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Cierra Madrid Comics, la decana de las tiendas de tebeos

Fachada de la tienda Madrid Comics, esta semana

Diego Casado

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“Alguien puede pensar que cuantas menos tiendas de comics seamos más repartiremos. Nosotros preferimos verlo como algo comunitario que beneficie al grupo y desde luego, las pocas que han cerrado nos han dejado tocados”. Esta respuesta fue la última de Madrid Comics en una entrevista publicada en Somos Malasaña hace diez años, por su 30 aniversario. Un hito para un pequeño gran negocio que nació en los ochenta en el subsuelo de Madrid y que llegó a convertirse en el ágora que reunía a todos los dibujantes y fans de las historietas de la capital.

Este 2022 Madrid Comics hubiera cumplido 40 años, pero sus puertas no volverán a abrir para celebrarlo, confirma a este periódico desde la tienda. El adiós se ha producido de un modo discreto, sin anuncio oficial en las redes sociales del negocio ni ningún texto explicando la clausura in situ. Solo un cartel de cerrado pegado con adhesivo cuelga desde hace unas semanas de su puerta de cristal.

Madrid Comics era la decana de las tiendas de tebeos en la capital. Abierta en 1982 en Los Sótanos de la Gran Vía por Mario Ayuso, pronto se convirtió en punto de reunión de todos los amantes de las historietas, primero en este espacio subterráneo y después con su traslado a los locales de Santa María de la Cabeza (cerrado a los pocos años) y de Silva, una calle muy cercana a Callao donde el negocio ha seguido durante cuatro décadas.

La tienda era la puerta de entrada a lo que se ha llegado a llamar la milla de oro del cómic madrileño, una colección de lugares de culto a los dibujos, las novelas gráficas y los fanzines que se juntaron en la parte de Malasaña más cercana a la Gran Vía y que fueron creciendo a medida que lo hacía el mercado de las historietas. De ella siguen formando parte Elektra Comics (1989) en San Bernardo o Generación X en Puebla. También otras como Atlántica, Otaku Center, Metrópolis o Crisis, que llegaron después.

Todo empezó en Los Sótanos

Para encontrar las razones por las que este lugar se convirtió en un templo de los comics en la capital hay que ir a sus inicios, a ese local que abrió en Los Sótanos de la Gran Vía, un espacio comercial ahora desaparecido en el que se juntaban tiendas de discos, cafeterías y algunas tiendas de tebeos. Allí un joven Mario Ayuso decidió montar una tienda aprovechando que conocía bien el negocio: había ayudado a su tío Mariano Ayuso en una de los primeros comercios especializados abiertos en Madrid (Tótem, luego rebautizada como Camelot). Era 1982 y por entonces era muy difícil encontrar comercios así, con una oferta de tebeos enorme.

“Estábamos todo el rato metidos en Madrid Comics” recuerda el dibujante Javier Olivares, que empezó a frecuentar Los Sótanos desde su adolescencia. Este enclave subterráneo era un espacio extraño y decadente lleno de pasillos, con una parte central con cafetería donde poder echar muchas horas. Allí se empezaron a reunir a muchos jóvenes como él interesados en las historietas, atraídos por la presencia de veteranos como Carlos Giménez, José Luis de la Fuente, Justo Jimeno... con los que mantenían charlas y a los que enseñaban sus primeros trabajos, antes de empezar a publicar en fanzines y algunas revistas. “Era un peregrinar continuo de gente”, recuerda.

Para muchos de aquella época, Madrid Comics fue la primera tienda donde se encontraron con toda la riqueza que podía ofrecerles el mundo de las historietas: “Para mí, descubrir un lugar así fue un shock, como cuando Dorothy pasa del blanco y negro al color en El Mago de Oz”, explica Olivares. “En aquella época una tienda de cómics era un sueño húmedo de un dibujante”, bromea.

