Cantabria vuelve a ser noticia debido a un concurso especulativo de diseño. En el pasado mes de mayo el Ayuntamiento de Pesquera convocaba un concurso para diseñar el cartel anunciador de la Feria Internacional del Queso Artesano de Pesquera del año 2017. Ahora el Gobierno de la comunidad autónoma ha lanzado un nuevo concurso, esta vez para diseñar su identidad corporativa.
El Gobierno de Cantabria ha acertado en el diagnóstico pero ha fallado en el tratamiento. Si bien es cierto que han detectado una dispersión real en su imagen debido a una falta de regulación general –desde que en 1984 se estableciera el escudo de Cantabria–, la solución que le han dado en forma de ‘concurso de ideas’ no ha sido la más apropiada.
«La creciente importancia adquirida por la correcta identificación visual de las instituciones en todo tipo de soportes y medios audiovisuales, así como la necesidad de tener en cuenta las nuevas tendencias del mundo de la comunicación, en los que ha adquirido un fundamental relieve la identidad corporativa gráfica, aconseja que el Gobierno y a la Administración Pública de la Comunidad Autónoma de Cantabria no permanezca ajena a esa realidad. […] se considera necesario desarrollar una identidad corporativa basada en el escudo de la Comunidad Autónoma que responda a las necesidades que supone la comunicación con los ciudadanos […]», expone el Gobierno de Cantabria.
Según las bases, el concurso es abierto y público, destinado tanto a «empresas especializadas» como a «personas físicas» y un jurado formado por el Consejero de Presidencia y Justicia, por un representante de la Imprenta Regional, por el Director General de Servicios y Atención a la Ciudadanía, por la Directora de Gabinete del Consejero de Presidencia y Justicia y por un diseñador gráfico o experto audiovisual –nombrado por el Consejero de Presidencia y Justicia–, serán los encargados de seleccionar la propuesta final. El premio que se llevará el autor de esta, serán 3.000 €.
Una mala idea
A pesar de que acertadamente se ha intentado garantizar –más o menos– un criterio objetivo a la hora de seleccionar el diseño ganador mediante una valoración matemática (estableciendo puntuaciones en diversos apartados: «La estética del diseño, hasta 50 puntos; Facilidad en cuanto a su implantación, identificación y lectura, hasta 30 puntos; La calidad de la memoria que se aporte junto con la propuesta de diseño, hasta 10 puntos; Haber sido seleccionado entre los cuatro mejores por votación popular del Portal de Participación Ciudadana, hasta 10 puntos»), el concurso es, a todas luces, una mala idea.
No solo la cantidad de la dotación económica no supera el límite legal y necesario para ser precisa la convocatoria de un concurso público (18.000 €), sino que con ello lo único que consigue la administración pública es hacer trabajar gratis a los diseñadores, que si al final participan no invertirán el tiempo y los esfuerzos necesarios para obtener un trabajo de branding realmente óptimo y eficaz. Por lo que el objetivo principal del concurso no llega alcanzarse. ¿Por qué no encargarle el trabajo a un estudio profesional directamente?
No cumple la ley de la competencia
Y por si todo ello no fuera suficiente como para desaconsejar el fomento del trabajo especulativo, además, cabe la posibilidad de que concursos como este incurran en una falta contra la Ley de Defensa de la Competencia. Ya son varios los ayuntamientos que hemos visto que están marcando precios de mercado a golpe de concursos (todo tipo de concursos) con premios de, exactamente, 3.000 €. ¿Por qué se ha determinado esta cifra? ¿Cómo se decide? ¿Quién dice que, tratándose de dinero público, la cifra no podría ser menor y de ese modo no obligar al contribuyente a gastarse más dinero?
Esperemos que este concurso de ideas finalmente sea declarado desierto y que se acabe encargando el trabajo a un estudio o diseñador profesional que pueda darle al Gobierno de Cantabria la solución que necesita.