos puntos a los que prestar atención:

1. No es una necesidad para la empresa. Es importante saber diferenciar entre un concurso para promocionar un producto o una empresa y un concurso para satisfacer una necesidad real de la empresa. Hay concursos de diseño en los que las empresas deciden, en lugar de encargarlo a los profesionales, saltarse este paso y sacarlo a concurso ya que de esa manera ponen el precio y además tienen donde elegir. Ejemplos: una acción participativa para estudiantes en los que incluso el resultado no se comercializa de ningún modo, y el diseño del logo de la empresa que ya estaba un poco viejo y necesitaba un cambio.

2. Concursos cerrados. Los concursos restringidos son un buen motivo para participar. Puede que nos seleccionen a nosotros en exclusiva junto a otros, o bien se haga la llamada a un colectivo asociado, o a un tipo de profesional concreto. Siendo cerrados es habitual que haya una contraprestación económica sólo por el hecho de participar. Los concursos de diseño abiertos a todo el mundo, sin ningún tipo de remuneración, deberían ser rechazados por cualquier profesional que se precie.

3. Bien pagados. Si el concurso tiene un premio importante es una buena razón para participar. ¿Cuánto es bien pagado? La empresa o la institución debe gastarse más, mucho más, que si ese trabajo lo contratara en el mercado libre. O bien en el premio o bien en la difusión y promoción. Hay ocasiones en las que las empresas invierten muchísimo más en la promoción del concurso que en el premio, lo que deja claro, que la empresa no está pensando en ahorrarse dinero haciendo un concurso ni aprovecharse de los creativos.

Por otro lado, si participas y tienes la suerte de ganar, al menos, tendrás una recompensa que puede ayudarte en muchos sentidos. Un concurso con un premio de poca entidad solo será pan para hoy y hambre para mañana.

4. Empresas u organizaciones reconocidos. Es recomendable solo participar en aquellos concursos de diseño que nos den un reconocimiento. No es lo mismo participar en el concurso de la botella conmemorativa de los 100 años de Heineken (40.000 propuestas) que en el cartel de fiestas de tu pueblo.

5. Interlocutor válido. Punto irrenunciable. Un proyecto de diseño no es un proceso de introspección personal, de generación espontánea o de ideas locuaces. Se trata de conocer necesidades, opiniones, puntos de vista, intercambiar objetivos y llegar a acuerdos. Esto es fundamental y si no se tiene un interlocutor con el que poder hablar o negociar no estamos hablando de un proyecto serio, sino de un juego. ¡A ver si aciertan!

6. Posibilidad de rectificar. Con el ‘a ver si aciertan’ hay implícito una irresponsabilidad por parte de quien convoca. Yo no hago nada y ellos lo piensan todo. Pero como todos sabemos, muchas veces no se acierta y es importante que exista la posibilidad una vez presentado de poder ajustar o reconducir el proyecto para eliminar aquellas cosas que no son del todo acertadas. Presentar una pieza a un concurso de diseño no debería ser algo inamovible. Bien hemos ganado, pero vamos a ajustar el proyecto para que se adecue mejor a las necesidades.

7. Presentación. Todos sabemos lo importante de una presentación. Poder presentar o defender tu trabajo delante de un jurado es vital para el entendimiento global y justo del proyecto. Enviar un PDF o algo impreso sin poder explicar los detalles del proyecto es un suicidio. Todos sabemos lo que ocurre a puerta cerrada. Aunque entreguemos todo detallado, con textos explicativos, debemos exigir que nos dejen presentar nuestro trabajo.

8. Difusión. ¿Se va a enterar todo el mundo o solo lo va a saber tu madre? Es una buena pregunta para hacerse antes de presentarse a un concurso. A veces no es tanto por el dinero sino por la repercusión. Seguro que muchos participaríamos por una cantidad menor si la repercusión es mundial.

9. Bases. Leer las bases es fundamental. Es bueno participar si al ganar se nos paga por el trabajo realizado, pero es importante tener claro que no deben quedarse con los beneficios que pueda generar nuestro trabajo. Es decir, que si hacemos una ilustración para un cartel es justo que la empresa utilice el cartel, y que nos pague una cantidad por haber ganado el concurso, y por tanto, por la realización pero no por ello tiene que dejar de pagar los royalties que genere la venta del mismo, o las diferentes aplicaciones como tazas, camisetas, o merchandising. Cuando aceptamos las bases en las que renunciamos a todo no suele ser un buen negocio.

10. Nuevas salidas profesionales. Es cierto que todo lo que contamos está muy bien, pero cuando se está en casa ocioso y sin nada que hacer es importante mantener la cabeza ocupada y en forma. Así que si el motivo es tan sencillo como el de que no se tiene nada mejor que hacer, es bueno plantearse nuevos retos.

Participar en acciones en las que no tenemos experiencia es interesante y los concursos de diseño nos pueden ayudar a mejorar o a experimentar en campos profesionales que no controlamos tanto. De este modo, si no hemos hecho nunca ningún proyecto sobre packaging, por ejemplo, nos permite empezar a aprender. A veces, una propuesta desde otro ámbito es la manera de abrir puertas y nuevos caminos creativos.

¡Mucha suerte!
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