Además de nodo de encuentro para diversas generaciones, el lugar daba cabida a los trabajos de los más jóvenes, tanto con la edición de postales o revistas propias como facilitando otras formas de publicación, algunas impensables hoy en día. Como el cajón que albergaba trabajos de dibujantes noveles, que funcionaba a modo de apartado postal para el editor de la mítica revista Madriz. Felipe Hernández Cava se pasaba por allí cada semana, cogía los que más le gustaban y los publicaba en sus páginas.

El traslado a su ubicación actual de la calle Silva se produjo con la llegada de los noventa. Para decorar su nuevo local, Mario Ayuso encargó a Javier Olivares la cartelería, que pintó en el sótano de la tienda de Santa María de la Cabeza y colocó en el 17 de la calle aledaña a Gran Vía. Su tipografía se convirtió en un icono del local, como también el logo del oso que también rediseñó usando como base el que existía antes. “Viéndolo con perspectiva, ahora lo hubiera hecho mucho más fino, pero le tengo cariño a ese trabajo”, recuerda. Olivares produjo además numeroso material promocional del negocio durante estos años, algunos de los cuales ha cedido para la publicación de este reportaje.

Olivares recuerda con nostalgia cómo la tienda de Silva continuó siendo ese punto de reunión para dibujantes y amantes de los comics, un refugio donde encontrarse con amigos y, en su caso, quedar allí los lunes para luego compartir una comida cerca. Los fans también acudían en peregrinaje a las firmas de autores conocidos, incluso internacionales. Ismael Contreras, fundador de la cadena Generación X, recuerda especialmente un evento con Jeff Smith, el autor de Bone, que generó una cola kilométrica alrededor de la tienda en la que había una gran fraternidad.

“Los años ochenta y noventa fueron de Madrid Comics, todos nos recluíamos allí, era un punto neurálgico”, rememora Contreras, antes de achacar otra parte del éxito a que, en la era preinternet, la existencia de espacios como este, en los que hablar con gente de tus mismos intereses, tenía un valor enorme para la juventud madrileña. “Además, la tienda hizo una labor muy importante con respecto al lanzamiento de nuevas figuras. Por allí ha pasado parte importante de la industria del cómic independiente en España”, explica sobre este comercio.

A la etapa de Mario Ayuso al frente del negocio le siguió otra con Eloy Rubio, después de que el primero decidiera dedicarse de lleno al mundo de la interpretación. Rubio se ha mantenido al frente durante más de dos décadas y recogió durante ese tiempo varios premios a la mejor tienda de España en diferentes salones del cómic nacionales.

Aunque el cierre ha tenido lugar ahora, el declive de Madrid Comics comenzó mucho antes. La tienda permaneció cerrada durante la pandemia y después abrió de forma intermitente hasta su clausura definitiva. En conversación con Somos Malasaña, Rubio explica que varias cosas han precipitado, una mezcla de problemas de salud y personales, además de “no ver viabilidad económica a algo que en los últimos tres años se ha convertido más en una losa que en un negocio, así de claro”. Eloy Rubio admite que la situación con el cierre se le ha desbordado y promete publicar un comunicado explicando el cierre a todos los seguidores y clientes de la tienda.

¿Hay peligro de que este final se extienda a otros negocios similares? El cúmulo de circunstancias que se han juntado en Madrid Comics son especiales, y desde el sector del tebeo y de la novela gráfica en España algunas fuentes explican que las perspectivas son halagüeñas: “El mercado del cómic solo ha hecho que crecer en los últimos años”, confirman desde Generación X, negocio que empezó en 1994 en la calle Galileo y que acaba de abrir su tienda número 17 en Tirso de Molina.

El entorno que deja Madrid Comics refleja esta buena salud, con más de una decena de tiendas especializadas, que trabajan juntas para intentar crear una especie de barrio del cómic en Malasaña, al estilo del Triángulo Friki de Barcelona. En la ciudad condal nació alrededor de comercios históricos como Gigamesh o Norma, lugares también abiertos en los ochenta. En la capital de España tendrán que hacerlo sin su referente más antiguo, mientras el numeroso público que atesoró durante cuatro décadas llora su adiós.

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